Unos minutos pueden salvar la vida

Con ese lema, que es una evidencia científica, la Federación Española de Ictus (FEI) desarrolló su última campaña en octubre pasado. Los estudios médicos coinciden en señalar que: unos minutos pueden salvar la vida, pueden salvar la autonomía, pueden salvar la movilidad, pueden salvar el habla, pueden salvar la memoria de las personas que sufren un ictus. Así, el tiempo para recibir una atención especializada es crucial y, por eso mismo, es imprescindible contar con una unidad de ictus, como mínimo, en cada provincia.

Sin embargo en Castilla y León se carece de esa unidad en cuatro provincias. En tres de ellas, Ávila, Palencia y Zamora, la distancia por carretera, hasta la provincia con el centro de referencia más próximo, es inferior a 60 minutos. Pero en Soria estamos a más de 100 minutos, a 142 kilómetros de Burgos, donde está el hospital más cercano con el servicio específico para la atención urgente y el tratamiento posterior.

Llevamos años escuchando que la atención al ictus es una de las prioridades de la Consejería de Salud, asistiendo a la publicación de estudios, de Planes de Salud. Incluso en noviembre de 2018, se aprobó en las Cortes la instalación de unidades de ictus en las cuatro provincias de comunidad que carecían de ellas. Tras tantas promesas incumplidas seguimos careciendo de esas unidades a pesar de las cifras y de los datos: el ictus es la segunda causa de muerte en la población española (la primera en las mujeres), y la primera causa de discapacidad adquirida en el adulto. Cifras y datos detrás de los cuales tenemos familiares y amigos con nombres y apellidos que han sufrido las consecuencias de padecer un ictus a más de 100 minutos de un centro de atención especializado en esta patología. Mientras se incumplen promesas, planes y proyectos, cualquiera podemos ser la siguiente persona que engrose las cifras de mortandad o discapacidad por vivir lejos de una unidad de ictus.