Me imagino con 16 años y una tripa. Me imagino en una familia ultra católica con ese percal. Me imagino en una familia disfuncional con ese pastelazo. Y me surgen tantas preguntas para este Gobierno…
¿Vais a cuidar vosotros a esos bebés? ¿Vais a devolverles a esas niñas los mejores años de su vida? ¿Vais a apoyarles para que sigan estudiando o trabajando? ¿Os hacéis una idea de sus razones para abortar? ¿Os hacéis una idea de sus razones para no querer decirlo en casa?
¿Vais a educar en sexualidad a nuestros niños y niñas? ¿Vais a apoyar los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, tengan la edad que tengan? ¿Vais a ofrecer gratis o a un precio asequible la píldora anticonceptiva? ¿Y la píldora del día después?
Yo os respondo; No. No vais a hacer nada de eso porque seguís pensando que las pecadoras que follan, merecen lo que les pase. No vais a hacerlo porque consideráis que la maternidad es un castigo, que tener un bebé es asumir consecuencias y no un proyecto de vida que se elige o no. No vais a hacer nada de eso porque os importa una mierda ese 0’4% de las menores de 16 años que deciden abortar sin consentimiento paterno por las razones que sean.
Os importa una mierda que Claudia, por ejemplo, no llegue a ser ingeniera porque se le rompa el condón, o que Rosa se lleve una enorme paliza porque no funcionó la marcha atrás que nadie le ha explicado nunca, os importa una mierda porque vuestra doble moral os impide ver la realidad.
Lo importante para vosotros (y digo vosotros y te señalo a ti, Rafel Catalá, ministro de Justicia y a ti, Mariano Rajoy) son las próximas elecciones, es pagar a la iglesia católica, y seguir “defendiendo” la vida de los que aún no han venido a este mundo en lugar de mejorar, o no descojonar, la vida de quienes ya estamos aquí. Por un puñado de votos, solo por un puñado de votos.
Pero quiero que os quede clara una cosa: en mi útero mando yo y en los úteros de las jóvenes y adolescentes de este país mandan ellas. Ni vuestras leyes, ni vuestras biblias, ni vuestra moral, ni vuestras supersticiones, sean estas cuales sean. Lo único que pedimos es que nos dejen decidir.
Ahora habéis aprobado esa ley porque tenéis una incomprensible mayoría absoluta pero no vamos a dejaros en paz. No nos vamos a callar. No vais a decidir sobre nuestras vidas, no vais a decidir sobre nuestros cuerpos, no vamos a quedarnos sentadas.
Y os escuchamos decir que abortar no es un derecho, contraviniendo a ONU Mujeres y dando la espalda a una cuestión de salud pública… Y yo me pregunto cómo puede ser un derecho decir tantas estupideces irresponsables teniendo un cargo público. Me pregunto cómo es posible que once millones de personas se sientan representadas por vosotros.
Pero ¿sabéis qué? Ladráis, luego cabalgamos.
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