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Señora Von der Leyen: yo, no soy amiga de Israel
El pensamiento crítico es fruto de un proceso de carácter racional y analítico cuya función principal es evaluar ideas desde una perspectiva neutral, generando opiniones contrastadas y objetivas. Esta capacidad reflexiva nos ayuda a alejarnos de informaciones sesgadas por agentes externos. Está orientado al cuestionamiento sistemático de la realidad y el mundo como medio de acceso a la verdad. Por esto, se podría decir que sin crítica no hay cambio y sin cambio no hay progreso.
La Unión Europea nacía como un proyecto integrador y democrático de pasado, presente y futuro basado en la cooperación, la inclusión y la diversidad. (O eso prometieron) Si bien es cierto que la perspectiva a futuro parece peligrar ante el crecimiento del euroescepticismo.
El ataque del grupo terrorista Hamás en el festival Tribe of Nova en Israel el pasado sábado 7 de octubre, así como la contraofensiva israelí sobre la población civil palestina, han obligado al posicionamiento del espacio comunitario europeo con respecto a este conflicto. Las declaraciones por parte de algunos de los altos representantes de las instituciones europeas han generado un fuerte rechazo a la ciudadanía.
La construcción de la paz, especialmente en un organismo dícese democrático, pasa por reconocer y condenar todas las atrocidades que se cometen contra la población civil. Sin embargo, algunas figuras europeas entre las que se encuentran la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen y la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, han manifestado públicamente que “Europa apoya a Israel” y que el mismo “tiene derecho a defenderse”. Muchos ciudadanos europeos han mostrado su oposición a estas afirmaciones al considerar que implican un importante grado de legitimación de los ataques llevados a cabo por el gobierno israelí sobre el territorio palestino.
Tras décadas de ocupación violenta por parte de los israelís, los civiles en Palestina siguen pagando con sus vidas los actos terroristas de organizaciones como Hamás. Según los datos de Naciones Unidas, la ocupación desde 2008 (sin tener en cuenta los fallecidos durante esta semana) se ha cobrado la vida de 6.407 palestinos frente a 308 israelís.
Asimismo, la OMS y la ONU advierten que la metralla lanzada estos días ha afectado a hospitales y albergues de emergencia de Naciones Unidas. El régimen israelí ha cortado también el abastecimiento de agua, la electricidad y, más recientemente, la red de internet en la Franja de Gaza aislando por completo el territorio con una población superior a los 2 millones de habitantes.
Por ello, resulta sorprendente atender a unas declaraciones de dirigentes europeos que definen al gobierno israelí como “democrático” con una ausencia total de contexto histórico sobre conflicto que allí acontece. Aquello de que “la respuesta de Israel demostrará que es una democracia” queda absolutamente descartado si se recurre a los antecedentes de masacre y violencia del régimen israelí. ¿Es coherente condenar un atentado contra civiles y seguidamente apoyar a un gobierno que lleva años masacrando a población civil?
Tan inquietante resultan estas declaraciones como el silencio de muchos agentes europeístas sobre lo que está sucediendo en la escena política internacional. Aquellos que defienden incondicionalmente los discursos y actuaciones de los organismos públicos europeos como si de un ente perfecto se tratase son cómplices de su propia decadencia. La ausencia de autocrítica frena el progreso democrático de la Unión. Es vital que el movimiento europeísta sea realista y objetivo a la hora de analizar las decisiones llevadas a cabo por las instituciones, que exijan el cumplimiento del derecho internacional y condenen sin paliativos la vulneración de Derechos Humanos.
Hasta el momento, la pasividad de la comunidad internacional, incluida la Unión Europea, ha dado luz verde al gobierno israelí para que lleve a cabo su ataque sobre el territorio ocupado palestino resultando en un elevado número de muertes de civiles inocentes.
Es el momento de ser contundentes.
Señora Von der Leyen: yo, no soy amiga de Israel.
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