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“La reacción social feminista no tiene vuelta atrás; bienvenidos a la resistencia”

La periodista y escritora Isabel Valdés.

Miguel M. Ariztegi

A pesar del “choque emocional” que le produjo a Isabel Valdés (Calzada de Calatrava, Ciudad Real, 1985) escribir el libro Violadas o muertas, a la periodista especializada en mujer, igualdad y género y coordinadora del espacio Mujeres en el diario El País, la experiencia le ha dejado claro que vivimos “un cambio muy rápido y muy brutal, aunque queda mucho trabajo por delante, por fin hemos visto a todos los niveles ya, también en el político con este cambio de Gobierno, que las cosas tienen que cambiar: la reacción social feminista no tiene vuelta atrás; bienvenidos a la resistencia”.

Es precisamente esa frase la que usa para cerrar el libro, “bienvenidos a la resistencia”, porque las mujeres “llevamos en la resistencia tres siglos. Esperamos dejarla, pero porque ya no haya batalla”, matiza.

De lo mucho escrito sobre la manada, se queda con la reacción social que ha provocado: “Me pareció vital. Vivimos en un mundo en el que la política hasta ahora parecía un elefante. Durante toda la historia de la Humanidad, ha sido la reacción social la que ha provocado el avance y el progreso. Que la calle entera se llenara de mujeres, y luego también de hombres, de una manera tan rápida y en un montón de sitios me pareció importantísimo”.

Cientos de miles personas se echaron a las calles en España y en el resto del mundo para evidenciar que las mujeres “habían dicho basta, se habían dado cuenta de que la Justicia nos estaba tratando mal, con un desequilibrio total entre lo que creemos que es justo y lo que la Justicia interpreta como justicia”.

En su opinión, no fue sin embargo la sentencia condenatoria por abuso sexual con prevalimiento y no por violación la espoleta que hizo saltar la indignación: “El caso en general ha marcado un antes y un después, es cierto. La gente piensa que fue la sentencia pero no, porque el 8 de marzo no se conocía el fallo todavía y las calles se llenaron. El tratamiento a la víctima fue la clave”, explica.

Además, no es el de la manada el único caso que ha espoleado la conciencia feminista a escala mundial en los últimos tiempos, como también recoge su libro: “El feminismo es un movimiento global, apoyado en las redes sociales. El #metoo de Alyssa Milano produjo un estallido que se propaga de forma rapidísima. Mismas quejas, mismas protestas, mismos miedos. Ese compartir crea una malla bajo tus pies que hace que el movimiento crezca cada vez más en todas partes”, indica Valdés.

En las páginas, la escritora explica la existencia de manadas como consecuencia de una “cultura de la violación”: “El concepto abarca todos aquellos pequeños detalles, actitudes, palabras y comportamientos diarios que generan la idea de la mujer como objeto, carne o instrumento más que como ser humano. Y en su punto más extremo acaba en una violación, porque tú no podrías invadir el cuerpo de alguien si no lo consideraras inferior, si para ti fuese un igual. El respeto se pierde por completo antes. Es una cultura tan extendida y nos impregna tanto que somos incapaces de verla, incluida yo misma. Todos contribuimos”.

Una cultura de la violación que es a su vez consecuencia “de un mundo patriarcal, muy machista. Nos criamos y crecemos rodeados de publicidad que nos cuenta que la mujer debe ser delgada y deseada. Y si no es deseada nos válida. El hombre tiene derecho a poseerte, el mito del amor romántico…”.

La periodista llevaba siguiendo el caso dos años “de cerca”. “Tenía mucho interés. Y la misma noche del 26 de abril -cuando se hizo pública la sentencia- me propusieron escribir el libro de urgencia, porque la sociedad reclamaba con urgencia un cambio”, explica. Con todo, “fue más complicado el choque emocional que la prisa. Yo ya estaba indignada, pero el sentimiento se duplicó, con mucho. Veía absurdo que los jueces no vieran que era una violación múltiple en toda regla”.

Valdés tiene el convencimiento “absoluto” de que los medios deben posicionarse al lado de las víctimas de cualquier violencia sexual. “Es una obligación. No me parece partidista, y por eso no me gusta la palabra militancia, porque el feminismo no es una ideología política, es una forma de vivir y ver el mundo y la vida de forma justa. El feminismo no es otra cosa que la igualdad de derechos para hombres y mujeres”.

Se reconoce orgullosa de los comentarios que le llegan de “hombres tanto jóvenes como mayores, de 20 a 50 años”, que le dan las gracias por reunir tanta información en un libro tan conciso. “Me ha hecho ver que vivimos en un mundo que yo no veía, que pasaba desapercibido”, dice que le dicen.

Como periodista, considera que los medios “hemos aprendido mucho de cómo abordar mejor estos casos en los últimos años, y sobre todo estos últimos dos. Pero sigue habiendo medios nacionales que no se dan cuenta de su responsabilidad a la hora de escribir el titular o de poner el foco en un punto o en otro: seguimos leyendo que las mujeres mueren cuando son asesinadas, o que una víctima de violencia machista era muy aficionada a maquillarse para salir de casa o ir a la peluquería, ¡como si eso tuviese alguna importancia! Creo que los que hemos querido aprender lo hemos hecho, y quien se niega a mirar a los ojos a una realidad cada vez más extendida e inevitable los sigue teniendo cerrados”.

Un periodismo crítico que obliga a mantener un contacto continuo con el lector, que muchas veces “se da cuenta de cosas que nos pueden pasar desapercibidas”.  Y siempre teniendo en cuenta que los medios “no tenemos ningún derecho a exigir a ninguna víctima que dé la cara, que se posicione o que cuente su historia. Bastante tiene con lo suyo. No hace falta dar el nombre, ni siquiera las iniciales, ni dónde vive, ni dónde estudia o trabaja. La búsqueda de los clics hace saltar por los aires muchos códigos deontológicos”, advierte.

Especialmente en contra se muestra de entrevistar a los miembros de la manada: “¿Qué nos aportarían estos cinco abusadores sexuales? ¿Qué nos van a contar? Les vamos a dar voz para que defiendan lo que hicieron, para que mantengan que fue una orgía consentida. Me parecería una irresponsabilidad”.

“Pero si a la manada no se le ha entrevistado no ha sido por la autorregulación, sino porque la calle se levantó. El boicot y veto publicitario al programa que entrevistó a la madre de el Cuco estaba todavía reciente. Creo que ha sido por eso, al margen de la ética. Pero aunque solo sea por eso, no se va a hacer.

Violadas o muertas, un alegato contra todas las manadas y sus cómplices está ya a la venta. Con prólogo de Cristina Almeida y la colaboración especial de Manuela Carmena.

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