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La meta de los colectivos sociales, evitar que la violencia de género se “normalice”

Una protesta contra la violencia machista.

Garikoitz Montañés

“Nos están matando”, repiten las asociaciones de mujeres. El miércoles, un hombre supuestamente apuñaló a su expareja cuando esta salía de su domicilio en Castelldefels (Barcelona); ese mismo día, la desaparición de Laura del Hoyo y Marina Okarynska acabó al encontrar sus cadáveres en el nacimiento del Rio Huécar (Cuenca), mientras el exnovio de una de ellas, Sergio Morate, ha sido detenido en Rumanía. Estos casos de supuesta violencia de género han ahondado en el debate sobre la necesidad de un pacto de estado contra, en general, los asesinatos machistas, una reivindicación que también se ha producido en Navarra, donde asociaciones de mujeres han convocado una concentración de repulsa (20:00 horas) en la plaza del Castillo de Pamplona.

Esta acumulación de casos en las últimas jornadas ha reabierto el análisis sobre si esta lucha está bien enfocada, y más cuando la propia consideración de violencia de género o machista genera debate, sobre si es necesario especificarla o hablar de la violencia en general. La asociación Lunes Lilas, uno de los colectivos convocantes de la concentración, insiste en que los casos de violencia machista son “una realidad” que, en ocasiones, se producen como un goteo y, en otras, y especialmente en épocas como el verano, se concentran y despiertan a la ciudadanía. La parlamentaria de Podemos e integrante de la entidad, Tere Sáez, insiste en que es necesario actuar con una mayor sensibilización, educación y formación en materia de igualdad, para conseguir además que la violencia de género sea considera “un problema social importante”.

Algo falla, por ejemplo, cuando este tipo de casos se producen entre nuevas generaciones, como ya se apuntó durante la pasada legislatura desde el Instituto Navarro para la Familia, referente en el impulso de la nueva ley contra la violencia de género, que introduce novedades en Navarra como especificar dentro de ella la violencia psicológica.

Vanesa Eguíluz, que forma parte de la Asociación de Mujeres Empresarias y Directivas de Navarra (Amedna) y de la plataforma Sanfermines en Igualdad, surgida para frenar las agresiones sexistas en fiestas, reconoce que ante este tipo de casos la concienciación y la implicación de la ciudadanía es necesaria, y de ahí que muchos colectivos pongan también el foco en los medios de comunicación: “Las palabras son importantes. Esas mujeres no mueren, las matan, son asesinadas. Y, a menudo, se informa del suceso pero no de las consecuencias, no se hace un seguimiento de qué pasa después a los presuntos agresores”.

Yolanda Rodríguez, presidenta de Médicos del Mundo Navarra, ONG que también ha secundado la concentración, comparte esta llamada de atención: “No se puede decir Muere una mujer en la vía pública de forma violenta, porque son asesinatos y, respetando la presunción de inocencia del supuesto autor, hay que hablar de cómo fue esa muerte, en este caso por un apuñalamiento”, dice en referencia al caso de Castelldefells. Rodríguez también habla de la necesidad de eludir el sensacionalismo, de llamar a las cosas por su nombre y de evitar, en definitiva, “la normalización de la violencia de género”.

“También se recuerda, ante estos casos, cómo una mujer ha degollado a su hija de tres meses (se refiere al suceso ocurrido, también este miércoles, en La Villa de Don Fadrique, en Toledo), una cuestión terrible y que se utiliza para alegar que también hay mujeres que matan a sus hijos”, explica. Con todo, Rodríguez cree que estas continuas muertes (789 mujeres han sido asesinadas en España desde 2003 por sus parejas o exparejas, según datos recogidos por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad; además, hay otros ocho casos en estudio) demuestran que “el sistema está enfermo y seguimos viviendo en él”.

Ayudas a asociaciones de mujeres

Para cambiarlo, estos colectivos piden la implicación de la ciudadanía, pero también de las instituciones, la Justicia y las fuerzas de seguridad. Sáez, por ejemplo, recuerda la necesidad de que el Gobierno Foral (Podemos ha apoyado el acuerdo programático del nuevo ejecutivo) recupere las ayudas dirigidas a asociaciones de mujeres, que se han frenado durante al menos los últimos tres ejercicios. La asociación pro derechos de la mujer maltratada, Aprodemm, ha avisado recientemente de su posible desaparición en septiembre ante la falta de ayudas; y Sáez espera ahora que el nuevo Gobierno Foral recupere no solo esta subvención sino todas, pero también que las asociaciones desarrollen programas y que complementen esos servicios con los de la Administración.

El próximo 7 de noviembre está prevista una marcha estatal en Madrid contra la violencia machista, y los colectivos sociales insisten en que la necesidad de llevar a cabo este tipo de movilizaciones para exigir nuevas medidas y más implicación. “Seguiremos saliendo a la calle”, garantiza Rodríguez.

(Edición actualizada).

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