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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

¿Quién ordenó lanzar las pelotas de goma que mataron a Iñigo Cabacas?

Isabel Camacho

Escenario: Conversación por radio entre un mando de la Ertzaintza, que se encuentra en la comisaría de Deusto, y un agente que está frente al callejón de María Díaz de Haro.

Lugar: Centro de Bilbao, a varios metros de la ‘herriko taberna’.

Fecha: 5 de abril de 2012.

Hechos: Faltaban unos minutos para una pelota de goma cause la muerte del joven Iñigo Cabacas, hincha del Athletic.

- Ahora mismo no hay ningún altercado.

- Vamos a ver. Le repito las órdenes para que queden bien claras. Se lo acabo de comunicar al suboficial del grupo que está trabajando. Entren al callejón con todo lo que tenemos. Entren en la ‘herriko’, controlen la situación y los que haya que puedan ser posibles agresores se les controla o se les echa y se toma toda la posición y entonces estará la situación controlada.

Así que, inmediatamente, los ertzainas situados frente al callejón obedecen las órdenes y entran con todo lo que tienen. Disparan pelotas de goma y una de ella mata al joven Iñigo Cabacas que muere en los brazos de una chica de Málaga que hizo caso omiso a los policías que le pedían que abandonara a la víctima. Le arropó en sus últimos momentos. Envueltos en miedo y caos.

Se acaban de cumplir dos años de aquel 5 de abril de 2012 y la joven y su pareja telefonean semanalmente a los padres de Iñigo para preguntarles cómo están. Pero, lo cierto es que les va mal. “Nosotros, igual que nuestro hijo, estamos muertos desde aquel día”, decía un sufriente Manuel Cabacas, el aita, en Radio Euskadi hace unos días. Dos años de tratamiento psicológico y psiquiátrico no les ha servido de mucho.

Es fácil de comprender. No solo matan a su hijo, el único; se sienten abandonados por el Gobierno, primero por el socialista de Patxi López y después, por el nacionalista de Iñigo Urkullu; sino que, además, sus esperanzas, su confianza de que la justicia aclarase lo que pasó e imputara a los responsables se desvanece.

Con este material y la indignación como bagaje, pensé en dedicar mi columna a este trágico asunto. Pero, desistí. Ya lo había hecho en mi estreno en este diario, hace un año. Sin embargo, hoy mismo, 8 de abril (cuando escribo estas líneas) he leído sin aliento este sobresaliente y exclusivo artículo y la alarma ha vuelto a trepidar.

Confieso que he consultado en medios judiciales para ver si sus argumentos aplacaban mi indignación. Porque, creo que es… ¿Abuso de poder? ¿Exceso de celo? que la fiscal del caso Pilar Giménez considere que la fatídica frase ‘entren al callejón con todo lo que tenemos’ no significa que el Ugarteko (en la instrucción, el mando que emitió la orden) mandara disparar pelotas de goma.

¿De verdad que no ve la relación? ¿A qué se refería entonces con ese “repito para que la orden quede bien clara: entrar con todo”? ¿A qué se ajustaran bien los cascos y pertrecharan de escudos para defenderse de los ataques? ¿Qué es lo que tenían que meter en el estrecho callejón?

¿No es suficiente prueba -tener que hacer esta acotación ya es un alarde de surrealismo- que los agentes no dudaran en disparar, obedeciendo las órdenes de su superior, de obligado cumplimiento? En la misma grabación, se oye decir “suave, suave” al ertzaina que previamente había intentado convencer a su jefe de que no era necesaria la intervención. Su voz rezuma preocupación; quizá el temor del que sabe que esa operación “con todo lo que tenemos” es innecesaria. Pero, esto son conjeturas, claro.

Volvamos a los hechos. ¿Cree la fiscal que los tres agentes que han reconocido haber disparado se equivocaron y por lo tanto son ellos los responsables? ¿Seguro que no habría que imputar a quien emitió la orden ni a quien entonces era responsable del material que acabó con la vida de Cabacas y que después fue ascendido a jefe de la Ertzaintza por el actual Gobierno? Es cierto que este último no tuvo implicación directa pero era comisario responsable de control de armamento, pelotas y cartuchos, parte del cual se empleó en el ataque al callejón donde disfrutaban de la fiesta hinchas del Athletic.

¿No había más agentes? ¿Solo se dispararon 8 pelotas de goma?...

¿Se sentirán los tres ertzainas imputados los cabezas de turco de una intervención policial bajo sospecha? De momento, el cuarto acusado, un suboficial, argumenta para su exculpación que él no disparó arma alguna, que solo ordenó cargar para evitar males mayores para su integridad física y la de los agentes que estaban a su mando. Y pregunto ¿no es responsable quien da las órdenes de cargar? Vamos a ver, que diría el Ugarteko, es que si no existe la orden, no hay carga. Por lo tanto, no hay muerto.

Han pasado dos años y todo sigue igual. La Fiscal depende jerárquicamente de la fiscal jefa de la Audiencia Provincial de Bizkaia, y por lo que se deduce de su actuación, no ven delito en los hechos que se están investigando. Cuando termine la instrucción del caso, Jone Goirizelaia, abogada de la acusación, podrá añadir acusaciones si así lo considera. Y ello, aunque la Fiscalía no impute, como ha ocurrido hasta ahora.

Manuel, el padre de Iñigo, pedía valentía en la misma entrevista porque “ya sabemos contra quienes estamos”. La sociedad también lo sabe y pide respuestas. Aunque sea, para volver a desconfiar de la justicia. Porque, como me dijo un colega cuando publicamos aquel primer artículo de opinión en este diario, al final no pasará nada. La falta de pruebas suele ser un buen argumento. ¡Ojalá me equivoque y no suframos una nueva e inmensa derrota! Es una pena que las malas acciones no dejen impresa una marca indeleble. Estos días, las radios vascas emiten una cuña para que los jóvenes se animen a ingresar en la Ertaintza. Una voz femenina, al menos la que yo he escuchado, dice “es una profesión muy bonita para mujeres y para hombres”. Me cuentan que una periodista quiere dejar los sucesos por el uniforme, y así quizá verlos de cerca. Cuidado con las plegarias atendidas.

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