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Formamos una red internacional de personas comprometidas y de organizaciones expertas en idear y aplicar soluciones eficaces contra las desigualdades provocadas por la injusticia, con presencia en más de 90 países.

 

Desde 1956, apoyamos a las personas desfavorecidas, dándoles las herramientas necesarias para que sean ellas mismas las generadoras de cambios, no sólo a nivel individual sino en todo su entorno, protegiendo así sus derechos y los de las generaciones futuras.

 

Una red de cambio contra la injusticia y la pobreza, a la que si te sumas multiplicarás las posibilidades de cambio a nivel global.

CAMBIAMOS VIDAS QUE CAMBIAN VIDAS.

¿Por qué luchar contra el ébola es luchar contra la desigualdad?

En los barrios marginales de Monrovia, la capital de Liberia, las personas vive amontonadas y sin acceso a agua limpia

Paula San Perdro

La mayor parte de la población que vive en los países principalmente afectados por el Ébola- Liberia, Sierra Leona y Guinea- conocen bien que es la desigualdad y la falta de oportunidades. Largos años de guerra civil dejaron a estos países en una situación extremadamente frágil y con uno sistema público completamente destruido. Esta herencia les ha puesto a la cola de los índices de desarrollo y a la vez en los primeros puestos de los ranquings de desigualdad. Así se constata en el Índice de Desarrollo Humano ajustado a la inequidad (una medida del desarrollo humano basada en los niveles de inequidad en ingresos, educación y salud), dónde de 144 países evaluados, Liberia se sitúa en el puesto 135, Guinea en el 138 y Sierra Leona en el 143.  

En este contexto de pobreza y desigualdad es fácilmente comprensible que el Ébola se haya cebado con la población más vulnerable, mientras que las élites ricas de estos países viven aisladas de esta realidad. De la misma manera que haya habido países donde el Ébola haya logrado controlarse gracias a unos sistemas de salud eficientes, mientras que en otros esté diezmando a la mayor parte de la población.

Así pues, luchar contra el virus es  luchar contra la desigualdad. Para ello es necesario, el conocimiento, las infraestructuras, los recursos y el personal sanitario de los que carecen estos países pero que son vitales para frenar la epidemia. Pero además es necesaria una vacuna que hasta ahora nunca se ha desarrollado porque ningún laboratorio veía el rédito económico que podía tener siendo una enfermedad fundamentalmente de pobres.

Las consecuencias de la crisis

Pero también hay que tener en cuenta que los efectos de la crisis van mucho más allá de los ratios de transmisión. Los cultivos se han abandonado, los mercados se han cerrado y se ha restringido totalmente el movimiento de personas. El desempleo aumenta, bajan los ingresos de las familias y ya ha saltado la alarma de una probable hambruna en 2015. Los colegios se han cerrado y los niños y niñas están perdiendo su año escolar. Los escasos centros de salud existentes están colapsados dando respuesta al Ébola lo que ha provocado que la gente esté muriendo de enfermedades tratables como la malaria y la diarrea o por complicaciones en el parto. Ciertos sectores de la población son cada vez más vulnerables, como los niños y niñas entre los que se han registrado 4.000 nuevos huérfanos.

Pero aun cuando se logre poner fin a esta epidemia, sus consecuencias van a perdurar en el tiempo, lo que muy probablemente llevará a más pobreza y desigualdad. Esta crisis ha barrido en pocos meses con los avances que se había conseguido durante años y está amenazando con aumentar la fragilidad de los países y la estabilidad regional. Si no se responde de manera rápida y efectiva a la epidemia, la brecha entre ricos y pobres dentro del país, y entre ellos y los países ricos aumentará de manera exponencial.

La comunidad internacional tardó demasiado en responder a esta crisis y ese tiempo perdido se tradujo en vidas de personas. Las necesidades son hoy en día más apremiantes que nunca y por ello la respuesta debe estar a la altura de las circunstancias para combatir el Ébola y con ello combatir la desigualdad.

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