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Sobre este blog

Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.

Autores:

Aina Gallego - @ainagallego

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Desiguales hasta durmiendo

Amparo González Ferrer

A raíz del cambio de hora, hemos vuelto a escuchar estos días los comentarios de cada año acerca de sus bondades sobre el consumo energético o su pernicioso efecto sobre la salud, los horarios laborales y familiares y nuestra productividad. En España todo se hace un poco más tarde que en los países de nuestro entorno; y a partir de esta época del año, la cosa se desmadra. Cenas más tarde, te acuestas más tarde, pero te acabas levantando a la misma hora, o incluso antes si tienes uno de esos trabajos en los que en junio se pasa a jornada intensiva. ¿Cómo afecta esto a nuestras horas de sueño? Casi todos conocemos a alguien de nuestro entorno que duerme la siesta, sobre todo si eres de las zonas calurosas de España y en el verano. Pero conocemos a muchas más personas que no la echan, y que se acuestan tarde y se levantan temprano. ¿Cuánto dormimos los españoles? ¿Más o menos que otros europeos en países con menos sol y con horarios más razonables? Veamos qué nos dicen los datos.

De acuerdo con la Encuesta de Usos del Tiempo (quien quiera puede solicitar y recibir acceso a esta fuente con solo enviar un email), armonizada para 15 países europeos, y realizada a lo largo de todo un año para evitar efectos estacionales en torno a 2003, quienes más duermen son los búlgaros (9:07), franceses (8:50) y letonios (8:40); y los que menos los noruegos (8:03), suecos (8:06) y alemanes (8:12) (Gráfico 1). En el ranking, los españoles nos acercamos más a los dormilones (ocupamos la cuarta posición, por detrás de los letonia), pero si atendemos al tiempo efectivo de sueño ocupamos una posición equidistante (8:34) entre los dos extremos. Es fácil apreciar que la distribución de países de más a menos dormilones no ofrece explicaciones ‘culturales’ o ‘climatológicas’ inmediatas. Los nórdicos se sitúan en el extremo de los que menos duermen, pero Finlandia rompe el patrón; los del Este son de los que más duermen, pero Polonia está más en la media; y España y sobre todo Francia se cuelan entre los dormilones (Gráfico 1).

Curiosamente no existe un patrón de relación claro con la productividad en cada país, como sugiere la línea recta del Gráfico 2 en el que se compara el tiempo (en minutos) de sueño diario de las personas empleadas en los países de la muestra con la productividad por hora trabajada en dicho país tomando como la productividad de EEUU. Francia, por ejemplo, con una productividad prácticamente idéntica a la de EEUU, es también uno de los países donde las personas con empleo duermen más. Pero esta relación no se cumple para otros países. Y es que obviamente, no se trata de dormir mucho, sino suficiente y bien, algo un poco más difícil de medir.

En cualquier caso, y aunque la relación entre tiempo de sueño diario y productividad no sea evidente ni inmediata, no hay duda de que un descanso suficiente constituye un elemento básico de cualquier indicador de bienestar. Por ello, hemos analizado las desigualdades en el tiempo que duermen ciudadanos de diferentes países, diferentes edades o diferente sexo.

En todos los países los hábitos y horarios de sueño y vigilia cambian con la edad pero no siempre en la misma medida. La curva del sueño tiene forma de U invertida, los menores de 25 y los mayores de 65 son quienes más tiempo duermen en todos los países, sobre todo estos últimos. En cambio, en las edades centrales, que coinciden con el grueso de la vida activa y la formación de familias, el tiempo dedicado a dormir se reduce. Ahora bien, resulta curioso que las diferencias a lo largo del ciclo vital son mucho más señaladas en los países más desiguales, que en los más igualitarios. Por ejemplo, las diferencias entre los adultos de 45 a 65 años y los de 65 años y más es de apenas 20 minutos en los países escandinavos, pero ronda la hora en los países del Este o en la propia España, llegando a superar la hora y media en casos como Bulgaria (Gráfico 3).

Por otra parte, es curioso comprobar que, en media, las diferencias por género benefician siempre a las mujeres, que duermen más que los hombres en prácticamente todos los países, salvo España y Bulgaria (Gráfico 4). Es cierto que en ambos casos la diferencia media es pequeña (4 minutos en España y solo 1 en Bulgaria) pero se trata de los únicos casos en que la diferencia perjudica a las mujeres.

Es fácil pensar que estas diferencias por género en España reflejen patrones más tradicionales en el reparto de tareas, que duplican el trabajo de las mujeres que trabajan fuera de casa, especialmente si tienen hijos. En parte hay algo de esto, pues en todos los países de la encuesta las mujeres trabajando a tiempo completo duermen más que los hombres, salvo en España y Estonia, donde ocurre justo lo contrario (no mostrado aquí). Por otra parte, incluso cuando las mujeres españolas logran sacarle algún minuto de sueño a su pareja, como es el caso de las mujeres que conviven (casadas o no) y tienen un hijo menor de 6 años, la diferencia es la mínima de Europa, de nuevo junto a Estonia (Gráfico 5). Dicho de otro modo, trabajar y tener hijos en España reduce las diferencias en tiempo de sueño para hombres y mujeres, pero aún así la situación de las mujeres españolas es en términos de género sigue siendo casi la peor de toda Europa.

Por último, son las madres solas y las mujeres mayores de 65 las que mayores diferencias de sueño presentan con sus equivalentes masculinos. Las madres solas en España duermen casi una hora menos que los padres solos. Y las mujeres de 65 años y más, tanto si conviven con su pareja como si han enviudado, duermen media hora menos que los hombres como ellas. Se trata de casos extremos en el panorama europeo. En Alemania, por ejemplo, las madres solas duermen una hora más que los padres solos. Y en el caso de las mayores de 65 años, el caso más cercano, pero a distancia, es el italiano donde estas mujeres duermen 12 minutos menos que sus homólogos masculinos.

Más allá de la anécdota anual del cambio de hora, convendría discutir en serio sobre la racionalización de los horarios y las desigualdades evidentes que los datos revelan.

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