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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

La cultura, eterna pagana de todas las crisis

Las consecuencias del coronavirus, una "catástrofe" para el teatro privado

Arantxa Abecia Ansotegui

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La crisis sanitaria ha golpeado de pleno a todos los sectores de la economía, sin embargo entre todos ellos, uno de los más afectados ha sido, sin duda, el de la cultura y la creación. Todos los espacios culturales y escénicos se han visto paralizados, lo que ha llevado a sus profesionales a una drástica pérdida de ingresos y a una situación crítica, que unida a su fragilidad estructural, les ha provocado incertidumbre, inestabilidad y sobre todo, mucha precariedad.

La cultura genera igualdad, oportunidad y empleo. No podemos salir de esta crisis pensando que la cultura no es un modelo productivo, porque quienes trabajan en este sector son trabajadores y trabajadoras como los demás y, seguramente, al no considerarse como una actividad esencial, será uno de los sectores más castigados, por lo que la salida de esta crisis se augura para ellos más tardía que para el resto.

En España hay registradas 122.673 empresas culturales en los distintos sectores. De estas empresas sólo el 7,2% cuenta con más de seis trabajadores y sólo el 0,6% tiene más de 50 empleados. Su aportación al PIB nacional es del 3,2%, dato muy similar al de Euskadi, donde las industrias culturales y creativas emplean a cerca de 7.000 personas y generan 762 millones en ingresos anuales.

Las circunstancias son muy difíciles, medio mundo está paralizado y por eso mismo hay que aplicar algo que podríamos denominar como “la economía en tiempos de pandemia”, y tan importante es acertar en las decisiones y en las prioridades, como hacerlo de manera ágil, tanto en lo que se propone como en el momento de llevarlo a cabo. Por ello, las instituciones, y la Diputación en nuestro caso, tienen que garantizar el acceso de la ciudadanía alavesa a la cultura y el deber de promoverla como derecho inalienable de todas las personas y aplicar, para ello, medidas de fomento y desarrollo de la actividad cultural.

En las circunstancias en las que nos encontramos es vital favorecer a los profesionales para que cuenten con los medios necesarios a la hora de garantizar ese derecho a la cultura, que no es un lujo para las élites, sino un eje vertebrador de una sociedad democrática. Por todo ello, es necesario garantizar la supervivencia de las estructuras culturales, y de los trabajadores y empresas que se dedican a este sector porque la cultura no es gratis y no se hace sola. La crean personas. Personas que tienen que pagar facturas como todos los demás. Compositores/as, intérpretes, escritores/as, gestores culturales, actores y actrices, dramaturgos, bailarines/as, pintores/as, escultores/as, cineastas y demás creadores y creadoras. Unidas a este sector están también las profesiones de apoyo a las y los creadores del sector cultural como peluqueros/as, maquilladores/as, iluminadores, fotógrafos/as, técnicos/as de sonido, .....). Necesitan el apoyo de todos y de todas las instituciones porque se avecinan tiempos difíciles.

En Álava necesitamos un pronunciamiento claro para reafirmar que apostamos por la cultura como sector generador de riqueza, innovación, creatividad y, lo más importante en estos momentos, de cohesión social. Y ese pronunciamiento debe ser ya, porque hay personas en el sector que están esperando, y no pueden hacerlo eternamente sin los apoyos y la liquidez suficiente que les permitan mantener sus empresas y, por tanto, sus empleos.

El último informe del Observatorio de la Cultura, el correspondiente al año 2019, recoge datos concretos en diferentes áreas. En el caso de la calidad y la innovación de la oferta cultural, Vitoria-Gasteiz aparece en el puesto 19 de 33, muy por detrás de Bilbao y Donostia. Pero no es eso lo que más llama la atención en este caso, sino que respecto al año 2018 su valoración ha descendido en casi ocho puntos porcentuales.

Las demandas del propio sector también se recogen en este informe y es ahí donde las instituciones tienen que poner el foco. Si de verdad, tal y como hemos escuchado docenas de veces durante esta crisis, los responsables de cultura de las diferentes instituciones escuchan y recaban las opiniones y necesidades de quienes conforman el sector cultural, han de ponerse en marcha ya.

El papel que la cultura y las y los artistas han jugado a la hora de mejorar las condiciones de vida de la ciudadanía durante el confinamiento generado por la emergencia sanitaria del COVID 19, es lo primero que debemos reconocer, y junto a esto, la importancia que tiene el propio sector como motor del desarrollo social y económico alavés.

En esta crisis sin precedentes que estamos viviendo, es fundamental que las instituciones trabajen en un Plan de Choque Integral para el sector de la cultura en el territorio. Un Plan que asegure la aplicación de la perspectiva de género, incluyendo la creación de un fondo económico específico que redistribuya medios y recursos para la financiación, estímulo, protección y desarrollo del tejido cultural y el desarrollo de actividades culturales.

Medidas como el bono cultura o la inclusión del micromecenazgo (crowdfunding) dentro de los gastos deducibles en diferentes impuestos, ayudarían a impulsar al sector en estos momentos. Además, y ante el enorme descenso de los ingresos y la consecuente falta de liquidez, los propios ayuntamientos deberían aplicar medidas de flexibilización o suspensión del pago de los impuestos y tasas municipales a los teatros, espacios creativos, salas de cine, comercios culturales, espacios de formación cultural y otros espacios de carácter privado.

En definitiva, se trata de sumar medidas, más grandes o más pequeñas, dentro de un Plan de choque real, ambicioso y bien financiado que permita a las miles de personas que en Álava viven de la cultura, sobrevivir en estas circunstancias para poder despegar después. Porque no sabemos si la normalidad hacia la que vamos será nueva o no lo será; lo que sí sabemos es que sin cultura y sin artistas, esta sociedad será más ignorante, menos tolerante y diversa, y mucho, mucho más triste.

(*) Arantxa Abecia AnsoteguiArantxa Abecia Ansotegui, Portavoz de Elkarrekin Araba en las Juntas Generales de Álava

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