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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

El desarme más esperado

José Luis Salgado

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Ya hace más de tres años desde que ETA anunció su renuncia a continuar con su actividad armada, pero la sociedad vasca aún no ha visto materializarse el desarme del grupo terrorista ni el fin de la dispersión de los presos ni la disolución de la banda. Y no parece que la organización armada tenga pensado disolverse a corto plazo para cerrar así definitivamente un triste periodo de la historia de este país. A pesar del trabajo del Comité Internacional de Verificación (CIV) o de colectivos como Lokarri, el Gobierno español permanece firme en su absurda posición que niega a la ciudadanía vasca un punto y final a este sinsentido que nos ha condicionado durante décadas como sociedad.

Este fin de semana hemos conocido a través de un comunicado del Comité Internacional de Verificación que ETA continua dando pasos para el desarme, pero esos pasos son olímpicamente ignorados por el Gobierno de Mariano Rajoy, que continua enrocado en su postura que impide el cierre efectivo de la actividad de ETA como actor que, muy a pesar de la mayoría de la ciudadanía vasca, ha desempeñado un triste papel en las últimas décadas de nuestra historia.

Pues bien, ahora es el Gobierno vasco el que impulsa un plan de desarme, algo que debería haber planteado el Gobierno central. Lo fundamental de esta propuesta del lehendakari Urkullu es que el proceso de desarme se realice ante la sociedad vasca. Una sociedad que es la que ha sufrido las consecuencias de una “lucha armada” que nunca ha tenido justificación alguna. En esto coincide con quienes pensamos que debe ser la ciudadanía vasca la que tiene que liderar las reflexiones y tomar las decisiones sobre el futuro de Euskadi y sobre el marco jurídico y político sobre el que se va a cimentar la convivencia pacífica tan anhelada.

Desde el punto de vista práctico, creo que conviene aclarar que no es lo mismo el “desarme” que la “entrega” de las armas. Igual es una mera cuestión de léxico, ya que cualquier modalidad que asegure el cese de su uso es positiva, pero siempre es preferible que el proceso sea el de entrega de armas. Y sujeta a un sistema de verificación gubernamental o de terceras partes, que asegure que todo el arsenal está custodiado y supervisado, y no solo aquel material que la banda elija porque está obsoleto o ya no es imprescindible. Aunque hoy por hoy, con un Gobierno central que siempre ha optado por mantener viva (aunque sea en coma profundo) a ETA como instrumento de promoción electoral propia y como arma arrojadiza contra los demás, parece difícil que esta iniciativa acabe siendo aceptada por todas las partes y puesta en práctica de manera efectiva.

Ya va siendo hora de echar el candado a este capítulo de nuestro pasado más reciente. No estoy hablando de que “aquí no ha pasado nada”. No podemos permitirnos el lujo de olvidar, pero sí que debemos pasar página de una vez por todas. Y pasar página para construir una sociedad en paz y convivencia, una sociedad que pueda aceptar la multiculturalidad y la diversidad identitaria. En definitiva, una sociedad que sea capaz de afrontar los retos presentes y futuros. Y no son sólo retos identitarios, sino también sociales, ambientales y económicos a los que tiene que enfrentarse de forma urgente.

De nosotros depende que consigamos trabajar en conjunto por el futuro de Euskadi. De que tengamos la suficiente altura de miras para superar viejos modelos que ya carecen de sentido en el siglo XXI. De nosotros depende que todas las victimas vean satisfecho su derecho a la verdad, a la justicia y a la reparación moral. Y de que seamos capaces de establecer un relato coherente de lo que ha pasado, relato que sea la base para reconstruir la convivencia desde la educación.

Pero todo esto depende de que seamos capaces de cerrar el proceso de paz de forma definitiva y para siempre. Ya va siendo hora de que las armas salga fuera de la ecuación de una vez por todas y por el procedimiento más limpio posible para que no queden dudas de su desaparición. Y que dejen de ser una excusa para quienes no quieren abordar el tema de la dispersión y del futuro de los presos de ETA. Para quienes prefieren la venganza a la justicia y están muy cómodos en este limbo en el que han dejado el proceso de paz.

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