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El euskera en Navarra, de la división al enfrentamiento

Korrika de 2017

N. Elia

La ley del Euskera en Navarra no está teniendo la vejez plácida y tranquila que auguraron sus redactores hace tres décadas. Lejos de dar acomodo a la realidad lingüística de la comunidad foral con la división de los 272 ayuntamientos en tres zonas (la vascófona, con 63, la mixta, con 55 y la no vascófona, con 154), la ley del Euskera se enfrenta a sucesivas modificaciones para reubicar ayuntamientos en zonas a las que ahora no pertenecen.

En concreto, y hasta el momento, 43 localidades navarras han pedido salir de la zona no vascófona e integrarse en la mixta. Estos municipios albergan a cerca de 40.000 vecinos, lo que representa el 6% de la población navarra. De producirse el cambio que demandan, la zona no vascófona de la comunidad foral quedaría integrada por 111 ayuntamientos, un número notablemente inferior que los 161 que sumarían los consistorios de las zonas mixta y vascófona. Es decir, el mapa de del euskera en Navarra daría un giro de 180 grados con respecto al que se diseñó hace 30 años. Pero el proceso de extensión de la zona mixta no va a ser nada pacífico.

El cuatripartito de Geroa Bai, Bildu, Podemos e Izquierda Unida ya adelantó hace meses su intención de modificar la ley del Euskera para permitir la integración de 12 municipios de la zona no vascófona en la zona mixta. Semanas después, el número de consistorios que habían aprobado por mayoría en sus plenos solicitar el pase a la zona mixta había crecido hasta 35. La propia presidenta Barkos lo anunció en el Parlamento al tiempo que intentaba aplacar las críticas de la oposición. “Es un cambio que la propia ley prevé”, recordó a UPN, PP y PSN, y además “no es la primera vez que se produce”, dijo.

El cuatripartito se basa en que el cambio de zona se solicita por la mayoría municipal de las localidades. El paso a la zona mixta “se debe vivir con normalidad, ya que nace del acuerdo democrático de estas localidades que quieren un cambio de manera voluntaria, soberana y legal”, defendió Barkos ante el Parlamento.

La oposición, en cambio, recordó a la presidenta que “las mayorías son efímeras” y que el paso de una zona a otra debe aprobarse con más consenso y de acuerdo con la realidad sociolingüística de cada zona. El más beligerante en sus críticas al cuatripartito fue el líder de UPN, Javier Esparza: “Una política lingüística no se puede imponer, es lo suficientemente importante como para acordarla y planificarla en toda Navarra, porque si no refleja la realidad sociolingüística de cada municipio no beneficia a nadie”, advirtió.

No obstante, y sin que hubiera transcurrido un mes desde que su líder pronunciara estas palabras en el Parlamento, UPN se sirvió de su situación de mayoría en Cizur para aprobar una moción pidiendo el paso de la cendea a la zona no vascófona, abandonando así la zona mixta en la que se encuentra integrada actualmente. La moción se aprobó con el único respaldo de los regionalistas, entre las protestas de un centenar de vecinos, y con la posición en contra de siete de los ocho concejos de la cendea. Estos concejos han anunciado que recurrirán al Defensor del Pueblo y al Tribunal Administrativo de Navarra para impedir que la petición de UPN se incorpore a la ley del Euskera.

Está por ver qué votará el cuatripartito ante la enmienda anunciada por los regionalistas para sacar Cizur de la zona mixta. Si, en palabras de la presidenta Barkos, la petición de 43 municipios para pasar a la zona mixta está avalada por mayorías municipales que han tomado esa decisión de forma “democrática, voluntaria, soberana y legal”, en principio, también la petición de UPN para que Cizur recorra el camino inverso debería ser también atendida. El enfrentamiento político está servido.

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