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Reforma fiscal y lucha de clases
No voy a entrar en datos y números, entre otras cosas porque el tema fiscal está siendo tratado con mucha profusión por los agentes sociales, tanto empresariales, como sindicales, políticos, poderes fácticos y mediáticos. Sobre todo ahora con la presentación de los Presupuestos Generales del Estado para su debate y aprobación en el Parlamento y Senado y las elecciones municipales, autonómicas y generales a la vista. Sólo decir, que España está por debajo de la media de los países europeos, en materia fiscal en datos de 2018. Ver aquí.
La incipiente Reforma Fiscal que implementa el Gobierno de Coalición Progresista (PSOE y Unidas Podemos), en la que incluso muchos de sus aspectos son de carácter temporal, se pueden ver aquí.
Las diferentes fuerzas y agentes enumerados más arriba se sitúan en torno a tres posiciones: 1) los que se oponen a las reformas, 2) los que aceptan leves reformas, pero quieren seguir controlándolas y 3) los que a través de ella quieren llevar a fondo el proceso democrático junto a un mejor y justo reparto de la riqueza.
PRINCIPIOS DE UN SISTEMA FISCAL
Los principios de un Sistema Fiscal, que se pueden encontrar en cualquier libro de Hacienda Pública son: que se repartan las cargas equitativamente. Es decir, que toda persona que se encuentre en situación igual, pague igual (justicia horizontal), así como las personas que se encuentren en situación distinta, sean tratados adecuadamente (justicia vertical); que sea lo suficientemente flexible como para adaptarse a las cambiantes circunstancias, aumentando la recaudación al aumentar la renta nacional, pues al aumentar esta aparecerán nuevas necesidades que tienen que ser satisfechas por el Sector Público; que sea suficiente, esto es, que puedan satisfacerse adecuadamente todas las necesidades de la población; que sea eficaz, en la administración de los recursos económicos, puesto que no se deben desaprovechar ni usar inadecuadamente; que sea fiel a la Constitución (artículos 31, 128 y 131); que sea controlado democráticamente, es decir, que pueda pedírsele cuentas al Ejecutivo de lo que hace con el dinero público.
¿QUIÉN SE OPONE A LA INCIPIENTE REFORMA FISCAL?
Así pues, Justicia, Flexibilidad, Suficiencia, Eficiencia, Constitución y Control, son las notas de un sistema fiscal que se precie. ¿Se daban en el nuestro? Bajo mi punto de vista no. Sin embargo, estos principios son los que intenta llevar a la práctica el Gobierno de Coalición Progresista que está siendo tan contestada por el establishment: personas, instituciones y entidades influyentes, muchos de ellos poderes fácticos, que sueñan con los tiempos en los que las funciones del Estado se limitaban a la defensa interior (orden público) y exterior (ejército) y poco más, y que hoy se traduce en la defensa de un Estado Mínimo. Para estas instituciones, el Estado no debe intervenir en la propiedad privada y el sacrosanto libre mercado, con lo que se daría al traste con el Estado de Bienestar y la defensa de la Constitución y el Bien Común. Aquí podemos ver, al menos diez de los artículos que no se cumplen de la Constitución:
Como decía Julio Anguita: “Pedir más democracia dentro del capitalismo es como pedirle a un tigre que se haga vegetariano” Cualquier reforma, más aún si es de calado, está atravesada por la lucha de clases. La Reforma Fiscal y los Presupuestos Generales del Estado son de esa índole, no son asépticos, pues tienen mucho que ver con la contradicción fundamental que se da en la formación social española: Capitalismo o Socialismo. También tiene que ver con la sociedad a la que se aspira, cumplimiento o no de la Constitución, profundización de la democracia, dónde se ponen las prioridades, cómo se reparten los ingresos… Y algo muy importante a tener en cuenta, que es hacerse la siguiente pregunta y responder como Gobierno honradamente a ella: ¿Cómo hacemos para que nadie sea excluido de lo necesario para vivir dignamente? Sin eso, la democracia está vacía y no hay convivencia en común posible.
Hasta aquí mi reflexión sobre la incipiente Reforma Fiscal. Quiero acabar con una frase de León Tolstói dirigida a los que se oponen a ella: “Se pueden talar árboles, fabricar ladrillos y forjar hierro sin amor. Pero es preciso tratar con amor a los seres humanos. …Si no sientes afecto por los hombres, ocúpate en lo que sea, pero no de ellos”.
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