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“La vida diaria la sacan adelante las mujeres”

Rosa María Calaf durante su ponencia 'Toda una vida de periodista' en la Facultad de Comunicación de la UPV.

Laura Murillo Rubio

Leioa —

“El periodismo no es un trabajo, es algo mucho más que eso. Es una profesión de compromiso, de responsabilidad social, que siempre ha resultado incómoda porque trata de buscar lo que hay detrás del silencio, lo invisible. Y normalmente cuando algo es invisible y no se cuenta es porque existen intereses de que no salga a la luz”, aseguraba Rosa María Calaf dentro del marco de las jornadas sobre mujeres y medios de comunicación, celebradas en la Facultad de Ciencias Sociales de la UPV. Bajo el título ‘Toda una vida de periodista’, la veterana profesional de la información ha hecho un repaso por su amplia trayectoria como corresponsal en TVE, en el que ha destacado que si las comunicaciones avanzan es debido a la labor de las mujeres.

En su ponencia, Calaf señalaba que hay que colocar a la mujer siempre en un papel activo de la sociedad. “En los conflictos, catástrofes y situaciones más extremas, la vida diaria continúa por las mujeres. Ellas la sacan adelante porque son quienes se preocupan de que los niños coman, si es que tienen para comer. Por eso, cuando necesitamos entrevistar a alguien en países conflictivos debemos buscar a una mujer. En Pakistán o India, donde la discriminación es brutal, podemos encontrar abogadas, informáticas o expertas economistas y activistas que están preparadísimas para abordar todo el tema de los derechos sociales”, ha asegurado.

Precisamente, Rosa María Calaf fue una de las primeras voces femeninas enviadas a cubrir información internacional para TVE. “Cuando yo empecé había muy pocas enviadas especiales en todas partes y de España, desde luego, ninguna. Fuimos a hacer Internacional Carmen Sarmiento y yo; después, Paloma Gómez Borrero también se quedó con la corresponsalía de Italia, pero nadie más. Éramos las únicas mujeres españolas”, apunta sobre sus inicios en la televisión pública.

La Guerra de Vietnam se considera el punto de inflexión a partir del cual las mujeres comenzaron a trabajar también como corresponsales de guerra. “No significa que en las Guerras Mundiales no hubiera mujeres, porque alguna había, muy pocas y todas americanas, pero había” cuenta Calaf. Sin embargo, cubrir como profesional de terreno conflictos armados internacionales no ha sido ni es tarea fácil para las periodistas. “Aunque cada vez menos, conseguir ir a trabajar a determinados sitios todavía hoy es otro campo de batalla para nosotras”, señala la corresponsal que además considera que cada vez hay más mujeres dispuestas a asistir a conflictos que hombres. “Tal vez, la mujer piensa que esa es una manera de poder avanzar o afianzarse en la profesión. No sé cuál puede ser la razón, pero la realidad es que debemos luchar por ir a cubrir una lucha”, insiste.

Impedimentos para las mujeres periodistas

En este sentido, Calaf ha compartido varias anécdotas experimentadas a lo largo de su carrera en las que señalaba que el mero hecho de ser mujer ha supuesto un inconveniente para el ejercicio de su profesión. “Es verdad que en las zonas fundamentalistas religiosas o los paternalismos exacerbados de tantísimas comunidades en el mundo existen ámbitos en los que las mujeres no podemos entrar como algunas mezquitas o escuelas coránicas”, cuenta Calaf, quien se ha encontrado con “personajes” que no han querido ser entrevistados por una mujer. “Esto ahora ha cambiado porque todos esos círculos, por cerrados que sean, saben que hay muchas mujeres realizando trabajo de campo y si quieren hacer pasar su mensaje tendrán que hablar con ellas”, explica.

No obstante, los propios medios de comunicación eran reacios a enviar en ocasiones a compañeras periodistas, simplemente, por evitar problemas y proteger su seguridad. “Cuando fui a Irán, evidentemente, hubo una cierta discusión que me consta en la televisión sobre si me mandaban o no, porque se sabía que, en aquel momento, allí todo era muy inflexible y estricto con el tema de la opresión y la discriminación hacia la mujer”. Calaf, que obviamente terminó yendo, al llegar tuvo que cubrir su cuerpo completamente con prendas negras, lo que le permitió trabajar “bastante bien”. “Pedí una entrevista con el jefe del Parlamento iraní, quien me la concedió con la condición de que no podía dirigirme a él nunca directamente, ni mirarle. Es decir, yo hablaba con el traductor que le transmitía mi pregunta, él le contestaba y el traductor me lo decía, sin poder mirarle en ningún momento a los ojos”, explica. “Son situaciones muy desagradables pero en las que piensas que hay que ceder en determinados puntos porque el objetivo es poder tener la mejor calidad de la información posible”, indica.

La periodista asegura que no solo hay problemas en el acceso a los entrevistados, sino en el día a día del trabajo. “Era complicado hasta ir al servicio”, sostiene. “En Timor Oriental en un conflicto en el que estaban quemando una ciudad, por seguridad, procurábamos ir al baño solo de noche. Estaba todo destruido, no podías meterte en ningún sitio y ponerte detrás de una pared, entre las ruinas, era peligroso porque se te podía caer encima”, cuenta. “Nos reíamos porque a todo hay que sacarle la ironía, el sarcasmo y el humor que es lo que te ayuda, pero entonces íbamos de noche en fila cinco o cuatro chicas juntas y una vigilaba que no pasaran los soldados de Naciones Unidas porque iban con visión nocturna, con las gafas esas que se ve todo verde. Teníamos que ir haciéndonos parapeto”, detalla Calaf.

Asimismo, la periodista denunciaba la violación sistemática y abusos que se dan en situaciones límite de conflicto abierto. “Se utiliza el cuerpo de la mujer como táctica de destrucción”, señala. “La violación, los embarazos forzosos, todo ese tipo de atrocidades que sufren las mujeres que están ahí, eso es lo primero que debe preocuparnos. Lo que te pase a ti es un añadido que, aunque es intolerable, tú asumes porque sabes que te puede pasar por estar ahí y, por desgracia, no puedes andar libremente como a lo mejor puede hacerlo un compañero hombre”, indicaba.

“Los periodistas locales se juegan la vida”

En opinión de Calaf el “verdadero riesgo” lo asumen los periodistas locales residentes en las zonas conflictivas. “Los periodistas de allí te ayudan en situaciones complicadas. Son personas que tienen contacto con la sociedad, con la realidad. Se prestan a acompañarte y te acercan a las pautas culturales de cada lugar. Mi homenaje es siempre para ellos porque se habla muy poco de su labor y la realidad es que se juegan la vida”, declaraba.

En relación a ello, la corresponsal defendía la labor de las mujeres periodistas en determinados lugares en los que han sido acosadas e intimidadas. “A las periodistas mexicanas se les acorrala y acosa, generalmente siempre con una vertiente sexual, con amenazas o bien a los hijos o bien a ellas, pero físicamente. Eso es absolutamente continuo”, denunciaba.

“Mueren más periodistas que nunca”

Del mismo modo, Calaf mostraba su malestar por la falta de compromiso de los medios de comunicación en la actualidad. “Mueren más periodistas que nunca en conflictos porque cada vez hay más gente sin preparar. Los medios ya no invierten en corresponsales, ni en enviados especiales”, afirmaba.

“Varios medios, como por ejemplo El País, han echado a los grandes periodistas de terreno como el caso de Ramón Lobo. Se prescinde de ellos porque ya da igual la información, lo que importa es sacar algo y para ello se apoyan en los freelance”, ha contado Calaf, quien aseguraba que “son los que están salvando la información internacional pero con unas condiciones de precariedad e inseguridad absolutas y además con la exigencia de que les pagan únicamente por aquello que les compran, por lo que tienen que venderlo como sea y no necesariamente es una información con un bagaje de seguimiento, contexto y profundización”, argumentaba la periodista, que denunciaba la realidad actual de los medios que “pagan por lo que impacta y no por lo que importa”.

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