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Los indultos como inicio de una regeneración democrática

EFE/Emilio Naranjo

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Los indultos a los políticos catalanes condenados en el curso del procés llegan tarde y probablemente no contenten por completo a nadie, salvo a los familiares quizá. Más de tres años y medio encarcelados por un contencioso que hubo y habrá de resolver la política. Son indultos parciales, condicionales y reversibles y aun así es una medida valiente afrontarlos con el poder involucionista instalado en tantos centros de decisión. Muchos intereses confluyen y confrontan pero, trascendiendo el momento y desde una mirada amplia, lo importante es que éste ha de ser el primer paso para afrontar la regeneración democrática que España precisa imprescindiblemente, angustiosamente. España, su sociedad.

De lo que no cabe duda –democrática- es que había que hacerlo en justicia, no de gracia, para paliar el enrarecido clima en el que todo se ha desarrollado. Ayudaría no olvidar que este último episodio parte de la actitud de enfrentamiento que desplegó Mariano Rajoy al llegar al poder. Con fines políticos que tan rentables debieron ser si nos atenemos a las vergonzantes pruebas de la actividad de su PP por las cocinas y las cajas de la corrupción que andan por los juzgados. Desde ahí, el contencioso, ya secular, se desbordó. Imprevisiones del lado independentista. Y no faltó más que el sello del tribunal que se hizo cargo del proceso.

La derecha española ya no oculta su cara más ultra cuando salen en griterío desde Casado a Ayuso, Abascal o Arrimadas, y los poderes mediáticos -que no informativos- en pura consanguinidad. Hablar de desbordante desmesura sería quedarse muy corto, en realidad parecen una jauría hambrienta que dan al mundo el retrato perfecto de esa España cuya derecha no respeta ni urnas, ni DDHH, ni la Constitución.  

Porque -salvo los más cenutrios- conocen perfectamente la realidad. Llevamos meses hablando de ello, años. Los indultos son legales y una potestad del Gobierno que han usado con profusión todos los antecesores de Pedro Sánchez. Han indultado a corruptos de altura y a golpistas de verdad, de los que entran en el Congreso pistola en mano dando tiros y no poniendo urnas en los colegios como ocurrió el 1-O. No hubo otra violencia que la policial que mandó Rajoy para reprimir a los votantes. Las penas aplicadas no existen en los ordenamientos jurídicos avanzados, o –fuera- no los creen aplicables a este caso. Y esto es esencial. De ahí que el poder judicial alemán, belga y escocés, la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, no encuentren los delitos que solo ven la Fiscalía General del Estado y el Tribunal Supremo español, como recordaba el catedrático de Derecho Constitucional, Javier Pérez Royo. Y es grave. No hay una justicia universal y otra española.

Tenemos un problema con el poder judicial en España. Lo constatan a menudo los informes del Consejo de Europa. Acaban de hacerlo este mismo lunes. A pesar de que, en una insólita actuación, las tres asociaciones conservadoras de la judicatura pidieran al Gobierno de España que frenara las críticas del informe, tras haber denunciado ellos al mismo gobierno ante Europa. Finalmente, la Asamblea del Consejo de Europa ha pedido la excarcelación de los condenados por el 1-O, reformar la sedición y retirar las euroórdenes que afectan a los políticos que se fueron de España. Por supuesto, lejos de oír al menos estas reflexiones, desde la ultraderecha se ha llegado a pedir salir del Consejo de Europa. 

Sería el ineludible siguiente paso que abordar. Hay que renovar el Consejo General del Poder Judicial de una vez, que lleva más de mil días caducado. Y cambiar la forma de elegir los cargos en el ámbito de la justicia. El propio juicio del procés se resintió de ese espíritu conservador e ideologizado. Y sobre todo: es absolutamente intolerable que el PP se niegue a la renovación y consiga sus fines durante casi tres años. Y sabiendo por qué lo hace y lo qué implica.

La derecha ha creado un clima irrespirable en España, es su habitual modus operandi. No hay golpes de Estado, ni cambios de régimen en España, como dice Casado a sus fieles. La verborrea ultra habla de un gobierno arrodillado ante el golpismo –y ahí se apuntan Vox y Arrimadas en pura vergüenza ajena-.  Ayuso, de  bochorno, atropello y… humillación –cómo les gusta al sadismo autoritario esa idea-.  Porque la diferencia con otras etapas es que Madrid se ha convertido en el corazón ultra de España, en la única región que ha logrado consolidarse como la capital del neofascismo en Europa. Por solo dos millones de votos y un apoyo mediático sin precedentes. Y van a por el asalto a más, confrontando con el gobierno legítimo de España como si fuera entre iguales.

Y luego está el desván de los jarrones del PSOE con Felipe González sin careta o columnas como las del director que creó y hundió El País, hablando del “Espectáculo inmundo de empresarios y obispos jaleando al que manda”. Desde El País. O de que “El PSOE lo único que pretende es ocupar las instituciones”, que es toda una paradoja.

La derecha española usa estos modos porque puede y se le consiente. Desde el ABC anda desarbolado también Juan Manuel de Prada, con gruesos insultos a la vicepresidenta Yolanda Díaz hacia quien parece ser el nuevo objetivo la industria de la destrucción de personas. Este individuo, en 2007, cuando Zapatero y Rubalcaba se esforzaban por acabar con la lucha armada de ETA, llegó a escribir: “Cabría preguntarse si un gobierno que humilla el honor de un Estado no merece algún tipo de castigo. En épocas menos confusas esta pregunta habría obtenido una respuesta inmediata y severísima”. Añorante de “épocas menos confusas”, deduzcan cuál era la respuesta entonces, por qué  y en cuáles piensan ahora.

Siempre es igual. Incluso va a más como ocurre con los males cuando no se atajan. Por eso, tras la puesta en libertad de los políticos catalanes, es hora de pedir que el Gobierno haga lo posible y lo imposible por indultar a la sociedad de la pena de esa corrupción endémica y ese autoritarismo antidemocrático que impregna este país. La justicia, la manipulación periodista que roba el derecho a la información de los ciudadanos, los partidos antidemocráticos y los corruptos que precisan una gestora para regenerarse.

Porque sí vienen los fondos europeos, esos que hacer arder la rabia en el estómago de la derecha que querría su gestión. Y si Pedro Sánchez cumple, se van a aprobar también leyes feministas, la de Memoria Democrática que conllevaría la ilegalización de fundaciones fascistas que permanecen desde la dictadura, subir el salario mínimo, bajar el IVA de la luz o reformar al menos la ley mordaza, etc... Es hora de ponerse en marcha tras los meses crudos de la pandemia. Tienen mayoría en el Parlamento, y no hay razón alguna para aceptar la peregrina idea de que los apoyos del Gobierno tienen menos calidad que los que suma la derecha.

De rodillas, humillados, así quieren a sus siervos, y ya está bien de España negra. Los frenéticos ataques seguirán de cualquier modo, por eso los indultos deben ser el punto de partida para callar la boca con democracia a la pertinaz involución. Aquella sequía franquista en valores tan viva en esta derecha.

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