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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

“No acostumbran a interesarme los temas sociales ni la política”

El artista catalán Albert Pla.

Garikoitz Montañés

Parece imposible que hablar con Albert Pla deje indiferente. El artista (Sabadell, 1966) combina las respuestas de monosílabos con frases contundentes. Como la que pronunció en octubre de 2013 en una entrevista con el periódico La Nueva España, cuando aseguró que “a mí me ha dado asco ser español, y espero que a todo el mundo”, unas declaraciones a las que siguió la cancelación de su entonces cercano concierto en Gijón. Al preguntarle sobre la polémica, Pla contesta a menudo con un “no lo sé” o un “no tengo ni idea”, como si la controversia no fuera con él o como para reforzar el (presunto) sinsentido de las críticas. A la dificultad para separar dónde está su opinión y dónde el papel, se añade lo complicado que resulta hablar con él por teléfono, en una casa donde solo tiene cobertura en un punto determinado. De ahí que lo habitual al llamarle sea escuchar el mensaje de su buzón de voz, invitando en un amable catalán a dejar el mensaje. Pla actuará este sábado en el Zentral Café Teatro de Pamplona y, como siempre, promete enviar otro tipo de mensaje: intentar que el público reaccione.

Pla acude a la capital navarra (22:15 horas; apertura de puertas a las 21:00) junto al guitarrista Diego Cortés, y la propuesta inicial es hacer un recorrido por varias de sus canciones más conocidas, aunque asegura que ellos tampoco saben cuál será el repertorio final: “Ni nosotros lo sabemos, porque vamos improvisando sobre el escenario. Un día cantamos una (canción) vieja, otro una nueva, otro improvisamos y otro tiramos para adelante”. Eso ahonda en su imagen de artista imprevisible, un “lujo” que se puede permitir por su carrera y por “el sitio al que vas, porque acabas saliendo por un sitio o por otro”. Sobre Pamplona, la zona norte, y la fama de supuesta frialdad del público, asegura que “esa no es mi experiencia”, tanto por sus actuaciones anteriores como por “las amistades que tengo”.

Desde la organización, se describe este concierto como una propuesta muy abierta, en la que Pla, también conocido por sus colaboraciones en películas como Airbag (1997), Honor de cavalleria (2006) o Murieron por encima de sus posibilidades (2014), puede teatralizar sus canciones. No obstante, él evita ese concepto: “Tanto como teatralizar no es, es tipo juego”. Pla asegura que, al subirse a un escenario, lo que busca ante todo es “pasármelo bien, y creo que todo el mundo también lo hace; creo, eh”.

Pla ha compuesto canciones sobre la preparación de bombas (Bomba), sobre las dudas de un novio que piensa en dejar a su novia porque pertenece a una banda terrorista (La dejo o no la dejo) y sobre el rey. En realidad, sobre el rey Melchor (Carta al rey Melchor). En esta última, por ejemplo, de 1992, asegura que “siempre me he cagado en las dinastías y en las patrias putas, las banderas sucias, los reinos de mierda y la sangre azul, mi majestad” y la letra se cambió, según aseguró en una entrevista en El Mundo, por obligación, haciéndola más genérica. Eso sí, asegura que el rey (y, de paso, recuerda que la canción es al rey Melchor) es una figura que “me da igual, no lo conozco”.

Letras “sobre lo que se me va ocurriendo”

Sobre la polémica en torno a si se siente español, afirma que “no acostumbran a interesarme los temas sociales, ni la política”, a pesar, eso sí, de que en uno de sus últimos espectáculos, Manifestación, giraba en torno a un personaje que intentaba salir de una protesta y se topaba con otra. Pla asegura que compone “sobre lo que se me va ocurriendo, de repente”, sin tener una fórmula concreta para buscar la inspiración. Con todo, defiende que su repertorio está lleno de canciones de amor, y que ahora prepara como “1.785 temas”.

Preguntado sobre si, en definitiva, le gusta provocar, Pla expresa que “un artista algo tiene que provocar”. Asegura, no obstante, que al preparar las canciones a menudo “no se prevén las consecuencias”, pero que en su caso “hago lo que puedo”. Por sus letras, a menudo se le ha considerado un artista iconoclasta, algo que el diccionario define como alguien que niega la merecida autoridad de maestros, normas y modelos. “Yo tampoco sé qué significa eso: i-co-no-claaaas-ta”, repite ralentizando la pronunciación. Lo dice alguien que, en su perfil de la red social Twitter, se define, simplemente, con la frase “me gustan las setas”. Y explica que “sigo sin tener ni idea de qué piensa la gente sobre las setas, a mí me gustan”. ¿En general o las alucinógenas? “Me gustan más las de comer, en general”.

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