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186: la razón de todo
¡Nada nuevo bajo el sol! Más antiguo que el hilo negro es la estrategia de descrédito de las instituciones por parte de la derecha. El antídoto de los conservadores (desde el origen de los tiempos) para contrarrestar el avance de los partidos políticos de izquierda ha sido siempre la utilización espuria de los jueces. Tener el poder todo lo justifica. El Tribunal Constitucional se configuró como un ente no integrado en el Poder Judicial, precisamente para evitar las injerencias políticas. Un error de apreciación de Kelsen porque no ponderó entonces que la derecha no tiene alma cuando de por medio se cruza la gula de poder.
A nadie no ignota se le puede escapar que en la configuración del Estado de Derecho democrático, nada ni nadie está por encima de Soberanía Nacional. Nada ni nadie puede estarlo porque la Soberanía Nacional reside en el pueblo español del que emanan todos los demás poderes y no en unos cuantos magistrados a sueldo por un partido político concreto. La función principal y para la que se crea el Tribunal Constitucional es para controlar las leyes que emanan del Poder Legislativo y no los actos de trámite. Mucho se ha escrito sobre este conflicto institucional gravísimo y se le imputan culpas y responsabilidades hasta a Teresa de Calcuta. Sin embargo, la única razón de peso que mueve al partido popular y VOX (Ciudadanos simplemente no existe) son las matemáticas. El gobierno de coalición echó a andar con 167 escaños muy justitos. La derechona se moría pero tenía esperanzas de revertir tan exigua mayoría. Luego llegaron los PGE que fueron aprobados por 188 diputados. Casi nada. Mientras, Feijóo seguía “pastando” en el mar mientras sus predecesores entonaban el “viva el vino”. Y así hasta tres presupuestos generales seguidos. Un oxímoron teniendo en cuenta que la derechona lleva años vendiendo, dentro y fuera de España, el mantra de que el gobierno ilegítimo de Sánchez está destruyendo España en connivencia de los filoterroristas, independentistas y perroflautas.
Nadie con sentido común puede creerse ni una sola de las mil excusas del PP para no renovar los órganos constitucionales. La razón real por la que el PP ha cruzado este nuevo Rubicón tiene tres dígitos: el uno, el ocho y el seis. 186. Este número representa la impotencia total de los conservadores, porque sitúa al gobierno de coalición en un escenario más que favorable para este último año de elecciones. Una mayoría consolidada y sobrada que no tiene competencia posible...y añado, que sea digna. A la derechona no le queda otra que cruzar límites insospechados y eso lleva haciendo desde hace mucho tiempo. La actitud deplorable y estrategia de “Golpe suave” del PP no solo no han mermado la confianza de los españoles en este gobierno de coalición sino que han permitido que se consolide firmemente. Nadie decente puede creer ya en esa burda estrategia de manual que pasa por deslegitimar a los gobernantes y sus pactos parlamentarios. El PP acercaba presos al País Vasco cuando ETA mataba...Nadie normal puede creer en esta banda articulada que es el PP. Las matemáticas nos llevan a las 200 leyes aprobadas por este gobierno. La reforma objeto de disputa constitucional ha salido del Parlamento avalada por 186 diputados que representan a todos los españoles, hasta a los que no les han votado. ¿Qué golpe de Estado es ése? Patrañas y más patrañas. Al PP le pasa como a la serpiente en la fábula, que se quería comer a la luciérnaga simplemente porque no soportaba verla brillar.
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