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Tranquilos, que lo de Cataluña ya se desinfló

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Isaac Rosa

Hace solo dos años, una Diada como la del domingo habría puesto de los nervios a la derecha mediática española: cientos de miles de manifestantes gritando abiertamente “independencia” y “república catalana”; el president al frente junto a representantes de partidos que suman allí el 60% de los votos; y anuncios de próximos pasos hacia la ruptura en 2017. Y todo ello sin gobierno en Madrid, con las instituciones españolas bloqueadas.

Y sin embargo, ahí los tienen: editorialistas, articulistas y tertulianos se fumaron un puro ayer con la Diada. Contaron menos manifestantes que otros años, hablaron del día de la marmota, se rieron del lema elegido este año (“A punt”, que es como decir “en diez minutos llego”), menospreciaron la manifestación (“un selfi independentista”, tituló El Mundo), agotaron todos los chistes posibles sobre la coreografía callejera, y le hicieron pedorretas a las advertencias de Puigdemont de unas elecciones constituyentes.

El PP y el Gobierno de Rajoy, otro tanto: directamente han pasado del tema. Rajoy ni lo mencionó ayer, el ministro de Justicia amenazó sin mucho entusiasmo, y el PP anunció unas rutinarias denuncias por quemar banderas. Por no haber, este año no ha habido ningún militar retirado que soltase alguna burrada. Es que ni siquiera se ha oído a nadie decir eso tan manido del “choque de trenes”.

Pues nada, ya está, ya pasó el peligro: los catalanes se aburrieron, el suflé se desinfló, el método Rajoy de quedarse quieto y esperar se apunta un nuevo éxito, y a otra cosa, mariposa, que lo de Cataluña ya no es un problema, es solo folclore, y así pueden tirarse veinte años con sus diadas y su procés sin fin.

¿Seguro? ¿Ya pasó? No sé. Yo vi otra cosa el domingo: una movilización enorme, que sigue siendo impresionante incluso con menos participantes, y por quinto año consecutivo. Y además manifestantes que van a lo que van, sin ambigüedades ni eufemismos: a favor de la independencia. Vi también la incorporación de nuevos y decisivos actores políticos, con Ada Colau como representante del primer partido en las generales en Cataluña y cabeza visible del fuerte movimiento municipalista. Con todos los matices que le pongan, por cálculo electoral si quieren, y guardando la distancia con otros dirigentes, pero estuvo en la Diada. En la Diada independentista.

Sí, también vi allí al president Puigdemont, y hasta al ex president Mas, en primera fila. Y sigo pensando que, mientras esos muertos vivientes estén ahí, administrando los tiempos del procés, conduciendo con el freno de mano echado, la independencia seguirá siendo el año que viene, como todos los años. Pero ya no los veo surfeando la ola, sino más bien aguantando el equilibrio en la tabla, a punto (“a punt”) de ser engullidos por esa ola ciudadana que durante un tiempo han conseguido embridar y encauzar en las instituciones.

Mientras los antiguos convergentes estén ahí, puede estar tranquila la tertulianada española, pueden fumarse otro puro. Pero quizás los Puigdemont y compañía no aguanten mucho más ahí, quizás no los aguanten mucho más los ciudadanos catalanes. Quizás en unas próximas elecciones donde ya no tengan el salvavidas de una candidatura unitaria, dejen de ser un actor decisivo y sean otros los que conduzcan. Sin el freno de mano.

Mira tú que si al final, después de tantas risas, el bloqueo multiorgánico de España se acaba desatascando por Cataluña un día de estos, y algunos acaban aceptando la reforma constitucional y hasta el referéndum como un mal menor. ¿O se fumarán otro puro?

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