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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Los peligros de lo 'micro'

Algunas de las imágenes de la última campaña de Perlan.

Marta Macho

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En una entrevista realizada a Luis Bonino Méndez en 2016, este psicoterapeuta definía el concepto de ‘micromachismo’ de la siguiente manera: “Este término designa a las sutiles e imperceptibles maniobras y estrategias de ejercicio del poder de dominio masculino en lo cotidiano, que atentan en diversos grados contra la autonomía femenina. Hábiles artes, trucos, tretas y manipulaciones con los que los varones intentan imponer a las mujeres sus propias razones, deseos e intereses en la vida cotidiana”.

Fue precisamente Bonino quien acuñó este término en 1991 para aludir a estas prácticas sutiles, a estas argucias frecuentes, a estas costumbres de intimidación velada que sufrimos a diario todas las mujeres en prácticamente cualquier espacio público o privado.

El prefijo ‘micro’ alude a lo ‘muy pequeño’, a algo casi intangible, a un elemento tenue, a un comportamiento de baja intensidad. Pero unido al término ‘machismo’, esta noción precisada por Bonino –y otras muchas personas especialistas en la materia, aunque con otros nombres– define un problema grave, muy grave, y muy difícil de erradicar. ¿Por qué? Porque, en muchas ocasiones, no es fácil detectar estos comportamientos sexistas. ¿Por qué? Porque impregnan tanto nuestro día a día, que los aceptamos como naturales o no los percibimos; otras veces los toleramos como ‘mal menor’. Por otro lado, no es fácil estar continuamente desenmascarando estos comportamientos; y si te atreves a hacerlo, es fácil que te acusen de victimismo.

Estamos viviendo un momento histórico en la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres, yo diría casi que mágico. Creo que por fin hay un sentimiento global de la gravedad de este problema, un problema que –recordemos– no es ‘de las mujeres’, es social.

El movimiento ‘Me too’ –‘Yo también’, en castellano– se hizo viral en las redes sociales a finales del año pasado para denunciar los abusos sexuales de un conocido productor de cine estadounidense. Su utilización por parte de mujeres famosas e influyentes ayudó a que otras muchas se atrevieran a denunciar en sus redes sociales situaciones de abuso sufridas por parte de varones cercanos. Este movimiento ha ayudado a mostrar la verdadera dimensión de este terrible problema. Estas denuncias no entrarían, en su mayoría, dentro de las calificadas como ‘micromachismos’, pero también hay una gran resistencia a admitirlas. ¿Por qué? Porque muchas de ellas han acusado directamente a varones conocidos, famosos, incluso idolatrados por algunos colectivos… y cuesta aceptar la caída de los mitos. Preferimos pensar que los maltratadores son de otra clase, de otra posición, de otro nivel de vida. Pero no es así. Y a pesar de los ataques recibidos, de las acusaciones de exageración, de oportunismo, de falsedad en algunas denuncias, de indefensión por parte de los aludidos… este movimiento ha ayudado, en mi opinión, a despertar conciencias y a destapar intolerables situaciones sufridas por parte de muchas mujeres.

Las manifestaciones del 8 de marzo de este año han marcado un antes y un después en la lucha por los derechos de las mujeres. Esa participación masiva en las concentraciones promovidas en todo el mundo ha sido singular y estimulante. Las mujeres estamos hartas de soportar el sexismo depredador que no se desvanece, solo se oculta de maneras diferentes, muta, se adapta para seguir con su objetivo. Es cierto que la situación ha mejorado. Muchas personas lo recuerdan obstinadamente cada día para que cesemos en nuestras reivindicaciones y condenas. Es cierto que muchas situaciones machistas, disculpadas no hace tanto tiempo, se consideran hoy en día como intolerables. Por supuesto que hemos avanzado. Pero me atrevería a decir que la conciencia y la lucha feministas son hoy en día más necesarias que nunca. ¿Por qué? Porque lo ‘micro’, lo intangible, es difícil de evidenciar y erradicar. Y por ello es necesario no bajar la guardia.

Esta indignación ha coincidido con controvertidas sentencias en casos de violación a jóvenes y niñas en las que parece inconcebible lo poco que se cree a las víctimas y la resistencia a admitir las relaciones de poder que asumen algunos hombres sin, aparentemente, ser conscientes de que las están ejerciendo. Estas resoluciones ponen en evidencia la falta de respeto hacia las mujeres, consideradas como inferiores, juzgadas como objetos al servicio de los varones, hostigadas si se atreven a denunciar.

No olvidemos que, en cualquier ámbito de nuestras vidas, estos comportamientos se repiten. En el espacio privado, en la academia, en el entorno político, en los medios de comunicación o en las redes sociales, muchas mujeres siguen sufriendo agresiones –desde lo ’micro’ hasta lo ‘macro’–, muchos siguen ejerciendo de diferentes maneras su poder y, lamentablemente, muchas y muchos permiten que esta epidemia llamada ‘machismo’ subsista en nuestro día a día. Como los virus que se adaptan a los nuevos entornos, que se transforman para sobrevivir y resisten a los ataques adaptándose rápidamente a ambientes cambiantes, el machismo subsiste tomando nuevas formas, a veces de ‘baja intensidad’, porque hay que camuflar el miedo atroz que, a muchos, les produce perder los privilegios que disfrutan desde siempre.

Soy optimista. Pienso en un futuro mejor para mujeres y para hombres. Para mujeres y hombres de todas las edades. Porque no solo las más jóvenes tienen derecho a elegir con libertad y a disfrutar de todas las posibilidades que se les presentan. También las menos jóvenes tienen derecho a beneficiarse de una jubilación digna, de una pensión que las permita abordar la última etapa de sus vidas sin privaciones, sin miedo, sin sufrir de soledad o de dolor. Hoy en día, esta no es la realidad, pero esperemos que las muchas luchas feministas que se siguen librando lo consigan lo antes posible.

No hay nada peor que no querer ver lo obvio. Negar que la situación de las mujeres, en pleno siglo XXI, dista de ser igual a la de los hombres en muchos aspectos de sus vidas, es cobarde y arbitrario. Que lo ‘micro’ no nos confunda; cualquier ‘micromachismo’ es machismo. No le restemos importancia. Nos va mucho en ello.

*Marta Macho es doctora en Matemáticas, profesora de la UPV/EHU. Dirige el blog Mujeres con ciencia

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