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Por qué ahora

Cayetana Álvarez de Toledo, con Teodoro García Egea y Pablo Casado

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Vuelta a empezar. El PP hace como que gira al centro por si alguien todavía cree en los Reyes Magos. Arrecia a niveles desorbitados la guerra sucia contra Podemos. El PSOE calla hasta este mismo martes o se pronunciaba en sus voces más conservadoras. ¿Por qué ahora? ¿Por qué otra vez? Altas y bajas presiones confluyen para una nueva tormenta perfecta. Y en esta ocasión con una pandemia añadida que se reactiva al punto de contagiar en tres días a más de 16.000 personas. Siempre es la bolsa o la vida. Siempre es la bolsa, mientras los ciudadanos no tomen conciencia real de lo que se juegan, algo de lo que se ha disuadido a conciencia.

Dos años y cinco derrotas electorales después –como recordaba Ignacio Escolar- Pablo Casado gira al centro o dice que lo hace, fulminando a su portavoz Cayetana Álvarez de Toledo. Así lo cuenta, textualmente, la prensa afín. Ella, plena de soberbia, comparece ante los periodistas como si fuera algo más que una pieza del engranaje que hoy la desecha. Llegan a escribir que ha sido por cuestionar la autoridad de Casado. O de quien mueve sus hilos. Debería ir pensando el hoy presidente del PP, por cierto, en abrir el paracaídas porque él está también en la rampa de salida.

Ahora es oportuna la moderación. El plantel da para poco. Tanto es así que el PP asciende a los altares al alcalde de Madrid, Martínez Almeida, que llegó por casualidad, para no desgastar a otro candidato ante el presumible triunfo de Manuela Carmena. Es el mismo que mandó retirar la placa del Memorial del cementerio de La Almudena, rota a martillazos, que recordaba a las víctimas del franquismo en la Guerra Civil. En la pandemia se ha comportado con sensatez y eso es de nota en el erial humano del partido a tenor de lo que demuestran. De paso, se relega a Díaz Ayuso, a la que no caben ya más pufos. Aunque buena parte de los medios miren para otro lado, a costa de altos riesgos para la ciudadanía, la realidad de su gestión y sus mentiras emerge en datos.

Quienes mueven los hilos hasta de las tormentas tienen en mente dos asuntos de calado: salvar a los Borbones de su propio fiasco –que navega en su mismo barco- y repartir la lluvia de millones que llega de la UE para la reconstrucción. Los buenos estrategas saben que en asuntos de envergadura no existen las casualidades. Y se monta un nuevo tinglado contra Podemos. Se sostiene en rumores que ha oído un ex abogado despedido que destroza el principio del secreto profesional, ya de entrada. Y un juez organiza la investigación. A largo plazo, a empezar a declarar el 20N casualmente. Y el brazo mediático sacude a diario como embarcados en un proyecto común que distribuye las funciones. Y haciéndolo pasar por tema principal en España. Incluso más allá de la huida del rey emérito, de su asentamiento en Emiratos Árabes, monarquía absolutista que se distingue por las graves violaciones a los Derechos Humanos, que pena hasta con diez años de cárcel a los homosexuales, nula libertad de expresión y a la que se aguanta todo por intereses económicos. Pero Juan Carlos de Borbón está en un oasis veraniego. Así se ha escrito, a eso llegan.

Una  voz suena en la Cadena SER. Suena a PP o magistratura añeja. Es el ministro de Justicia del gobierno progresista. Juan Carlos Campo apoya al juez que encausa a miembros de Podemos, y a Juan Carlos y a la monarquía. La mayoría del gobierno y del PSOE en pleno había guardado silencio. Hasta por el acoso continuado durante semanas que sufre el vicepresidente Pablo Iglesias y la ministra de Igualdad Irene Montero, junto a sus tres hijos de corta edad, en su casa de Galapagar cuya dirección tuvo a bien facilitar un destacado miembro de la cloaca mediática. Nada que ver con escraches reivindicativos y puntuales que distintas personas –no el entonces inexistente Podemos-  organizaron tiempo atrás y que se saldaron con condenas y multas. Por fin, tanto el presidente Sánchez Castejón como el ministro José Luis Ábalos han condenado este hostigamiento por motivos ideológicos. Pero no basta, hay que tomar medidas contundentes. En bien de todos.

Se demuestra cuando no pueden ni viajar. La persecución y amenazas sufridas en Felguera, Asturias, que les obligan a suspender la estancia, está evidenciando un problema de enorme gravedad. Se extiende incluso a los establecimientos en donde pretendían comer. ¿Qué les ha hecho Podemos a los fascistas de la zona? ¿Gobernar sin olvidarse de los más desfavorecidos? Demasiada permisividad. Los ministros que podrían ser competentes para acabar con la situación, Interior y Justicia, no han movido un dedo hasta ahora.

Lena, la comarca en la que se ubica Felguera, vota izquierda masivamente. Algo más ocurre. El periodista asturiano Pedro Vallín llega a una conclusión demoledora: “En otro momento, en esa cuenca a los nazis no los habría reducido la poli, sino la población.” Ha habido un extraordinario y descomunal trabajo previo para meter en cabezas huecas y turbias los mensajes.

Se va cerrando el círculo. Aquél que adocena y desarma a la sociedad desde hace tres décadas. Las mismas siempre, cuando cayeron los muros, y se expandió la frivolidad y el afán desmedido lucro. Y se privatizaba todo, la sanidad, la educación y hasta la información. Y los medios de masas vendían y venden masivamente el mensaje. Y una pandemia que nos ata y nos mata no hace sino erigir otra muralla más. Y una crisis económica que deja insoportables víctimas en el camino si no se actúa y aun así.

Una lluvia de millones, 140.000 millones, de los cuales 72.000 millones serán ayudas a fondo perdido. La UE los condiciona a ser invertidos en sanidad, transición ecológica, digitalización, movilidad sostenible, desarrollo de la economía de cuidados. A transformar el modelo productivo que, volcado en el turismo y el ladrillo, nos ha dejado en cueros con la pandemia. Son miles de millones ¿cómo los va a gestionar un gobierno progresista con Unidas Podemos dentro? ¿No serviría mejor a los intereses de quienes siempre han contado más que el común de los mortales un gobierno de concentración? Hay que seguir fomentando lo que llaman la “colaboración público-privada”. Algunas empresas lo mismo fabrican infraestructuras, que surten de comida a guarderías, que se ocupan del servicio de ambulancias en la sanidad pública. Hay que seguir en la senda de primar el interés de los ciudadanos. Es un momento muy grave a superar pensando en el bien común. Álvarez de Toledo llegó a hablar, sin sonrojo, de un gobierno de “concentración moral” que incluía al PP y que gustaba del ala más conservadora del PSOE. Estas cosas se deciden en los despachos con mucho más provecho que en las urnas. Los gobiernos, sus objetivos.

Las urnas. Dos años y cinco convocatorias electorales y ni el PP ni el PSOE lograron mayoría absoluta. La última repetición electoral elevó la presencia de la ultraderecha oficial, Vox, a 52 escaños, desde los 24 que una concentración democrática del voto, esta sí, redujo sus expectativas en abril de 2019. Desde noviembre del mismo año, son los suficientes ya para poder presentar una moción de censura propagandística. Siguen gozando de un apoyo mediático desorbitado. Los tres millones y pico de seres que les votaron y los fascistas, antimascarillas, terraplanistas, que han crecido en su magma, campan con absoluta impunidad. Véase los acosos. Confundirlos con libertad de expresión no puede ser dicho en serio. Ni mucho menos cuando se siguen penando las críticas a Juan Carlos de Borbón.

Ciudadanos, al que apelan, no da de sí con sus 10 diputados. No se cuenta demasiado que Ignacio Aguado secunda de tal forma a Díaz Ayuso que impide hasta plenos extraordinarios para intentar aclarar lo que ocurre con la preocupante gestión de la sanidad y los geriátricos de Madrid y de otras comunidades donde hace posible los gobiernos la triple derecha. Eso apenas llega a las portadas ni a las tertulias. Los negocios van por otro lado. Es mucha tela.

Cayetana Álvarez de Toledo no sabía, en su engolamiento, cuál era su papel a pesar de las pistas que le dio la foto goyesca tras los graves insultos que dedicó al padre de Pablo Iglesias, para no variar. Casado y García Egea puede que tengan más claro lo que pueden aprovechar en su tiempo de gestión. Calvente no será contratado como abogado por nadie con criterio. En ese grupo que navega en los barcos bribones las puertas giratorias funcionan mejor. Desde Soraya Sáenz de Santamaría a Pepe Blanco, los ejemplos se multiplican.

Preocupante momento mientras fuerzan el encaje de las piezas que nunca encajaron y, por el contrario, cada vez chirrían más en los ajustes. Otra vez en la rueda. Con el aumento de contagios de coronavirus y el curso que se echa encima. Es momento de aclarar cuáles son los planes. Y parar de una vez el ascenso fascista que crece en la tibieza. Lo de lograr una ciudadanía plena y responsable parece ser incluso más complicado.

 

   

  

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