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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

La Ertzaintza, Mintegi y la joven de Ondarroa

Isabel Camacho

Una de dos o los políticos abandonan su arrogancia y flexibilizan su pensamiento, cualquiera que sea, o la reconciliación política y social va a durar en Euskadi más que la guerra de los cien años.

La gran mayoría de la población vasca asume que asistimos a un tiempo distinto que debe propiciar que las cosas se hagan de forma diferente.

Muchos de los que ahora se llevan las manos a la cabeza parecen haber olvidado que durante la tregua de ETA de septiembre de 1998, en tiempos de la presidencia de José María Aznar y con Jaime Mayor Oreja de ministro de Interior, se llegó a ordenar de manera tácita a las Fuerzas de Seguridad del Estado que no practicaran detenciones.

Uno de los que se libró fue el “comando Donosti”, cuyos miembros estaban localizados. La Ertzaintza también aflojó la persecución y trasladó a la mayoría de sus agentes antiterroristas a la lucha antidroga.

¿Dónde estaban entonces las voces ahora escandalizadas cuando Aznar ofreció a ETA un diálogo directo y sin intermediarios para tratar de convertir la tregua en un cese definitivo de la violencia. Un pacto que preveía incluir la reinserción de los presos?

Hace unos días, hemos asistido a un espectáculo que algunos han tildado de circense pero más bien es preocupante por las reacciones que ha generado. A menudo, tan dispares que nos han invitado a vivir realidades virtuales.

La operación desarrollada por la Ertzaintza para detener a Urtza Alkorta ha generado un aullido de protestas. La joven de Ondarroa, como la presentaron en el Teleberri del mediodía de ETB, está condenada a cinco años, de los que ya ha cumplido más de la mitad. Muchos obviaron este dato así como que su delito es colaboración con ETA y la llamaron etarra directamente. Distintas visiones según el ojo de quien mira.

Para unos, como Txelui Moreno, dirigente navarro de la izquierda abertzale, la actitud de la Ertzaintza fue violenta y demuestra lo que entiende el PNV por “suelo ético”. Esos mínimos que establece la Ponencia de Paz para seguir avanzando en el proceso de convivencia y que no han suscrito ni EH Bildu ni PP.

Para otros, como el periodista Santiago González, Ondarroa era una “ciudad sin Ley” porque el Gobierno vasco había rechazado la oferta del delegado del Gobierno de contar con la Policía Nacional y la Guardia civil para restablecerlo.

¿Actuó la Ertzaintza con violencia o su permisividad permitió dilatar innecesariamente la detención para gloria de la izquierda abertzale, que pudo mostrar su fuerza y poderío?

¿Qué habría que haber hecho? Yo lo tengo claro después de haber visto vídeos, leído y oído todas las opiniones posibles: La Ertzaintza, y hay que reconocerlo, en esta ocasión operó de manera impecable.

Las tres horas que empleó en despejar los aledaños y el puente merecieron la pena. Como comentó un fotógrafo bilbaíno curtido en mil batallas había dos posibilidades: hacer lo que se hizo o causar un estallido de violencia con resultados graves.

¿Alguien piensa de verdad que hubiera sido conveniente que la Guardia Civil entrara en Ondarroa? como preguntó el día después Itxaso Atutxa, presidenta el PNV de Bizkaia a la izquierda abertzale.

Lo que ocurrió en Ondarroa es casi un calco de lo que pasó recientemente en Donosti con motivo de las detenciones de los miembros de Segi. Forma parte de la nueva estrategia de la izquierda abertzale. Dos operaciones policiales que son un ejemplo de actuación. O, ¿es preferible una foto como la que hemos visto estos días de una mujer con la cara ensangrentada rodeada de policías nacionales por participar en un escrache feminista frente al domicilio del ministro Gallardón?

La izquierda abertzale tensionó, como dijo el lehendakari. Pero, siempre es mejor la resistencia pasiva que la guerrilla urbana. Su estrategia en estos tiempos es combinar la participación institucional con la desobediencia; nuevas maneras de hacer política sin provocar caos.

“La desobediencia civil encaja perfectamente con las democracias europeas más avanzadas, donde la participación ciudadana permite aplicar medidas correctoras a las decisiones institucionales”, adelantaba Laura Mintegi durante su campaña electoral como candidata a lehendakari.

La misma Laura Mintegi que ese día en Ondarroa cometió un error impropio de un dirigente político ¡ay esa bisoñez que ella misma reconoce le juega malas pasadas! Se enfrentó a la Ertzaintza con altanería y, por si fuera poco, desveló sin que nadie le preguntase una conversación previa con la consejera de Seguridad Estefanía Beltrán de Heredia.

Me imagino la situación: consejera, que la Ertaintza actué de manera ordenada y sin violencia y yo me comprometo a que los míos se porten bien. Un hecho que muchos ciudadanos entienden y no dan más importancia pero que para el PSEE es gravísimo. Y, ya ha pedido explicaciones al lehendakari. Son los movimientos en el tablero de juego de tronos.

El mismo juego que lleva a Mintegi a recriminar al PNV que incumpla “por injusta” la orden de detención de la condenada por colaboración con ETA. Es listado es largo y raya en el absurdo.

Y, luego está la aprobación con el 31% de los votos de la Cámara vasca del rechazo al término “preso político”. Es legal pero ¿representa la realidad social vasca?

Es cierto que el mundo abertzale hace un uso interesado del lenguaje. Pero, ¿Es Arnaldo Otegi un preso político? Se podría decir que sí. Y, ¿“Txeroki”?, más bien un asesino. Nominarlos como presos políticos no justificaría en ningún caso sus delitos.

Estamos en tiempos de cambio en la que nos jugamos mucho. Intentar no adherirse al pensamiento único y tratar de practicar la empatía son cualidades difíciles de adquirir. Sin embargo, absolutamente necesarias en la vida cotidiana y en la práctica política. No se trata de abandonar nuestra opinión sino procurar acercarse a la del otro: analizar sus motivos, no necesariamente compartirlos. ¿Una entelequia? Seguramente. Los políticos buscan el beneficio a corto plazo y no contemplan el bien de las futuras generaciones como persiguen los buenos estadistas.

La senda es larga y arrastramos un fardo pesado de sangre y dolor. El visionario Bob Dylan cantaba en el inmortal 'Los tiempos están cambiando': “Venid escritores y críticos que profetizáis con vuestras plumas, abrid bien los ojos, la oportunidad no se repetirá más”.

Los vascos llevamos mucho tiempo anhelando la paz como para no saber que la estamos encontrando.

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