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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

¿Final del bipartidismo?

Josu Montalbán

¿Asistimos al final del bipartidismo que ha venido imperando en España desde el año 1982? Todo indica que sí, que las Elecciones Generales de Noviembre del 2011 fueron el último episodio en que el bipartidismo se mostró con nitidez. Pero ya no cabe hablar de bipartidismo porque los dos partidos que le han dado vigencia en los últimos treinta años, -PSOE y PP-, apenas alcanzan el 50% en las previsiones de voto que proclaman las últimas encuestas. Al mismo tiempo los partidos nacionalistas mantienen su presencia, IU recoge buena cantidad de los votos que se descuelgan del grupo de los antiguos votantes del PSOE, y UPyD emerge con cierta fuerza como partido populista, alejado de las ideologías tradicionales, de la mano de Rosa Díez, que fue la más ferviente admiradora de las políticas que instalaron el bipartidismo en España cuando aún pertenecía al PSOE.

Han sido precisamente el PSOE y el PP quienes, con sus comportamientos, han acabado con ese bipartidismo en que los dos han estado tan cómodos. Sin embargo, será el PP quien más va a sufrir las consecuencias, sobre todo a partir del momento en que el PSOE recupere su capacidad de representación, modernice sus tesis ideológicas y restaure la confianza de los ciudadanos en él. ¿Por qué se instaló el bipartidismo? Principalmente porque culminada la Transición (al menos tras las primeras andaduras), el PSOE insistió en ocupar una franja muy amplia del electorado que iba desde el centro, abandonado por UCD y CDS, hasta la izquierda comunista. El PP también tentó a los votantes del centro, y tuvo la fortuna de no encontrar a nadie dispuesto a disputarle los votos de la extrema derecha que nunca le han abandonado. Entre los dos partidos ocuparon todo el espacio político, ambos abandonaron sus purezas ideológicas y se entregaron a un ideario absolutamente pragmático en el que han contado mucho más las propuestas de cariz electoralista que las ideológicas. A ambos parecía bastarles con la defensa de la Democracia: ambos han sacado provecho a la defensa de políticas coyunturales, es decir, un rosario de proposiciones que no intranquilizaran ni amilanaran a los ciudadanos, y a la vez con escasa fuerza transformadora.

Nunca se impacientaron, ni PP ni PSOE, cuando los artífices del pensamiento intelectual subrayaban que la izquierda del PSOE apenas se diferenciaba de la derecha del PP. Lo cierto es que la lucha electoralista por arrastrar el voto de centro a sus dominios trajo consigo que la dimensión electoralista primara sobre la ideológica. Estos comportamientos, unidos al descrédito de la Política a causa de la corrupción, que ha afectado a todos, ha hecho el resto. Las políticas de ambos, en el plano teórico, apenas se han diferenciado en los maticos hasta que la crisis ha vapuleado a todos. Como ha afirmado recientemente Maravall, “la desesperanza con la política deriva, en buena parte, de que los políticos no hablan de en qué país querrían vivir al final del túnel”. Pero la crisis, y las dificultades por las que pasan los ciudadanos, ha alertado las conciencias de todos, incluidos quienes confiaban en alguno de los dos partidos mayoritarios. Las redes sociales han puesto osadía y variación de críticas y de criterios. Los movimientos populares, como el 15-M, han agitado la solidaridad. Los partidos populistas, o xenófobos, surgidos por toda Europa también han espoleado a los españoles: IU y UPyD han sido los beneficiados.

Socialistas y populares se han dormido en los laureles, pero a unos y a otros les ha sorprendido la cruda verdad sin que estuvieran preparados para recibirla. Ambos sumaban el 84% del voto en el año 2008, pero ahora están entre el 50 y el 55%. Ambos van a pagar sus excesos o su parsimonia con sus derrotas; el bipartidismo cede ante un multipartidismo que tiene mucho más que ver con la situación social española. La excelente intelectual y comunicadora Rosa María Artal lo anunció hace casi tres años: “Y como no hay tiempo [en los programas e informativos de los medios de comunicación], la opinión se reduce al bipartidismo (al que refuerzan) cuando España es plural y, en justa lógica, tendrían que habilitar espacio para todos los partidos y colectivos sociales… en informativos eternos y tediosos”. Sí, también los medios de comunicación pusieron su grano de arena para apuntalar un bipartidismo que amenazaba ruina.

El PSOE quedó desplazado del bipartidismo en Mayo del 2010, y lo culminó cuando Zapatero reformó el artículo 135 de la Constitución (en consenso con el PP) limitando el techo de gasto de las Administraciones según los márgenes que estableció la Unión Europea. Hubo algunas otras decisiones (reforma y congelación de las pensiones, eliminación de la paga extra a los funcionarios, etc…) que sacaron al PSOE del terreno de juego, empujado por un PP mentiroso que se presentó a las Elecciones con un programa electoral populista. El PP ha quedado desplazado cuando se ha comprobado que ha incumplido todas sus promesas y se ha plegado a las exigencias de los Mercados y de la Europa más mezquina de la señora Merkel. El bipartidismo está en trance de pasar a mejor vida, lo que va a ser saludable para que se abra paso una Democracia moderna, propia del siglo XXI, y más acorde a los tiempos, características y necesidades de la España actual.

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