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No mires arriba, te dirán
«No mires arriba » no es sólo la película-sorpresa de fin de año, sino aquella que puede servirnos de indicador para elaborar una lista de propósitos para 2022.
Es cierto que no estamos acostumbrados a ver una película de desastres planteada como un circo sociopolítico. Pero si decidimos saltar por encima del humor a contrapié, utilizándolo simplemente como trampolín del absurdo, entraremos de lleno en ella. De hecho, ese absurdo tiene un aire familiar, desde la historia reciente de los EE.UU hasta ese aire viciado que llega a Europa, desplazándose en perfecta sintonía hacia una España que lo respira a pleno pulmón. Si no fuera por ese humor sorprendente y disuasorio, la tensión y las resonancias que se generan podrían configurarse de manera demasiado previsible como una lista de improperios del sistema dirigidos a aplastar la inteligencia humana :
Bofetada n°1. La falta de respeto absoluto por el cuerpo científico por parte del poder es algo que queda patente desde el principio. Dos científicos se dirigen a Washington para anunciar a la presidenta de los EE.UU el descubrimiento de un cometa que se estrellará contra la tierra aniquilando toda forma de vida. Desde las primeras escenas son tratados como ilusionistas y como lacayos absolutamente prescindibles e intercambiables. Nada que pueda salir de sus bocas pertenece al mundo real ni es prioritario.
Bofetada n°2. « No mires arriba » es, de hecho, el título-eslogan, pero además define la propaganda de un cierto poder político para llegar a sus fines. No mires arriba, porque aunque hubiera cometa ahora mismo tenemos cosas más importantes que hacer. Y a partir de ahí : negacionismo informativo desde las élites, bloqueo al dato en beneficio del individualismo partidista, culto al instante ganancial presente, y estrategia de marketing electoral. El pan nuestro de cada día.
Bofetada n°3. No mires arriba, no les hagas caso, sólo quieren controlarte y hacerte dudar. Amargarte, de paso, coartar tu libertad, impedirte ser feliz, pandilla de aguafiestas… ¿Les suena? Y todo con el apoyo de un periodismo irresponsable y unas redes sociales histéricas. Sólo falta una cañita para sentirnos como en casa.
Bofetada n°4. El trumpismo, el sistema capitalista, la productividad y el beneficio económico por encima de cualquier otra urgencia, frente a la destrucción del planeta como leyenda progresista. El trazo grueso del sarcasmo narrativo ralentiza la tensión del espectador al tiempo que pone en evidencia el engaño de manera nítida.
Bofetada n° 5. En «No mires arriba» la caricatura se despereza sin rubor. Sin embargo, no hay que perder de vista que la realidad supera la ficción, porque, al contrario que a esta, a la realidad no se le exige verosimilitud. Seguro que les viene a la mente el nombre de algún chiflado reciente, apocalíptico de lo ajeno. Pues, en la película asistimos a una calidad moral de una bajeza y simpleza sin filtros en las figuras de la presidenta, su jefe de gabinete, y el general del Pentágono.
Bofetada n°6. Todo para llegar -aunque lo veíamos venir- a la conclusión de que estamos solos en el mundo. El objetivo real y final de esa política que nos sitia es sacar tajada y salvar el pellejo. Si el mundo que permite a la élite seguir viviendo de los de abajo no funciona, se compran otro. Ellos caerán siempre de pie.
La escena final -atención, spoiler- nos pilla paralizados en esa apatía que sucede a la impotencia, ante la desesperación acumulada en los dos personajes principales, al verse absolutamente desamparados, pero finalmente conscientes -a pesar de los vaivenes- de en dónde reside la verdadera importancia de la existencia. A fuerza de asistir a una realidad inamovible frente a esfuerzos inútiles, vendidos a la inercia por un cansancio sideral, deciden no moverse mientras todo se desmorona. Parece, por un instante, que algo fuera a suceder que alterase el rumbo de la destrucción programada desde los primeros minutos del film.
Los personajes cenan en familia, con una armonía surrealista y poética, hablando de cosas triviales y a la vez llenas de significado. El montaje nos permite asistir en paralelo a la hecatombe de manera paulatina, vemos quebrarse el mundo que conocemos, saltar por los aires ciudades, paisajes, hasta que el desastre alcanza los muros de la casa a cámara lenta, trasfondo devastador de personajes apacibles y estáticos, como un telón ardiendo tras la quietud de una escena. Aun resonando la última frase pronunciada por el personaje que interpreta Di Caprio: « En realidad lo teníamos todo, bueno, si lo piensas bien »
Los propósitos para el nuevo año deberían resumirse en uno solo: abrir bien los ojos. La muerte es cosa de un instante y el fin un trabajo de fondo. Habrá que apuntarlo.
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