De los tratos falsos al compromiso climático
Once de diciembre de 2017. El presidente francés Emmanuel Macron organiza en París una gran cumbre política y financiera (One Planet Summit) para promover la acción climática. Asisten los principales mandatarios del mundo junto a grandes personalidades de la empresa y las finanzas globales: desde Bill Gates a Michael Bloomberg o Richard Branson.
El mensaje del anfitrión no puede ser más directo: vamos tarde, si no queremos perder la batalla contra el cambio climático debemos transformar de forma radical nuestro sistema productivo y destinar a la lucha los suficientes recursos financieros.
Mariano Rajoy está entre los asistentes. Su mensaje posterior parece recoger el guante: España está comprometida en esa lucha y va a cumplir con el Acuerdo de París, porque “España -dice Rajoy- es un país que cumple su palabra”.
Teresa Ribera, por aquel entonces directora del Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales (IDDRI) con sede en París, también asiste a la cumbre. Duda del verdadero compromiso de Rajoy. Y hace bien. El presidente español, gran ausente de las cumbres mundiales de cambio climático y famoso negacionista (mi primo me ha dicho que no), incumple sistemáticamente con todos los pactos firmados por España y la UE para frenar al calentamiento global.
En cambio Teresa Ribera es una reconocida activista por el clima que ha sido protagonista en todas las cumbres. Exsecretaria de estado de Cambio Climático con Cristina Narbona, antes de aceptar el nombramiento de Pedro Sánchez como Ministra para la Transición Ecológica, su nombre sonó como Secretaria Ejecutiva de la ONU sobre Cambio Climático. Por eso no debería sorprender a nadie su firme determinación para cumplir con los compromisos asumidos por nuestro país.
Lo que se propone la actual Ministra para la Transición Ecológica con el borrador de la Ley de Cambio Climático y Transición Energética que acaba de presentar es exactamente eso: cumplir con lo que establece el Acuerdo de París que suscribió el Gobierno de España en 2015 y revalidó Mariano Rajoy con sus promesas en 2017.
El Acuerdo de París tiene como principal objetivo promover todos los esfuerzos necesarios para que la temperatura global del planeta no aumente en más de 1,5 ºC y que en ningún caso supere los 2 ºC. ¿Cómo lo conseguiremos?
Según el último informe del panel internacional de expertos en cambio climático (IPCC) para que la temperatura del planeta no sobrepase ese 1,5 ºC de incremento las emisiones de CO2 deberían descender un 45% antes de 2030. Las medidas que propone el borrador de Ley de Cambio Climático y Transición Energética nos llevarían a reducir nuestras emisiones un 20% en ese mismo período. Por eso mientras algunos sectores como el del automóvil la consideran desmedida, otros critican su falta de ambición. Estos últimos olvidan que debido a la desidia de todos estos años de inacción con un negacionista al frente del Gobierno, las emisiones de CO2 en España son actualmente un 17% superiores a las de 1990 (período de referencia). Es decir: debemos hacer el doble de esfuerzo para quedarnos a menos de la mitad del compromiso adquirido.
En todo caso la ley incrementa notablemente los objetivos de reducción hasta la plena descarbonización de la economía para 2050, lo que obligará a algunos sectores a realizar importantes ajustes. Por eso incluye un paquete de medidas para garantizar una transición justa, equitativa y solidaria que compense a quienes se vean obligados a un mayor esfuerzo.
Por último, a los que claman al cielo por considerar que esta ley supone un ataque al sector del automóvil. Los ministros de medio ambiente de la UE, con el comisario Cañete (PP) al frente, han acordado una reducción de emisiones del sector del automóvil del 35% para 2030. Lo que recoge la ley emana de esa disposición tal y como están haciendo otros países de la UE.
Así, Reino Unido y Francia ya han anunciado que prohibirán la venta de coches diésel y gasolina en 2040. Dinamarca, Irlanda, Alemania y Holanda adelantan la prohibición a 2030 y Noruega a 2025. Por eso algunos fabricantes se están poniendo las pilas (y nunca mejor dicho) para acelerar su reconversión. Volvo empezará a vender tan solo coches eléctricos a partir del próximo año y Toyota suspende la venta de vehículos diésel a partir del mes que viene.
Y es que esto del cambio climático va en serio. Muy en serio. Teresa Ribera lo sabe bien porque sigue de cerca la evolución del calentamiento global. Sabe que ha pasado el tiempo de las cosas fáciles, del postureo político y de los tratos falsos. Sabe que es hay que emprender cambios importantes. Y créanme, lo del coche es una nimiedad ante los que deberemos afrontar de ahora en adelante.