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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Del 3 de marzo al 8 de marzo de 1976

Mikel Toral

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En memoria de Romualdo, Pedro María, Francisco, José, Bienvenido, Juan Gabriel y Vicente.

Las noticias de los sucesos de Vitoria, de los asesinatos de Romualdo, Pedro María, Francisco, José, Bienvenido, y de las decenas de heridos en la brutal y sangrienta represión de la asamblea que se celebraba en Zaramaga, se extienden como la pólvora por los barrios obreros del País Vasco y las zonas más industriales de España. El día 6 muere en Tarragona el joven Juan Gabriel Rodrigo a causa de la represión policial en respuesta a las protestas por los asesinatos de Vitoria. La rabia y la indignación son generalizadas. En Euskadi se celebran numerosas asambleas en barrios, empresas y centros de enseñanza. Las organizaciones antifranquistas convocan a una huelga general para el día 8 de de Marzo en respuesta a tal barbarie. Los días previos las calles aparecen regadas de panfletos, carteles y pintadas. La consigna de las organizaciones antifascistas es de movilizar hasta el último militante y simpatizante. Se libera a los “cuadros” más relevantes de preservar su seguridad. “¡Todos a la calle!” es el grito unánime, ¡estos brutales asesinatos no pueden quedar sin respuesta!

La noche del día 7 se hace eterna, hierve la sangre de los jóvenes militantes antifascistas. Al amanecer del día 8 grupos de piquetes recorren las diferentes zonas industriales llamando a la huelga general. Ese día su labor no es necesaria, según pasan por los pequeños talleres de Bolueta los trabajadores se suman al paro como si también hubieran pasado la noche esperando ir a su puesto para parar inmediatamente. La rabia se palpa en el ambiente, lo sucedido en Vitoria se siente como un ataque al conjunto de la clase obrera.

Cuando el piquete llega a la histórica fábrica de Bandas de Basauri, los trabajadores ya han parado y ellos mismos se encargan de repartir las hojas informativas de la ORT. El camarada José no entiende nada, de repente se encuentra con compañeros de turno repartiendo la propaganda de su partido. Es solo una anécdota que refleja las ganas por responder a la agresión fascista del 3 de marzo. Hubieran repartido cualquier panfleto de cualquier sigla (MCE, PCE, OICE, LCR, PT, CCOO, CNT, UGT...). Son las 10 de la mañana y ya está prácticamente todo el País Vasco parado.

Como ya es costumbre, en los últimos años los obreros de Vizcaya confluyen: en Baracaldo, los de la margen izquierda, en Erandio, los de la margen derecha y en Basauri, los del alto Nervión.

Después de las asambleas dan comienzo grandes manifestaciones. En la de Basauri cae herido de muerte por disparos de la policía el joven Vicente Antón Ferrero. De nuevo Euskadi se tiñe de rojo. Dicen que sus compañeros empapan una improvisada pancarta con la sangre del joven y se dirigen contra las FOP que se ven obligadas a refugiarse momentáneamente en el cuartel de Basauri.

Vicente Antón era un joven de 18 años, un emigrante de origen aragonés que ha venido como tantos otros a buscar un horizonte mejor. Aquí encuentra trabajo y su solidaridad le cuesta la vida.

La situación es confusa, la noticia de un nuevo asesinato va concretándose a lo largo de la mañana, la policía está desbordada. Para la tarde el paro es total. Los barrios y ciudades están cerrados a cal y canto. No hay taller, ni centro de enseñanza, ni bares, ni tiendas abiertas. La gente está en la calle con un sabor agridulce. La respuesta ha sido contundente, pero de nuevo ha costado una vida.

Esta es la gran contradicción de la transición a la democracia, cuanto más cerca se estaba más se recrudecía la represión. Pero cuanto más represión mas unidad de las fuerzas antifranquistas. El hecho es que pocos días después de la masacre de Vitoria se constituye la Platajunta, el organismo de Coordinación Democrática de toda la oposición antifranquista que pone en marcha el proceso de negociación para una salida democrática a la dictadura.

Casi cuarenta años después las cosas parecen fáciles y alegremente se desprecia y se minusvalora lo conseguido en la Transición, pero para llegar al proceso constituyente del 77 hubo que pagar un alto precio. Por eso estos días de marzo de 2015 reivindicamos la memoria de Romualdo, Pedro María, Francisco, José, Bienvenido, Juan Gabriel y Vicente. Y la reivindicamos con toda la legitimidad de los que no necesitan envolverse en banderas patrias para reclamar antes y ahora más democracia y mejores condiciones de vida para los trabajadores y, que de escoger una bandera, eligen la roja, la bandera internacional de la clase obrera.

Los sucesos del 3 de marzo y días posteriores simbolizan una gran lucha obrera por la justicia social y por las libertades democráticas. Nada más y nada menos. Así fue y así la vivimos.

Pero el nacionalismo radical se ha apropiado del 3 de marzo y ha falsificado su naturaleza original.

Estos, además de la eliminación física de los adversarios, pusieron en marcha los años posteriores una exitosa operación de “limpieza ideológica” del espacio público. Se adueñaron y monopolizaron todos los ámbitos de lucha: obrera, ciudadana, feminista, ecologista, cultural, festiva… Y una vez eliminada la competencia reescribieron la historia a su manera. Incluido el 3 de marzo. “Vampirización” diría el profesor Jesús Casquete, o como dice el historiador vitoriano Antonio Rivera “la dichosa memoria y la ideología tosca nos roban así la historia”.

Pero es solo responsabilidad nuestra, de los que vivimos aquellos acontecimientos de primera mano, que nadie se adueñe de nuestra historia para sus ajenos intereses.

El 3 de marzo y el 8 de marzo son una parte de nuestra memoria histórica y debemos rendir homenaje a todos los luchadores y especialmente a las víctimas de los asesinatos de la policía de Fraga, Martin Villa y Osorio, y depurar responsabilidades sin esperar que el tema lo resuelva la justicia internacional, en este caso la valiente juez Servini de Argentina.

Porque el resarcimiento de las deudas, contraídas durante la transición a la Democracia, con el establecimiento de la verdad histórica y el castigo a los culpables no las podemos dejar en manos, ni de los falsificadores de la historia, ni de terceros, ya sean jueces u observadores internacionales.

En aquellos intensos y aciagos días la calle fue nuestra y la restauración de la verdad y la justicia debe ser también cosa nuestra. No podemos permitir que ni unos, apropiándose de los actos de homenaje con respuestas violentas como las de este año en Vitoria, ni otros, tertulianos indeseables acusando de terroristas a los que pacíficamente defendían sus derechos frente a los violentos miembros de las FOP, manchen la memoria de las víctimas.

* Mikel Toral es exmilitante de la ORT y afiliado de CCOO

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