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El movimiento obrero, una historia de cine

Garikoitz Montañés

La lucha de clases, la desigualdad y la penuria económica es un argumento habitual que puede encontrar en la cartelera. Ahora, marcada obviamente por la crisis, la industria cinematográfica se ha centrado, a menudo, en reflejar la ambición desmedida de los llamados peces gordos, como ocurre en The Company Men (2010), Margin Call (2011), El capital (2012) o, incluso, El lobo de Wall Street (2013); todas, de una u otra forma, provocan indignación, generan debate y ofrecen respuestas a los porqués de la situación actual. El periodista Jesús Artigas las sitúa como el actual referente de lo que podría considerarse el cine obrero; ese que, desde los orígenes del cine (como muestra, Salida de obreros de la fábrica, de los Lumière, fue la primera película de la historia), ha reflejado las penurias de quien trabaja, lucha y se pelea por salir adelante. En ese recorrido de 120 años de historia de cine trabajador, Novecento tiene un papel destacado.

La película constituye una de las citas claves de las proyecciones de La clase obrera en el cine, que la Filmoteca de Navarra ha acogido entre los meses de abril y mayo. Este ciclo, organizada por Donostia Kultura con la colaboración de la Filmoteca de Valencia, ha recorrido diferentes comunidades y, en el caso de Navarra, se ha condensado en la proyección de clásicos como la mencionada película de los hermanos Lumière, Surcos (1951) o La tierra (1930), y que ahora llega a un punto clave con Novecento (1976). No en vano, se trata de una superproducción obrera (sí, suena a contradicción) que refleja un momento vital de la lucha obrera, la Italia de 1900 a 1945, durante 317 minutos. De ahí que se proyectara, en el momento de su estreno y ahora, en dos partes.

La Filmoteca ya acogió la semana pasada esa primera entrega y, este viernes, mostrará la segunda a partir de las 19:30 horas. Y, como siempre, será en Versión Original Subtitulada, en este caso en italiano y subtitulada al castellano, porque las grandes estrellas del reparto fueron dobladas del inglés en su día. Precisamente ver más jóvenes a actores como Robert de Niro, Gerard Depardieu, Donald Sutherland o, aunque no tan joven, a Burt Lancaster, es uno de los principales atractivos de esta cinta; además de apreciar la música de Ennio Morricone o la dirección de Bernardo Bertolucci, que sobre todo acierta al componer “ese gran fresco del movimiento obrero, de los campesinos de la época y los conflictos que superaron. Ahí refleja la realidad tal como era, la miseria de una clase frente a la oposición del cacique”, cuenta Artigas, que es el encargado de presentar esta obra.

Las curiosidades de un “desastre” comercial

Hay otras razones para ver la película. Como el miedo de las (co)productoras norteamericanas a impulsar una obra con “tantas banderas rojas”, la fotografía de Vitorio Storaro, las localizaciones en el entorno de Parma y la inclusión de “unas escenas magníficas”, combinadas, eso sí, “con otras que chirrían bastante”. Porque muchas de ellas parecen una prueba de la discriminación de la mujer en la época y son “machismo en estado puro”.

Para Bertolucci, que venía de triunfar con la también controvertida El último tango en París (1972), una película como Novecento que costó alrededor de 400 millones de pesetas supuso “un desastre” comercial. Con todo, puede resultar interesante por cómo narra esa lucha entre campesinos y señores que da vida al cuadro de Giussepe Pelliza da Volpedo El cuarto Estado (que le sirvió de inspiración) y porque cuenta cómo nació el movimiento obrero. Un relato histórico que no ha quedado atrás en la Historia.

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