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La izquierda y la Virgen

Imagen de la celebración a la Virgen de La Paloma el 15 de agosto de 2022.

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El 15 de agosto pasado se armó un alboroto en las redes sociales, sobre todo en círculos de izquierdas, a raíz del siguiente mensaje que subió Más Madrid en su cuenta de Twitter con ocasión de la fiesta de la Paloma: “Realizamos la ofrenda floral a la Virgen de la Paloma para que siga protegiendo Madrid, cuide de todos los niños y las niñas, y pronto lleguen mejoras para nuestra ciudad, que la hagan más verde y sostenible”.

Resultaba cuanto menos sorprendente que un partido identificado como progresista hiciera semejante exhibición de fervor religioso, hasta el punto de atribuir a la referida virgen la capacidad de crear las condiciones para la transformación ecológica. ¿A cuento de qué semejante ‘meapilismo’?, reaccionaron muchos en las redes ante el tuit, equiparándolo a unas declaraciones que una década antes había hecho la entonces ministra de Empleo del gobierno de Rajoy, Fátima Báñez, quien dijo haberse encomendado a la Virgen del Rocío porque “nos ha hecho un regalo en nuestra salida de la crisis y en la búsqueda del bienestar de los ciudadanos”.

Pero, alto, la cosa no es tan simple. También se le podía haber equiparado a otros ejemplos menos cómodos para la izquierda. Casi al mismo tiempo que aquellas declaraciones de Báñez, en el otro lado del océano, el entonces presidente de la República Bolivariana de Venezuela y abanderado del denominado Socialismo del siglo XXI, Hugo Chávez, tuiteaba: “Maisanta, Virgen del Valle, llena de bendiciones al pueblo venezolano. Te rendimos tributo quienes luchamos con las banderas de Cristo”. Y para no remontarnos tan lejos en el tiempo, el 19 de junio pasado, fecha de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Colombia, el candidato de la izquierda y hoy presidente, Gustavo Petro, inició la jornada acudiendo a una iglesia, tras lo cual publicó el siguiente tuit acompañado de su foto en actitud pía: “Comenzamos orando en la Iglesia del Divino Niño. Que las fuerzas puras y bondadosas de esta Patria nos ayuden en las tareas que están por venir”. Hablo de dos figuras hacia las que muchas personas identificadas con la izquierda en España no ocultan sus simpatías.

¿Estamos ante un cambio de paradigma en la relación de la izquierda con la religión? Las principales figuras del movimiento 15M que dio paso a la creación de Podemos —entre ellos, Íñigo Errejón, hoy presidente de Más País, partido paraguas de Más Madrid— han sido avezados lectores del filósofo argentino Ernesto Laclau, que deconstruyó el marxismo clásico, incluyendo el concepto de lucha de clases, y creó el marco teórico para un nuevo socialismo posmarxista basado en el populismo, que encarnaría hoy la más pura expresión de la democracia. Laclau despojó al término populismo de su sentido peyorativo al convertirlo en la piedra angular para la construcción de una sociedad más igualitaria y justa, bajo la premisa de que la sociedad no es un cuerpo homogéneo, sino un conglomerado complejo en el que se entrelazan una diversidad de intereses y reivindicaciones. Una de las muchas derivadas interpretativas de esta corriente de pensamiento ha sido la aceptación de que el hecho religioso está presente en la sociedad y no puede eliminarse de un plumazo como pretendió hacerlo la revolución bolchevique, sino que debe incorporarse, con nuevos enfoques, en la estrategia política para conectar con un mayor porcentaje de la población. ¿Debemos entender el tuit de Más Madrid en este contexto? ¿O se trató simplemente de un alarde de ‘transversalidad’ social, sin mayor elaboración teórica, en un momento en que el partido busca desesperadamente ensanchar su base electoral? ¿O quizá no debamos buscarle tres patas al gato y haya sido un inocente mensaje protocolario, quizá algo entusiasta, ante una fiesta muy importante de Madrid?

Ignoro si el desaparecido Chávez alcanzó a leer ‘La razón populista’ o ‘Reinventar la izquierda en el siglo XXI’ de Laclau, y si lo han hecho Rafael Correa, Evo Morales o Petro. De lo que estoy convencido es de que todos ellos entendieron en su momento el arraigo del fenómeno religioso en sus países y lo incorporaron hábilmente a sus discursos. Ese ‘populismo religioso’ quizá les haya sido útil en sus aspiraciones políticas, pero, al menos en los casos de Venezuela, Ecuador y Bolivia, ha ido acompañado de un frenazo a la expansión de derechos civiles como el aborto. Los invito al respecto a consultar en Wikipedia el estado de las legislaciones sobre el aborto en Latinoamérica.

Personalmente, no me gustan los devaneos religiosos de los líderes y organizaciones que se declaran progresistas. Me inquietan las consecuencias que puedan tener para el desarrollo de los derechos civiles, que casi siempre se han logrado en duro pulso con los guardianes de las creencias. Sería interesante que Errejón o Mónica García, coordinadora de Más Madrid, se pronunciaran sobre el famoso tuit. Daría sin duda para un debate saludable en la izquierda, sobre todo en un momento de redefiniciones políticas ante un año de intensa agenda electoral.

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