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“Nadie debería quedarse fuera de la universidad por dinero”

A la derecha, el edificio de la biblioteca de la UPNA.

Garikoitz Montañés

“El acceso a la universidad debería ser por mérito y capacidad. Nadie debería quedarse fuera por dinero”. Las palabras de la vicerrectora de Proyección Universitaria y Relaciones Institucionales de la Universidad Pública de Navarra, Eloísa Ramírez Vaquero, suenan más como una meta que como una realidad. De hecho, para alcanzar ese objetivo el centro impulsó en 2013 su propio programa de ayudas al alumnado para abonar de forma total o parcial la matrícula, un sistema para recuperar a estudiantes que quedaban fuera de otras becas, como las del ministerio, las del Gobierno Foral o el vasco, y que en la actualidad “se ha estabilizado” en torno a las 40 o 50 solicitudes cada año. Hasta el momento, se han concedido 146 de las 213 solicitudes presentadas.

El balance hasta la fecha es de alrededor de 88.906 euros invertidos durante los últimos tres cursos académicos: 35.606 en 2013, 13.094 entre 2013 y 2014, y 21.059 entre 2014 y 2015. Por el nivel de solicitudes, desde la UPNA consideran que el programa se ha consolidado y el nuevo rector del centro, Alfonso Carlosena, se comprometió durante la campaña electoral a mantener este sistema, complementario a otras ayudas institucionales y que pretende llegar a esos y esas estudiantes que, de no contar con esos recursos (deben acreditar que sufren dificultades económicas graves, para los que hay unas circunstancias y unos niveles de renta especificados en la convocatoria del año pasado), corren el riesgo de dejar sus estudios.

En concreto, la respuesta a la convocatoria se disparó la primera vez, cuando, durante el segundo semestre del curso de 2012 a 2013 y el primero del siguiente, se plantearon 82 peticiones, de las que fueron concedidas 51. Ahora, las cifras se han reducido y, por ejemplo, durante la primera parte del curso de 2014 se concedieron 25 ayudas (de las 35 pedidas), durante la segunda mitad otras 35 (de 54) y, durante el pasado curso, de nuevo 35 (de las 42 presentadas). Algunas de estas ayudas se prolongan durante todo el año académico y otras, únicamente durante un semestre.

Colectivos sociales especializados en pobreza y exclusión ya advirtieron el curso pasado de que, por el momento, esta vía para afrontar el pago de la matrícula no es muy conocida. La ayuda de la UPNA es compatible con otras (siempre que no se pague el 100% de la matrícula), así como con otras becas de la propia UPNA que sean por conceptos diferentes al del pago de la matrícula. Así, una de las condiciones es haber solicitado antes una beca, igual que ocurre por ejemplo con la del Ejecutivo navarro (en este caso, la nueva convocatoria de becas está abierta desde el 21 de septiembre hasta el 31 de octubre, según recuerdan fuentes del Departamento foral de Educación), que pide haber optado a la ministerial.

¿Y quienes ni siquiera optan a las ayudas?

El objetivo, en el caso de la UPNA, es llegar a estudiantes en situación “precaria”, que se quedan fuera de esas ayudas ministeriales que exigen algo más que el aprobado entre sus requisitos y que, entre los recortes en educación y los resultados, se ven fuera de este sistema de ayudas pese a sus necesidades económicas. En el caso de la universidad pública de Navarra, la convocatoria se dirige simplemente a aquel alumnado matriculado en grados o en primer y segundo ciclo (que son las antiguas licenciaturas, diplomaturas, ingenierías técnicas y superiores) y que acredite esas dificultades económicas. La Universidad de Navarra, por otro lado, también cuenta desde el pasado curso con la llamada calculadora de coste y becas, que tiene en cuenta el coste del primer curso del grado escogido, la situación económica de cada alumno (la renta, número de integrantes de la familia, lugar de residencia...) y, en este caso, también el rendimiento académico, para conocer a qué ayudas optar.

Cabe preguntarse, en cualquier caso, si a pesar de este tipo de sistemas no hay estudiantes que ni se plantean acceder a la universidad por el coste económico que supone, una cifra difícil de registrar, como explica Ramírez, quien reconoce que pueden saber qué estudiantes se quedan fuera de las ayudas o cuáles superan las pruebas de acceso “y se quedan con nosotros”, pero no así aquellos que no dan esos pasos. De ahí que el objetivo, insista, sea mantener esta convocatoria y, previsiblemente, la de este año se tramitará en alrededor de un mes.

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