Matamos al perro pero sigue la rabia

Han pasado 24 horas de “la exhumación” y el mal cuerpo que tengo por admitir que se ha permitido, en un estado democrático, el descanso en un mausoleo del tamaño del Valle de los Caídos de un dictador y líder fascista que descansaba al lado del fundador del partido español hermano de los partidos fascistas de Italia, Alemania...

El hecho de que durante 44 años haya estado en un lugar de veneración siendo el protagonista principal de 3 años de guerra civil que partió el país aún hasta nuestros días, de 36 años de dictadura, del nombramiento del jefe del estado que se sucedió del padre del actual, explica en gran medida la situación actual de España. Franco no es historia actual, es pasado al que se ha permitido permanecer y enaltecer, algo imposible cualquier otro país que forme parte de la Unión Europea la Unión Europea.

La justificación de que ganó una guerra hace 80 años no contiene ningún sentido de la ética cuando lo hizo para instaurar un régimen dictatorial, ese es uno de los puntos del mal cuerpo los 80 años que arrastramos.

Está claro que hubo un pacto de estado que protegió al régimen y sus “acólitos”, un pacto político y un pacto con los poderes económicos, religiosos, militares y oligárquicos del estado.

La parte más rancia y extrema del actual del nacionalismo español se basa en gran medida en el ideario falangista de país “España es una unidad de destino en lo universal” heredado y asumido por Franco que también hizo suyo la idea fascista de sindicato único vertical llamado en este caso: La Organización Sindical Española (OSE), conocida “Sindicato”, de la misma manera creó el brazo político del régimen El Movimiento Nacional heredero de una parte de la falange como partido único y donde, si se quería hacer carrera política, era mejor estar afiliado, a estos nuevos miembros les llamaba “camisas nuevas” y a los militantes históricos que se habían integrado fácilmente en el régimen, incluso los que fueron críticos con Franco, se llamaban “camisas viejas”.

Esta estructura tan dura parece que permanezca inalterable en cuanto se habla de progreso y regeneración, por ejemplo cuando hay sentencias que implican involuciones a la libertad expresión y manifestación, cuando ponen trabas a cambiar la constitución y concebirla como un paraguas para todos los ciudadanos de todos sus de manera igualitaria, cuando el jefe del estado es el descendiente de un rey puesto por el dictador después de un sospechoso referéndum y ningún partido mayoritario ha tenido el valor de solicitar una nueva consulta por miedo a ...y saben que una parte importante de la población considera la monarquía una institución absolutamente obsoleta, cuando los principales bancos del estado se han ahorrado una cifra de que quita el hipo después del rescate y paralelamente los fondos de reserva para las pensiones de la seguridad social han sido literalmente saqueadas para pagar la deuda bancaria, cuando se intenta privatizar la sanidad pública para convertirla en un negocio, cuando se intenta buscar un sistema electoral más justo, equitativo para las minorías la reacción de los grandes partidos incluso los nacionalistas es oponerse, la corrupción política es otra heredera instaurada como “modus operandi” desde la dictadura “los sobres” por favores y podríamos seguir enumerando.

Lo que sienten muchos ciudadanos del estado es vergüenza de estos 44 años como lo explicaremos cómo lo explicamos, pero la realidad es que estamos conviviendo con un pasado al que muchas estructuras del estado se niegan a dejar atrás y que parece que somos incapaces de enterrar en el mar, pienso que ha pasado demasiado tiempo para que desligarnos de todo esto no pueda ser de una forma rápida. Como escribió hace 80 años, si hace 80 años, Rafael Alberti y canta Paco Ibáñez hoy:

¡A galopar, a galopar, hasta enterrarlos en el mar!