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Sobre este blog

Think Bask, quiere ser una red de pensamiento analítico donde aquellas personas que generan conocimiento en nuestra sociedad, como universidad, investigadores sociales, analistas, fundaciones, ONG’s, sindicatos, partidos políticos, blogs, etc... tengan un cauce de expresión y un lugar de encuentro. En este espacio caben todas las opiniones y el debate es bienvenido.

Traidores de lo público

Imanol Zubero

Javier Fernández-Lasquetty es consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid. Ocupa, pues, un muy relevante cargo en la administración pública autonómica. Su mayor responsabilidad es utilizar con eficiencia y eficacia los poderes y los recursos públicos con los que cuenta, en favor de la ciudadanía. Para eso, sólo para eso, recibe un sueldo público, pagado a través de los impuestos de la ciudadanía madrileña.

Traicionando absolutamente su deber como gestor de lo público, desde que en 2010 asumiera la cartera de Sanidad Lasquetty no ha hecho otra cosa que impulsar la privatización de la sanidad madrileña con el argumento de que la gestión privada de servicios públicos esenciales es más eficiente que la gestión pública: “Siempre he pensado que la Administración no es buena gestionando un servicio público”, ha declarado en sede parlamentaria, en una comparecencia ante la Asamblea de Madrid.

Pero el inmoral Lasquetty sigue cobrando un abultado sueldo público (en ausencia de sobresueldos y otros aguinaldos populares, al menos 77.602 € netos al año, en 14 pagas de 5.543 € netos al mes) por ocupar una alta responsabilidad como gestor público, y ello a pesar de que considera que tal gestión no es ni eficaz ni deseable. Su obligación sería trabajar para lograr que, en su caso, la gestión pública de la sanidad sea correcta, o dimitir inmediatamente de su cargo en el caso de que considere que tal cosa es imposible. Pero no. Renuncia a su responsabilidad como gestor, pero no renuncia a su sueldo. Traiciona lo público. Por cierto: Lasquetty es otro de esos ultraliberales paladines de la gestión privada que toda su vida han vivido de lo público, sin pasar por concurso público ninguno, sin ganar oposición ninguna, sin demostrar más mérito que su fidelidad absoluta a unas siglas políticas.

Ahora, el Juzgado Contencioso Administrativo número 4 de Madrid ha tomado la decisión de suspender cautelarmente el proceso de privatización de seis hospitales en la región. Pues bien, el tal Lasquetty no ha encontrado otra forma mejor de responder al auto que descalificarlo porque, según él, el magistrado ha utilizado “criterios políticos, e incluso personales para tomar su decisión”. ¿Criterios políticos y personales? ¿Cuáles han sido los criterios utilizados por Lasquetty para tomar su decisión de privatizar la sanidad madrileña? ¿Acaso ha utilizado criterios sanitarios, profesionales, técnicos, sociales? Las decisiones privatizadoras de Lasquetty han sido cuestionadas por la práctica totalidad de los colectivos sanitarios (sociedades científicas, Colegio Oficial, asociaciones profesionales), y también por pacientes y asociaciones de consumidores, generando una ejemplar marea blanca que lucha contra la conversión de los servicios públicos universales en bienes mercantiles de acceso restringido en función de la renta.

Lo de Lasquetty es como si el director general de Coca Cola dijera públicamente que Pepsi es mucho mejor, ya que su proceso de elaboración es mucho más fiable. ¿Cuánto tiempo seguiría ocupando su cargo? Porque lo inaceptable no es discutir sobre la mayor o menor eficiencia de la gestión pública o privada de determinados servicios públicos, sino el hecho de que la bandera de la privatización la enarbole quien tiene como única obligación garantizar el carácter público de unos servicios de salud eficaces y eficientes.

Pero Lasquetty se sabe impune, ya que lo últimos treinta años de irresponsable discurso neoliberal han tenido como principal consecuencia el descrédito de todo lo que se acompañe del adjetivo 'público'. Nadie mejor que un liberal (este, sí, de verdad) como Ralf Dahrendorf para entonar el réquiem por lo público:

“El efecto más grave de los valores ligados a la flexibilidad, la eficiencia, la productividad, la competitividad y la rentabilidad es posiblemente la destrucción de los servicios públicos. Es necesario precisar la expresión: estamos hablando de la destrucción del espacio público y a la vez de los valores correspondientes del servir. La filosofía predominante del palo y la zanahoria ha descuidado primero y luego rechazado conscientemente aquellos otros motivos que llevan a la gente a hacer cosas porque están bien o incluso porque tienen conciencia de sus deberes, sentido de la responsabilidad. La introducción de motivos y conceptos seudoeconómicos en el espacio público lo priva de su cualidad esencial. Un servicio sanitario nacional, la educación pública general, un ingreso básico garantizado, cualquiera sea su nombre, se convierten en víctimas de un economicismo preso de locura homicida” ('El recomienzo de la historia: de la caída del Muro a la guerra de Irak', Katz, Buenos Aires, 2006, p. 114).

A todos los 'lasquettis', traidores de lo público: ¡quitad vuestras sucias manos de los servicios públicos! Y que la marea siga subiendo.

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