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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Pasos firmes hacia nuevos valores: cada gesto cuenta

Izaskun Landaida

Directora de Emakunde - Instituto vasco de la mujer —

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Los pasos que vamos dando en la vida, aunque pequeños, a la larga, van marcando nuestro rumbo, nuestro recorrido vital. Un pequeño desvío de nuestras habituales coordenadas puede ser imperceptible en pocos metros, pero cuando la distancia a recorrer es larga, el cambio puede provocar que lleguemos a un destino bien distinto.

Las sociedades también pueden llegar a destinos diferentes a través de pequeños cambios que, aunque en su momento no parezcan espectaculares, van sumando y creando un nuevo camino, apuntando un nuevo rumbo.

Cuando desde Emakunde hablamos de conseguir el objetivo de la igualdad entre mujeres y hombres en nuestra sociedad, somos conscientes de que los cambios de este calibre no se producen de la noche a la mañana, pero creemos firmemente en que los grandes cambios se producen avanzando paso a paso.

Es indudable que en los últimos veinte años son muchos los avances que se han producido en materia de igualdad. No partimos de cero. En este país se ha llevado a cabo un trabajo complejo y compartido que va obteniendo sus frutos y que nos ha posicionado en la vanguardia de las políticas de igualdad. Pero nunca hay que perder de vista que si dejamos de impulsar estas políticas, si no las blindamos, corremos el riesgo de dar pasos atrás en los derechos conquistados por las mujeres con mucho esfuerzo, constancia y trabajo. Y no podemos permitirlo.

La consecución de la igualdad requiere, en primer lugar, un cambio de valores en nuestra sociedad. Sin cambio de valores, no se puede dar ninguna transformación social. Para pasar de un modelo androcéntrico y desigual, a otro igualitario y justo, es preciso desarrollar otros valores, otros principios de carácter filosófico, ético y político por los que deba regirse nuestra sociedad. Cambiar de coordenadas.

Los valores contemporáneos, los nuestros, aunque indudablemente han cambiado, siguen admitiendo que los hombres son superiores jerárquicamente a las mujeres y que sus acciones son más importantes. Estos valores se instalan en mujeres y hombres a edades muy tempranas y hacen posible que nuestro sistema siga permitiendo y perpetuando las desigualdades y discriminaciones de género. Y este humus, este caldo de cultivo, hace posible que hoy un hombre joven pueda creerse en el derecho de agredir a su pareja, que se niegue a las mujeres su derecho a decidir, que se les excluya de los ámbitos de decisión, que se les asignen los trabajos peor pagados, que exista un claro desequilibrio en el reparto de las tareas de hogar y de cuidados de las personas, que se desautoricen o se les conceda menos valor a las opiniones de las mujeres, que se utilice su cuerpo como reclamo publicitario, que se las presente como meros objetos sexuales… Todo nace de los valores que vamos interiorizando a lo largo de nuestra vida.

Sabemos que cambiar los valores es una tarea compleja, porque supone incidir en las mentalidades, en el orden simbólico de cada persona, pero es imprescindible para la consecución de la transformación social. No existen fórmulas mágicas. Esta transformación requiere un trabajo consciente, constante y la mayoría de las veces cómplice. Los efectos de lo que hoy hagamos, de los pasos que vayamos dando, se verán a medio, largo plazo, es cierto, pero no actuar hoy llevaría consigo la reproducción de las situaciones que tratamos de cambiar. No poner hoy los medios para tratar de corregir estas situaciones sería una gran irresponsabilidad de gravísimas consecuencias para nuestra sociedad.

Es por ello que en la campaña del 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, lanzamos una invitación a cada una de las personas que componen esta sociedad a dar pasos hacia la igualdad en nuestra vida cotidiana: en nuestro ámbito laboral, en nuestra familia, en nuestro grupo de amistades… En nuestro pequeño mundo. Los gestos, decisiones y acciones diarias pueden favorecer o entorpecer la igualdad. Tener en cuenta esta premisa antes de actuar es ya un primer paso que nos ayuda a avanzar hacia una sociedad igualitaria. Cada gesto cuenta.

Y cada gesto nos lleva hacia una sociedad mejor. Porque la igualdad no es sólo una cuestión de derechos humanos, es además un factor fundamental para el desarrollo humano, social y económico de los pueblos. Y no es una mera afirmación retórica, sino una realidad avalada por los datos, que muestran una firme correlación entre los países que son más exitosos en cuanto al cierre de la brecha de género y aquellos países que son más competitivos a nivel económico.

No tenemos ninguna duda de que con la igualdad avanzaremos. Demos el paso, cada persona en su ámbito de influencia. Cada gesto cuenta.

Izaskun Landaida. Directora de Emakunde-Instituto Vasco de la Mujer

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