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Son sólo números
También son seres humanos, dolientes, asustados, asesinados, israelíes, palestinos, con nombres, con familias, con vidas en marcha, recién iniciadas sus existencias, truncadas, cayendo en el olvido mucho antes que en las fosas que acogerán sus cuerpos.
Más de 1.550 israelíes asesinados, entre ellos muchos niños. Más de 5.000 palestinos asesinados, de estos más de 2.000 eran niños, según el Ministerio de Salud gazatí, el lunes cayeron 436. Y miles y miles de heridos, de errantes huyendo del infierno desatado. Sin hogares, sin barrios, sin ciudades, sin nada que beber y comer, sin analgésicos para paliar el dolor… es una guerra en toda regla, o mejor dicho un aplastamiento por parte del lado israelí, y promete seguir y seguir machacando, ¿hasta dónde, hasta cuándo?
Y ya se ha olvidado la guerra en Ucrania, y en cualquier otra parte del mundo, y los atropellos a los derechos humanos, a la vida humana, a la esperanza, a la existencia digna y decente, se suceden y ya no llevamos la cuenta, ni podemos, ni queremos.
Y ya de paso olvidamos lo que tenemos más cerca. Este pasado fin de semana llegaron a Canarias, en cayucos, más de 1.600 migrantes africanos. Y nadie en Europa los toma ni medio en consideración. Aunque se dijera, se sabe y se precisa que la mano de obra migrante, barata y extenuante, es imprescindible para nuestros viejos países occidentales.
Y los estadistas de turno aseguran que va para largo y que morirán muchos más, entre escombros, aplastados, heridos, matados por escombros, por hambre y sed, por enfermedades no atendidas, … mientras nosotros seguiremos a nuestras cuitas, celebraciones y proclamas.
En 1.947, 750.000 palestinos fueron ya expulsados de sus casas, de sus tierras, y dejaron de poder vivir donde lo habían hecho a lo largo de centurias, y desde 2.006 se acentuó la expulsión solapada, salvaje y contumaz de cuanto de poco les quedaba. ¿Se pretende acabar con el pueblo una vez? Tarea imposible, por otra parte, por mucha sangre y dolor que se esparza
Y aun cuando sobrevivan al enésimo bombardeo seguirán dando gracias a su dios por seguir vivos, llorando, desesperados, muertos de hambre, de sed, de frío, de desolación.
Y no se escuchan las llamadas a una tregua humanitaria desde un mundo asustado. Y asoma el genocidio del pueblo palestino a un precio muy caro, demasiado caro.
Y parece que la guerra aún podrá extenderse más. Israel ya bombardea Cisjordania, Líbano y Siria.
Y se anuncia una casi inmediata subida del petróleo, y de nuevo volverán a enriquecerse los amos de las armas y el petróleo, y buscaremos a cualquier dirigente para culparle de nuestros males, mientras seguirán enseñoreados los dioses respectivos, a hombros de pueblos condenados a malvivir ¿desde los tiempos bíblicos?, pues por eso. Una triste perspectiva sin visos de mejora a la vista. Parapetados o tras el miedo o tras el odio, el mundo entero cavando su propia extinción.
Confiando en los voceros del maligno disfrazados de hombres patrioteros, de dignos y asustados creyentes, de fieles defensores del estatus que asegure la desigualdad y el apocalipsis, porque les va muy bien a unos pocos, a un 1%, mientras al resto les seguirá yendo muy mal. Es lo que hay, con dios o sin dios.
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