Negros...

Jóvenes, bellos y fuertes, apenas centenar y medio de negros que llegaron a nuestro país en patera, jugándose sus vidas, pasando frío, miedo, hambre y mucho más miedo, por una fortuna que no tenían, en pateras, arribando a Canarias, al sur de Europa, migrantes, refugiados, que como decía una “desalmada de Vox”, “no llegan huyendo de ninguna guerra”, simplemente han llegado escapando de una existencia sin presente, sin futuro, abandonando a sus familias, con toda la incertidumbre trágica sobre ellos, camino de un futuro, desesperadamente mejor, o eso llegaron a creer, sobre el que creen porque ya no tienen escapatoria, recogidos provisionalmente en un hotel “cerrado en temporada de invierno”, en Torrox, en Málaga, y a quienes yo contemplo a diario, cada vez que paso por delante del hotel haciendo “ejercicio saludable” en bici, puro acomodo de buen ciudadano europeo con mi jubilación a salvo, mientras veo a diario a decenas de negros aguardando la resolución a sus casos, mientras aguardan expectantes, tristes, “la procesión les irá por dentro”, fuertes, bellos y jóvenes…

Y recuerdo las palabras del concejal que auguró “delincuencia y tifus” cuando llegaron. Ninguna de esas calamidades has sucedido.

Y recuerdo, a diario, las declaraciones de miedo y odio de quienes, compatriotas míos, de quienes reniego hasta la raíz de mi escaso cabello, solo fomentan la sospecha infundada hacia seres humanos caídos en desgracia de la desigualdad.

Anunciaban que, en Valladolid, ante la celebración de “los premios Goya”, ya no quedaba ni una plaza de hotel que ya se cotizaban a 1.000 euros la noche. La desigualdad de quienes pueden acceder, mal o bien, a lo que “exige la sociedad injusta y desigual” que, por otra parte contempla las “tractoradas” sospechosas de algaradas partidistas, con sus reivindicaciones justas, con sus reivindicaciones viciadas del mismo odio que muchos son capaces de volcar contra los más vulnerables, en este mundo que vomita, día a día, odio y desprecio, cálculo estratégico para que cierta clase siga en el poder, sirviendo a los desclasados por acomodados, en nombre de su dios al que han tiznado su supuesto mensaje de amor y hermandad universal por el rastrero del “miedo y el odio” a mansalva, entre quienes están los negros de Torrox.

Y nuestro presidente de gobierno, junto a otra autoridad europea, han viajado a Mauritania, con 300 millones en mano para ser entregados a las autoridades de aquella latitud por ver si son capaces de frenar la migración imparable de los “parias”, sin escapatoria, de la tierra.