No cometerás actos impuros

El informe que el defensor del pueblo, Ángel Gabilondo, ha presentado recientemente en el Congreso de los Diputados sobre abusos sexuales en la Iglesia es demoledor. En él se estima que más 400.000 personas, niños o adolescentes, han sufrido abusos sexuales por parte de un religioso o un sacerdote y critica la escasa, cuando no nula, colaboración de los obispos para esclarecer los hechos.

“No cometerás actos impuros”, dice uno de los mandamientos que predican y que luego muchos de ellos han incumplido de forma hipócrita y perversa. Eso sí, para sus pecados, tienen el sacramento de la confesión, mediante el cual siempre son perdonados por graves y horrendos que estos sean, sin tener en cuenta el daño irreparable causado a sus víctimas para el resto de sus vidas.

Los abusos sexuales a menores, sean estos producidos en el ámbito que sea, son los delitos más abominables que un adulto pueda cometer. Pero los perpetrados por religiosos, de los que se espera un plus de honestidad, la decepción y el escándalo aún son superiores a los ojos de la sociedad; y de Dios, si es que existe