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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

ETB, ETA, GAL, las víctimas y la memoria histórica y colectiva

José Gordejuela

Dicen que la historia la escriben los vencedores pero al paso que vamos, en Euskadi, nos vamos a tener que creer el relato de los que han perdido. Y todo ello con la inestimable e ¿inconsciente? ayuda de la radio televisión pública vasca.

En principio este espacio que me cede El Diario Norte es para escribir y opinar sobre los programas que emite EiTB, sus extrañas políticas de contratación, sus empresas participadas, la marcha de las audiencias, etcétera. Ya saben, un intento por rascar en la coraza de un ente que ha sido regido y dirigido por la misma casta de profesionales durante prácticamente toda su existencia y que nos cuesta a cada ciudadano vasco aproximadamente 50 euros al año. La veamos y escuchemos o no. Precisamente, ese es el dinero, euro arriba, euro abajo, que se gasta ETB 1, cada día como hoy por cada espectador que la ve. Que no sé si será mucho o poco, pero es curioso.

Y sin embargo voy a escribir de lo de siempre. De los contenidos y del poco tino que a veces tienen en esa casa. Hoy lunes, el prime time de ETB 2, 60 Minutos, que por cierto ha perdido a su tercer presentador, Jose Antonio Pérez, y ahora se parece al desaparecido Equipo ED, va a emitir un programa con el siguiente título: “Lasa y Zabala, 30 años”.

Es decir, que el programa tratará sobre el secuestro, la tortura y el posterior asesinato de los militantes de ETA Lasa y Zabala a manos de la organización terrorista GAL en octubre de 1983. Según la sentencia del caso, el 15 de octubre de 1983 Lasa y Zabala fueron secuestrados en Bayona (Francia) por miembros del GAL. Fueron retenidos en el cuartel de la Guardia Civil de Intxaurrondo. Siguiendo instrucciones del general Galindo, les llevaron al palacio de La Cumbre, en San Sebastián, donde fueron torturados. A la vista del estado en que quedaron, el general Galindo, con el conocimiento del gobernador civil Julen Elgorriaga y del teniente-coronel Ángel Vaquero, ordenó su desaparición. Los guardias civiles Enrique Dorado y Felipe Bayo les llevaron a Bussot (Alicante), cavaron una fosa, y el primero les disparó tres tiros en la cabeza. Después les enterraron. En enero de 1985 fueron hallados sus restos, pero permanecieron sin identificar hasta 1995, ya que sus cuerpos habían sido enterrados en cal viva, lo que dificultó su identificación.

Por este crimen fueron condenados Enrique Rodríguez Galindo, general de la Guardia Civil destinado en Intxaurrondo; Ángel Vaquero, teniente coronel del mismo cuartel; y Julen Elgorriaga, a la sazón gobernador civil de Gipuzkoa. En total se les asignaron 365 años de cárcel, aunque, finalmente, y tras cumplir unos años de cárcel (5 en el caso del general Galindo) acabaron siendo indultados por el Gobierno.

Los dos últimos párrafos han sido extraídos de la Wikipedia puesto que me parecía que contaban esta terrible historia con rigor y exactitud. Y esta es la terrible historia que, una vez más, nos va a contar Euskal Telebista hoy en su segundo canal. Y merece ser contada.

1983 fue un año duro. Muy duro. En Euskal Herria campeaban nada menos que cuatro organizaciones terroristas ETA militar, ETA político-militar, los Comandos Autónomos Anticapitalistas y el GAL. Las tres primeras asesinaron a 44 personas ese año y el GAL a 4. Lasa y Zabala fueron los primeros.

Por eso, para que la memoria sea completa hay que contar más historias. Hay que rescatar del olvido otras vidas truncadas. Igual que en caso de Lasa y Zabala hay que poner cara a los muertos y a sus asesinos. Y eso no parece que lo vaya a hacer EiTB. Igual es que le faltan eso, las historias. Si es así, aquí van unas cuantas, también de 1983, también de hace 30 años.

El 5 de febrero de 1983 una bomba hizo explosión en la sede del Banco de Vizcaya en Gran Vía 1, junto a la Plaza Circular en Bilbao. ETA lo consideró un “error técnico” y un “lamentable suceso” que provocó la muerte de Ramón Iturriondo, cajero, Aníbal Izquierdo, ordenanza, y Benicio Alonso Gómez, conserje. Además hubo una decena de heridos de diversa consideración.

Aníbal Izquierdo , trabajador de la sucursal de Portal de Zamudio, pero que ese día acudió a la central para realizar unas gestiones, se acercó al maletín bomba que estaba en un mostrador, junto a una columna. La deflagración lo desplazó más de 10 metros matándole en el acto. Vecino de Gallarta, tenía 48 años y era delegado sindical de ELA-STV. Estaba casado y tenía un hijo.

Ramón Iturriondo García, cajero del Departamento de Moneda Extranjera, murió dentro de la cabina blindada donde estaba trabajando. Tenía 43, casado con cuatro hijos. Txomin Ziluaga, entonces dirigiente de Herri Batasuna, manifestó que Ramón Iturriondo era votante de HB.

Dos días después fallecía en el Hospital de Basurto Benicio Alonso. Era conserje de la sucursal del Banco Vizcaya de Ercilla. El día de la explosión, se encontraba en la central del Banco para cumplimentar unos trámites. Sufrió la amputación de ambos brazos, además de, según el último parte médico antes de su fallecimiento “politraumatismo y traumatismo cráneo-encefálico en cuarto grado; quemaduras de segundo grado en cara, cuero cabelludo y ambas piernas; afectación traumática en ambos globos oculares; heridas múltiples por metralla en macizo cráneo-facial, cuello, tórax y extremidades inferiores. Amputación traumática del primer tercio inferior del húmero izquierdo y lesiones traumáticas múltiples, afectando a partes óseas y blandas y extremidad superior derecha”. Benicio Alonso Gómez tenía 51 años. Era natural de Barca (Soria), estaba casado y tenía dos hijos.

Según la sentencia Jon Etxeandia Zorroza hizo la llamada al banco avisando de la colocación de la bomba, y Josu Amantes Arnaiz (1997) colocó el maletín con la bomba en el interior del banco. El primero salió de prisión en 2003 y falleció en 2010. El segundo continúa en prisión, en aplicación de la llamada doctrina Parot.

Patricia Llanillo fue ametrallada durante los Carnavales de Tolosa de 1983 junto a su marido Jose Luis Alonso, que resultó herido grave. Ella no sebrevivió. Murió. José Luis era detective privado, empleado de la agencia Detectives y, según informaciones publicadas, llevaba dos días en Tolosa vigilando un caso de absentismo laboral. Al parecer ETA militar lo confundió con un miembro de las Fuerzas de Seguridad. Su mujer estaba con él en el coche. Los Carnavales no se suspendieron. Uno de los supuestos asesinos de Patricia, Miguel Bustintza Iurrebaso, murió en un enfrentamiento con la Guardia Civil en Bilbao en septiembre de 1997.

Patricia Llanillo tenía 32 años. Estaba embarazada tenía dos hijos adolescentes, Patricia y Roger, de quince y catorce años respectivamente. José Luis y Patricia eran políticamente de izquierdas y votantes de Euskadiko Ezkerra.

Y una última muestra de este surtido de horrores. El 16 de junio de 1983 moría Eduardo Vadillo. Dos días antes, a las once de la mañana, Eduardo fue alcanzado por la metralla de una bomba colocada por ETA en el Alto de Trabakua, en el momento en que adelantaba a un vehículo de la Guardia Civil, en el que iba el teniente coronel José Lull Catalá, objetivo del atentado, que resultó ileso.

Eduardo Vadillo, responsable de ventas de un concesionario de automóviles, fue trasladado al Hospital de Basurto. El parte hospitalario precisó que el herido presentaba “heridas por metralla, orificio de entrada en parietal derecho, que provoca fractura con estallido de bóveda craneal y pérdida ósea, por entrada de una tuerca que aparece alojada debajo del parietal contralateral y produce salida de masa encefálica y signos de afectación neurológica muy importantes. Fractura abierta de húmero derecho. Herida incisa a nivel del tercio medio del esternón, no penetrante”.

En 1984 la Audiencia Nacional condenó a José Ramón Larrinaga a una pena de nueve años de prisión mayor por un delito de atentado contra un miembro de las Fuerzas de Seguridad del Estado, y a 29 años de reclusión mayor por el asesinato de Eduardo Vadillo. En 2002 fue condenada Carmen Gisasola Solozabal. Un tercer terrorista, Patxi Rementeria, miembro también del comando Gorrotxategi, autor de este atentado, falleció en el año 2000 cuando explotó la bomba que transportaba.

¿Merecen estas historias ser rescatadas del olvido? ¿Tiene ETB intención de dedicarles un 60 minutos? ¿O una serie documental? ¿Es menos Patricia, 32 años, embarazada de su tercer hijo en el momento de ser asesinada, que Lasa y Zabala? ¿Dónde está su marido, Jose Luis Alonso, que sobrevivió a sus heridas? ¿Qué fue de sus hijos? ¿Qué piensan hoy los miembros de las sociedades tolosarras que se negaron entonces a suspender el Carnaval?

Hay muchas citas sobre la memoria colectiva. Desgraciadamente, una vez más, EiTB ha adoptado la del dramaturgo inglés John Osborne: “El que tiene mala memoria se ahorra muchos remordimientos”. Y en eso andamos.

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