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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Estamos en campaña electoral

Sánchez no ve necesario reformar la Constitución para dar más autogobierno a Cataluña

Pablo García de Vicuña

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Ya estamos en campaña electoral; aunque no lo parezca, aunque tengamos la sensación de que empezó en el mismo momento en el que el presidente Sánchez convocara las elecciones; aunque para algunos/as hubiese empezado el mismo instante en el que Rajoy y el Partido Popular perdían la moción de censura y eran apartados del gobierno de España.

Ya estamos en campaña electoral; han transcurrido varios días de mítines, encuentros con incondicionales, simpatizantes y curiosos/as; los líderes políticos (aquí, sobra el femenino) se han fotografiado en los lugares más emblemáticos de cada ciudad, allí donde suponen obtendrán mayor beneficio de las imágenes; sus equipos electorales han diseñado con mimo los recintos en los que se ofrecerán las consignas que los medios reproducirán inmediatamente; plazas de toros, polideportivos, teatros, hasta centros cívicos han sido seleccionados milimétricamente para conseguir la consigna esperada: “Lleno hasta la bandera con varios centros de simpatizantes sin poder acceder”.

Ya estamos en campaña electoral; las plazas de los pueblos, las calles de las ciudades cobran una actividad inusual: carteles, propaganda electoral, música, caramelos, rosas, se unen con naturalidad al paseo matutino, al juego infantil, a la compra precipitada. Ya no hay sorpresas, la ciudadanía ha asumido con naturalidad estos cambios que tienen circunstancialmente sus vidas, durante un periodo más o menos corto. Está asumido con normalidad democrática y forma parte del paisaje de la vida, como la lluvia, la llegada del verano o el puente festivo de la Constitución.

Estamos en campaña y las encuestas electorales hace tiempo que vienen anunciando unos resultados más abiertos que nunca, en los que el número de votantes indecisos puede inclinar la balanza del futuro gobierno en cualquier dirección: gobierno de centroizquierda, de centroderecha, de derecha muy escorada. De ahí la importancia de los mensajes, de abordar (o aparcar) los temas candentes, de evitar deslices que armen la argumentación del contrario. La tensión es máxima y aún irá en aumento a medida que se acerque el día de la votación. Se debe afinar la idea expuesta donde haya convencimiento de que el mensaje llega sin ruido; hay que generalizar allí donde se pueda pisar terreno minado que suponga opiniones decepcionantes para los/as votantes.

Estamos en campaña y cualquiera –indeciso/a o no- busca claridad ante la avalancha informativa; selecciona los mensajes de cuanto le importa; espera ayuda en sus dilemas; desea respuestas a sus preguntas. Probablemente no obtenga todo lo que busca, pero deberá sintonizar con aquellas opciones que más se acerquen a una visión próxima a su actitud ante la vida.

La Educación, por ejemplo, puede servirnos como experimento para comprobar cómo saldrá de su atribulación una persona confundida con los mensajes cruzados que le llegan. Dar una rápida vuelta, por los mensajes educativos de los cinco partidos que concurren en todo el país, debería ayudar a direccionar correctamente su voto. Veamos.

El PSOE, inquilino provisional de la Moncloa, le dedica dos páginas, bajo el lema “Educación y Formación Profesional de calidad y sin exclusiones”. En 8 propuestas -11 si incluimos las relativas a la universidad y la Ciencia- condensa sus principales líneas de actuación: Pacto de Estado, nueva Ley Educativa, reforzamiento de la profesión docente, mejora del sistema de becas, gratuidad de las escuelas infantiles, nuevo plan contra el fracaso escolar, modernización de la FP y formación a lo largo de la vida. Escasas novedades, probablemente porque lleve diez meses hablando –que no actuando- en esa misma línea. Lo más atractivo, aunque esperable, la propuesta de negociación del pacto de estado, intención que estuvo a punto de conseguir durante la etapa de gobierno de Rodríguez Zapatero, con Gabilondo como convencido actor.

El Partido Popular completa cuatro páginas que resumen sus 18 propuestas educativas –la última sobre la universidad- y es significativo el inicio de su exposición, aludiendo al derecho a la educación que corresponde a las familias, eje central del discurso. El segundo argumento, también de sobra conocido: la defensa del castellano como idioma vehicular en todo el Estado. Del resto, destacan el cheque 0-3 años, la concertación del Bachillerato y la FP, fortalecimiento de las Humanidades y de las asignaturas STEM –sin especificar a costa de qué otras materias-, profesionalización de las direcciones de los centros e impulso a pruebas académicas evaluadoras nacionales e internacionales, sin olvidar el trilingüismo.

Ciudadanos dedica 6 páginas y 56 medidas concretas de actuación. Como en los casos anteriores, importancia al Pacto de Estado, gratuidad etapa 0-3 años y libros de texto, MIR y Estatuto docente, becas… Lo más novedoso está en la reducción de los currículos, el aumento de plantilla docente para apoyo y refuerzo, la tutoría, itinerarios y pasarelas. Destaca el espacio universitario, al que destina 36 de las medidas señaladas. Novedades en la internacionalización del espacio superior, evaluación del PDI, nuevos consejos e inversión en I+D+i.

De la coalición Unidas Podemos, Izquierda Unida emplea tres páginas de su programa político a la Educación y deja claro su propuesta en el lema “Una Educación pública y de calidad”, con seis puntos de interés (medidas para la igualdad, prioridad pública, profesorado, autonomía de los centros, laicismo y Universidad). En síntesis, 22 medidas concretas -7, universitarias- que aglutinan su ideario: revisión política de conciertos educativos, cuerpo único docente, equiparación en acceso y condiciones laborales del conjunto de trabajadores/as de los centros sostenidos con fondos públicos, autonomía, participación y convivencia democrática en los centros educativos, Religión fuera del aula y revisión acuerdos con la Santa Sede. En el apartado universitario, becas e inversión similar a la europea, nueva carrera profesional PDI y contratación laboral del personal becario.

VOX, último invitado en el reparto de la tarta electoral, no dedica especial atención a la Educación (lo que también es un dato) que la une en un único epígrafe con Cultura. Señala 10 medidas de intervención, que se resumen en argumentos poco novedosos: reconocimiento del castellano, cheque escolar, reválidas en cada etapa educativa y becas. La impronta de originalidad la dejan en el PIN Parental (consentimiento familiar ante cualquier actividad escolar con valores éticos, sociales, cívicos o sexuales) y la protección de la tauromaquia y de la caza.

Analizados los programas educativos, no hay demasiados motivos para sentirse reconfortados/as, ciertamente. No sólo porque hasta el momento ningún partido haya sido capaz de introducir un mensaje novedoso en este asunto –crucial y de primera magnitud, se oye decir a cualquier político que se precie-, sino porque las novedades, los deseos de que se convierta en asunto nacional, brillan por su ausencia.

Y eso que las recetas son más que conocidas y que, por si hubiese olvidos, la propia Federación de Enseñanza de CCOO se ha encargado de recordar recientemente en un documento entregado a todos los partidos políticos con 44 propuestas en materia educativa. Propuestas como el recuerdo de que la Educación es la clave para mejorar política, social y profesionalmente un país; iniciativas que señalan el papel protagonista que el profesorado juega en el sistema escolar; exigencias que inciden en la reordenación de las redes educativas en función de su financiación pública.

Estamos en campaña electoral y una amenaza más que real es que la ciudadanía no encuentre argumentos suficientes para acudir el día 28 de abril a las urnas. Este es, sin duda, el gran dilema para la democracia española. La abstención es la opción que más nos empequeñece como país y nos aleja de una convivencia ciudadana mejor. Para cualquier demócrata, lo que está en juego en estos comicios, además de conocer el partido que forme gobierno, es nuestra credibilidad como nación adulta. No valen descartes populistas de no querer participar en farsas pseudo democráticas; no es asumible que un voto no tiene valor cuando de lo que se trata es en última instancia de decidir el precio de los medicamentos y del autobús, el de las entradas al futbol y a los espectáculos culturales, de mejorar o no recursos humanos y materiales contra el alzhéimer y a favor de la violencia contra la mujer. Todo ello también es política; tanto como la posición ante el Brexit o la demanda catalana. Y sobre ello hay opciones distintas en función del partido al que se vote.

Desde una opción de izquierdas, además, lo que está en juego ese domingo es catapultar opciones progresistas porque ya aparecen en lontananza políticas que pretenden desbaratar lo conseguido en estos años de democracia. Debemos votar para que nuevas opciones de austeridad económica para la misma ciudadanía de siempre no sean la receta de ningún gobierno. Debemos acudir a las urnas a demostrar que las relaciones laborales deben gestionarse desde la colectividad y no, como en muchas ocasiones actualmente, desde el individualismo.

Ya estamos en campaña electoral y nadie debería permanecer ajeno a ella. Por nuestro propio bien.

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