Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
Sobre este blog

En este blog publicamos los artículos y cartas más interesantes y relevantes que nos envíen nuestros socios. Si eres socio/a puedes enviar tu opinión desde aquíConsulta nuestras normas y recomendaciones para participar.

En el lado español del mar

Noemi Lapresta

Me despierto un jueves por la mañana y descubro, gracias a Desalambre, una línea más en los mapas cuya existencia desconocía. Esta línea, aseguran, separa nuestro mar del de ellos: a un lado, el mar de la gente de bien, un mar patriótico, de peces rojigualdos y respetables picoletos patrullando en lanchas motoras; al otro, un mar de violencia y represión, un mar que cada día se parece más a un desierto.

La narrativa jurídico-fictiva de hoy nos habla de otra actuación ejemplar de nuestros cuerpos de seguridad, una más: los fallecimientos, si es que ocurrieron, habrían tenido lugar en el mar malo, el de los pobres. En el mar bueno no se muere nadie, que eso no da más que disgustos. Gracias a nuestras admirables fuerzas del orden, la sangre de los adolescentes se derramó en el mar que tocaba. Quince amigos, hermanos y compañeros menos, meticulosamente ahogados con nuestra complicidad, pero eso sí, en el lugar y momento preciso. Me pregunto si no debería considerarse un agravante: asesinato en primer grado con premeditación, alevosía y _geofencing_.

El gobierno, me dicen, sólo hace su trabajo, el de velar por el orden natural de las cosas: por si fallara la providencia, llueven hostias en los dos lados, pero los cadáveres suelen salir a flote en el lado malo. “No es nada personal”, dice el guardia civil que vive en mi cabeza, mientras le enciende una velita a la Virgen del Rocío, “esto siempre ha sido así, es por las corrientes marinas, que son muy traicioneras”, concluye.

Me despierto y leo sobre ese otro jueves por la mañana, uno de hace ya casi seis años, en el que unos chavales se despertaron de madrugada en un monte y partieron rumbo a la playa, todo para cruzar una línea de un mapa: una línea que divide colonizadores y colonizados, una línea capaz de partir no sólo dos tierras hechas por la misma gente, sino, aparentemente, también dos mares hechos de la misma agua. Si no hay jueves por la mañana para todos, no habrá jueves por la tarde para nadie.

Me despierto y me preparo mi café, con la tranquilidad inherente en saber que,al menos de aquí al próximo jueves, estoy en el lado bueno. De la frontera, claro, no de la historia.

Sobre este blog

En este blog publicamos los artículos y cartas más interesantes y relevantes que nos envíen nuestros socios. Si eres socio/a puedes enviar tu opinión desde aquíConsulta nuestras normas y recomendaciones para participar.

stats