Una condecoración por los servicios prestados
Sucedió el pasado miércoles, en la sede de la Comunidad de Madrid. El presidente Ignacio González hacía entrega de la Gran Cruz del Dos de Mayo a trece ex consejeros, todos miembros de los gobiernos de Esperanza Aguirre, y yo tuve la suerte de estar allí y presenciarlo. Fue un acto muy solemne, con alfombra roja, banderas, tapices nobles y una banda para cada galardonado, a quienes se agradecía “el trabajo desarrollado a favor de la región”.
Hasta que llegó el turno de condecorar a Manuel Lamela y Juan José Güemes, ex consejeros de Sanidad. El presidente González tomó las medallas, carraspeó, y mientras se las colocaba, habló para todos los presentes:
“Queridos Manuel y Juan José. Quiero reconocer con esta condecoración que bajo vuestra gestión se produjo, dentro de una gran opacidad y falta de información, un incremento en el gasto de asistencia sanitaria con medios ajenos, a la vez que un progresivo descenso en el gasto en la cartera sanitaria pública.”
Los presentes nos miramos sorprendidos, pero el presidente continuó: “Gracias al modelo de gestión que implantasteis, los hospitales de gestión privada tienden a rechazar los pacientes crónicos con necesidades complejas en vez de atenderles de forma integrada y de hacerles partícipes del cuidado de su propia enfermedad. Es el caso de los enfermos de VIH, cuyos gastos farmacéuticos son muy elevados, y se derivan irregularmente a otros centros públicos que soportan el gasto que debía asumir el adjudicatario.”
Ignacio González hizo una pausa, hasta que se acallaron los murmullos del público, y continuó: “Por otro lado, conseguisteis que se atrajesen pacientes de otras áreas de protección, a través del denominado Call Center, fundamentalmente de hospitales públicos de gestión pública, viniendo obligados estos últimos a pagar la prestación sanitaria realizada. Una elección de centro que en ocasiones ha sido voluntaria por parte del paciente, pero en otras se han producido coacciones o engaños.”
La ex presidenta, Esperanza Aguirre, sentada en primera fila, rompió a aplaudir en ese momento, no sé si por entusiasmo o para acallar a González, que elevando más la voz, añadió: “Cuando no se cuenta con todas las especialidades necesarias para atender a la población adjudicada, es derivada a otros centros públicos que cuentan con dichas especialidades, de manera que la empresa cobra por partida doble: de manera directa por atender a cada uno de los titulares de tarjetas sanitarias asignadas, y de manera indirecta a través de la facturación intercentros.”
Los condecorados, Lamela y Güemes, se miraban nerviosos, sin atreverse a interrumpir al presidente, que continuó: “Además, en algunos casos, concedisteis a una empresa privada de ignorados propietarios un trato de favor al permitir que las obras de infraestructuras e instalaciones que son de propiedad privada se financiasen con cargo a fondos públicos, concediendo subvenciones encubiertas.”
González hizo una nueva pausa, consultó una chuleta que llevaba en el bolsillo, y después prosiguió: “Gracias a vosotros se ha producido negligencia en el control del gasto público y la facturación intercentros. El sistema de retribución hace que las empresas privadas se vean tentadas a crear un ”gueto“ sanitario con sus propios Hospitales y Centros de Salud, e incluso a ejercer cierto grado de coacción a sus médicos para que los pacientes de su área sean trasladados preferentemente a su red de Hospitales, incluso a costa de la seguridad del paciente.”
“En cuanto a las listas de espera quirúrgicas”, remató el presidente, dirigiéndose al resto de galardonados, “con la derivación del paciente a través del denominado Call Center se han vulnerado los derechos de los pacientes, a través del trasvase injustificado, masivo y sistemático de pacientes de la sanidad pública a la privada para la realización de cirugías, pruebas y procedimientos que reportarán beneficios económicos a las entidades privadas que los realizan sin justificación alguna implicando consecuencias negativas en su atención e incluso riesgo para su seguridad.”
La mayoría de asistentes a la ceremonia se puso en pie en ese momento y aplaudieron con fuerza. González les pidió silencio con un gesto amable, y a continuación apoyó una mano en el hombro de Lamela, visiblemente emocionado, y dijo: “Tú, Manolo, trabajas para Assignia Infraestructuras, empresa que participa en la UTE que gestiona servicios del hospital del Tajo, licitados y adjudicados durante la etapa en que eras Consejero de Sanidad, cuando tú mismo inauguraste el hospital. El contrato que firmaste concedía a la empresa la construcción del edificio y su mantenimiento y gestión a cambio de un canon anual de 9 millones de euros durante 30 años; 270 millones en total.”
“En cuanto a ti, Juanjo”, dijo pellizcando con cariño la mejilla de Güemes: “fichaste por Unilabs, empresa que recibió la concesión de los laboratorios hospitalarios, después de que cerraste los que había en cada hospital”.
A continuación, González, Güemes y Lamela se fundieron en un abrazo, al que en seguida se sumó Esperanza Aguirre, y también el resto de consejeros y ex consejeros, en una entrañable melé de amor.
Ya sé, les cuesta creer una escena así, pero fui testigo y lo cuento como lo vi. Pueden comprobarlo leyendo aquí el discurso íntegro del presidente madrileño, y aquí su ratificación posterior.