Las redes de mujeres han existido siempre; redes tejidas entre mujeres cercanas para conocerse, establecer contactos, encontrar complicidad, unir fuerzas, realizar proyectos comunes, apoyarse ante problemas cotidianos. Estas redes, por supuesto, permanecen, pero otras se han ido añadiendo a lo largo de los años. La incorporación de las mujeres al espacio público y profesional ha provocado la aparición de otras redes más extensas, necesarias para conocer otras realidades, otras culturas, otros problemas que afectan a muchas mujeres en todo el mundo y en ámbitos variados. En realidad, en cualquier entorno en que se forjan estas redes, las motivaciones son las mismas: la lucha por conseguir objetivos comunes.
Sin ninguna duda, Internet –la red de redes– es un lugar de intercambio de información y de conocimiento, cuya difusión no puede igualar ningún otro sistema. Las redes sociales son una herramienta muy poderosa para denunciar y reivindicar. Aunque la brecha digital perdure, no cabe duda de que la transmisión de la información a través de estos medios llega de manera rápida y global.
La ausencia de mujeres en los ámbitos de la ciencia y la tecnología es aún hoy en día un problema grave; por ese motivo, la ONU celebró el pasado 11 de febrero de 2016 –por primera vez– el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia con el lema: Transformando el mundo: igualdad en la ciencia. Esta iniciativa propone una serie de acciones para animar a las jóvenes a emprender carreras en el ámbito científico- tecnológico, con el fin de lograr una participación equitativa de las mujeres en la ciencia y conseguir la igualdad de género y el empoderamiento en este contexto.
Una de las maneras para conseguir eliminar esas barreras –conscientes o inconscientes– que hacen poco atractivos algunos campos científicos para las jóvenes, es haciendo visibles a las muchas mujeres que han contribuido al avance de la ciencia. En esta tarea, la fuente más utilizada para buscar información, la Wikipedia –que se autodefine como un ‘esfuerzo colaborativo por crear una enciclopedia gratis, libre y accesible’– cumple un papel esencial. Lo que no se encuentra en este espacio sencillamente no existe: las biografías dedicadas a científicas en este medio –en cualquier idioma– son escasas, y eso podría hacer pensar que, efectivamente, la ciencia ‘no es cosa de mujeres’. Por ello es importante, en primer lugar, conseguir que aumente el número de editoras de la Wikipedia –parece que es uno de los problemas que provocan la falta de biografías de científicas– y, en segundo lugar, es esencial que haya un verdadero interés por reconocer la labor de las mujeres pioneras y de las que hoy en día realizan investigaciones destacadas en todas las ramas de la ciencia.
Las redes sociales son también una poderosa herramienta para denunciar comportamientos sexistas, que como en cualquier otro ámbito humano, también existen en el mundo de la ciencia. Cada vez más instituciones académicas y científicas impulsan campañas desde sus páginas, blogs y redes sociales para animar a las jóvenes a emprender carreras científicas: mostrar el trabajo realizado por investigadoras en sus laboratorios o realizar iniciativas para aumentar el interés por la ciencia; todo suma para conseguir que las carreras científico-tecnológicas no asusten a nuestras jóvenes.
Los medios de comunicación también forman parte de estas redes que pueden transmitir el valor social de la ciencia: no es solo importante para mejorar la vida de las personas; la ciencia forma también parte de nuestra cultura, llegar a entender las razones por las que tienen lugar algunos fenómenos es sencillamente apasionante.
Marta Macho Stadler, profesora Universidad del País Vasco (UPV/EHU). Editora del blog Mujeres con Ciencia
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