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Piedras de papel es un blog en el que un grupo de sociólogos y politólogos tratamos de dar una visión rigurosa sobre las cuestiones de actualidad. Nuestras herramientas son el análisis de datos, los hechos contrastados y los argumentos abiertos a la crítica.

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Homenaje a Esperanza Aguirre

Lluís Orriols

El pasado domingo Esperanza Aguirre tiró la toalla. Acosada por los casos de corrupción que afectan al PP de Madrid y muy debilitada al no haber logrado la alcaldía de Madrid, Aguirre se despide. Tras su dimisión, a la lideresa apenas le queda poder orgánico y atractivo electoral, por lo que en esta ocasión muy probablemente estamos ante un adiós definitivo. Es por este motivo, que Piedras de Papel quiere rendir un homenaje a unos de los políticos más controvertidos de la escena política española de la última década. Para ello, queremos destacar tres grandes acontecimientos (o fases) que marcaron la carrera política de la lideresa.

Fase 1. Cuando “Caiga quien Caiga” la hizo famosa

Esperanza Aguirre inició su carrera en la política nacional en las elecciones de 1996, cuando se presentó en las listas del PP para el Senado y, posteriormente, fue nombrada Ministra de Educación y Cultura en el primer gobierno de José María Aznar. Entonces Aguirre iniciaba su carrera como uno de los miembros más desconocidos del Consejo de Ministros. Según el CIS, en julio de 1996 el 49% de los españoles no conocían a Aguirre, un porcentaje ocho puntos por encima de la media de los ministros del momento. Era uno de los miembros menos conocidos del nuevo gobierno, con niveles similares a los de Mariano Rajoy, pero superada por ministros como Eduardo Serra y Josep Piqué.

Pero entonces llegó “Caiga quien caiga” (CQC). El programa de TV de sátira política que dirigía El Gran Wyoming se especializó en ridiculizar a la ministra Aguirre. Si no conocen o recuerdan el programa pueden ver algunos cortes en este link .

La sátira a Aguirre funcionó mediáticamente y rápidamente se convirtió en uno de los protagonistas más imprescindibles del programa. Tal exposición mediática permitió a Aguirre asaltar la fama. En efecto, tres años más tarde, Aguirre se convertía en una ministra muy conocida, con tasas de conocimiento superiores a la media del Consejo de Ministros. De hecho, Aguirre fue durante la primera legislatura, el miembro del ejecutivo que más mejoró su popularidad, reduciendo muy sustancialmente el porcentaje de personas que declaraban en las encuestas no conocerla. La misma Aguirre reconoció más tarde en un programa de la cadena Cuatro que: “[CQC] me ponían de tonta y de no sé qué, pero me dieron una popularidad como no me han dado en otro programa”.

Lamentablemente, este aumento de la popularidad de Aguirre no fueron acompañados de una mejoría en sus valoraciones como ministra. De hecho, el gráfico 1 muestra cómo sus valoraciones descendieron mucho más que la media del Consejo de Ministros. El programa le ayudó a ser más conocida, pero no mejor valorada.

Fase 2. El mito del “efecto Aguirre” en el Senado

En las elecciones del año 2000 Aguirre volvió a presentarse en las elecciones al Senado por Madrid. Fueron unos comicios cruciales para su carrera política, pues en esa ocasión consiguió erigirse como la senadora más votada de la historia. La forma de voto en el Senado es de listas abiertas, en la que los votantes tienen libertad de elegir a los tres candidatos que más les gustan, sean del partido que sean y al margen de la posición de la lista que estén. Es por ese motivo que en ocasiones se argumenta que los candidatos que obtienen más votos son quienes gozan de un mayor respaldo popular más allá de las siglas del partido.

La histórica victoria de Aguirre en el Senado era el logro que necesitaba para cambiar su imagen y demostrar que tras su paso por el Gobierno no solo había conseguido ser más conocida sino también ser una candidata atractiva y bien valorada entre los votantes. Con ese aval, Aguirre se erigió tres años más tarde como candidata a la Presidencia de la Comunidad de Madrid. Tras la inestimable ayuda del dúo Tamayo y Sáez, la ministra aupada por CQC y posterior senadora más votada de la historia se convertía en Presidenta de la Comunidad de Madrid. Era el inicio de la implacable Esperanza que ya poco tenía que ver con esa imagen “tonta” e inofensiva que parecía desprenderse de la sátira de “Caiga quien Caiga”.

En definitiva, si el Gran Wyoming le permitió saltar a la fama; ser la senadora con más apoyos de la historia, le dio el pedigrí de política de éxito. Sin embargo, un simple análisis comparativo de las elecciones al Senado dejan patente que el éxito de Aguirre fue más aparente que real. En realidad, se debió más a la mayoría absoluta del PP que al valor añadido que Aguirre aportaba a la candidatura del Senado. El gráfico 2 muestra cómo en las elecciones al senado de 1989 y 1993 Alberto Ruiz Gallardón obtuvo (en términos relativos) mejores resultados que los de Esperanza Aguirre. En efecto, Gallardón consiguió entre 4-6% más votos que el segundo candidato de la lista del PP al Senado, un porcentaje superior al de Aguirre. Y aún más importante: contrariamente a Aguirre, Gallardón logró en 1989 más votos en el Senado que los que obtuvo la candidatura del PP en el Congreso de los Diputados. Ambos datos sugieren que muchos votantes de otras sensibilidades políticas optaron por votar al PP en el Senado porque la figura de Gallardón era atractiva. Los datos no son tan concluyentes en el caso de Aguirre.

En definitiva, Aguirre fue la senadora más votada, pero se debió en gran parte a un mero efecto arrastre del éxito de la candidatura del PP, que obtuvo sus mejores resultados en Madrid. Ni el PSOE en su mayoría absoluta más amplia en 1982 consiguió tantos votos en la provincia de Madrid. Es Gallardón, y no Aguirre, quien puede alardear de ser el senador del PP que más votos ha cosechado por méritos propios.

Fase 3. El nacimiento de la lideresa

Tras la inestimable ayuda de “Caiga quien caiga” a su popularidad y tras el (dudoso) pedigrí que le ofreció la imagen de candidata de éxito al erigirse como la senadora más votada de la historia, Aguirre se convierte por fin en la Lideresa. Desde la presidencia de la Comunidad de Madrid, consiguió colonizar la dirección regional del partido en 2004. En esa ocasión, la lideresa le ganó la batalla a Gallardón con una victoria rotunda. Pero se trataba de una victoria en los despachos y no en las urnas. En las elecciones 2007, Aguirre fue derrotada electoralmente de nuevo por su principal enemigo: Gallardón. En la ciudad de Madrid, la candidatura de Gallardón tuvo más éxito que la de la lideresa. Y lo mismo le ocurrió en 2015 con su otra enemiga, Cristina Cifuentes, pues de nuevo Aguirre logró en la ciudad de Madrid menos votos que Cifuentes. El menor atractivo de la lideresa con respecto a Gallardón y Cifuentes lo contábamos de forma más detallada hace unos meses en este artículo de Piedras de Papel (La derrota de Aguirre ante Cifuentes en cifras).

Aguirre ha sido una candidata menos atractiva de lo que se presume en muchas ocasiones. Lo que sí es incontestable es que Esperanza Aguirre ha sido una política controvertida, con una gran habilidad para polarizar a la opinión pública. En efecto, Aguirre ha generado grandes admiradores entre la derecha pero también grandes detractores entre la izquierda. Y durante la construcción del mito de la lideresa (entre 2003 y 2011) ese diferencial de valoración de Aguirre entre la izquierda y la derecha fue en aumento (vean el gráfico 3). Solo en 2015 se redujo, pues ya entonces dejó de ser atractiva incluso para una porción importante de la derecha. Comparado con sus dos grandes rivales (Gallardón y Cifuentes), Aguirre se ha caraterizado por la división que provoca en el electorado. Entre izquierda y derecha existe una diferencia de seis puntos en la valoración de Aguirre, en cambio esta diferencia es sustancialmente menor para Cifuentes y Gallardón, ambos con valores cercanos a cuatro puntos.

En definitiva, los datos indican que Esperanza Aguirre ha sido una candidata con un atractivo electoral mucho menor del que tendemos a imputarle. Existen sobrados motivos para concluir que su éxito en el senado en las elecciones de 2000 fue más responsabilidad del partido que de su persona y que sus enemigos de partido más relevantes (Gallardón y Cifuentes) fueron candidatos con un mayor atractivo electoral. Demasiado a menudo hemos construido un mito que no se ajusta a la realidad. Pero, quién sabe, quizás esta haya sido precisamente la principal habilidad de Esperanza Aguirre: la capacidad de aparentar ser mejor política de lo que en realidad es.

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