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Los afganos votan al sucesor de Karzai en unas elecciones marcadas por la división étnica del país

Karzai deposita su voto en un colegio electoral de Kabul.

EFE / eldiario.es

Kabul —

Los 6.243 colegios electorales preparados para acoger las urnas de la elecciones presidenciales y provinciales en Afganistán abrieron el sábado a las 07:00 hora local. Para la cita electoral están convocados cerca de 13 millones de votantes, aunque en las previsiones más optimistas no se espera una participación de mucho más del 50% debido en gran parte a las amenazas de los talibanes de atacar los centros de votación.

Los comicios han despertado algunas dudas de la comunidad internacional sobre el nivel de transparencia en las votaciones, en parte porque el órgano electoral ha emitido más de 20 millones de tarjetas electorales, lo cual puede facilitar el fraude. Las primeras horas de votación se han visto caracterizadas por las imágenes de largas colas de mujeres votando, pero las fotos pueden confundir. Sólo el 35% de las mujeres están registradas para votar.

Tres candidatos parten como favoritos para sustituir a Hamid Karzai, presidente del país desde hace más de 12 años y ganador de las dos anteriores elecciones presidenciales, celebradas en 2004 y 2009, las segundas en medio de múltiples acusaciones de fraude electoral.

Abdulá Abdulá, Ashraf Ghani y Zalmai Rasul encabezan las listas de aspirantes en unas elecciones que posiblemente necesitarán una segunda vuelta, a celebrarse hacia finales de mayo en caso de que ningún candidato obtenga más del 50% de votos.

Abdulá, Ghani y Rasul han hecho encaje de bolillos con sus acompañantes como candidatos a vicepresidente para buscar el apoyo de las diversas comunidades del país centroasiático.

“Estamos aún en un país con una identidad en construcción, por lo que la lealtad a la comunidad étnica se mantiene como un factor clave a la hora de elegir a los líderes”, explica el director del Centro de Estudios Estratégicos de Kabul, Waliulá Rahmaní. “En este país aún es muy difícil tener un voto mayoritario sólo por razones políticas, lo cual motiva los arreglos entre líderes, tan habituales en Afganistán”.

Dos de los candidatos, Ghani y Rasul, son de origen pastún y ambos han buscado líderes de otras etnias como sus aspirantes a las vicepresidencias.

Rasul, exministro de Exteriores que tiene el respaldo ya poco disimulado del actual presidente, Hamid Karzai, cuenta con Ahmad Zia Masud, líder de la comunidad tayika y hermano del mártir por excelencia de la lucha contra los talibanes, Ahmed Sha Masud.

Los tayikos son cerca de la cuarta parte de la población, pero su lealtad está más dividida que la de otras minorías en el país.

Más controvertida es la fórmula elegida por Ghani, un técnocrata bien visto por los países occidentales que estudió en EEUU y tuvo cargos directivos durante años en el Banco Mundial. Ghani ha optado por atraer el voto del cerca del 9% de afganos uzbekos mediante la alianza con el líder indiscutible de esa etnia, Rashid Dostum, polémico exmilitar acusado de graves crímenes de guerra.

“Lo que en un principio puede ser una ventaja, como la alianza de Ghani con Dostum, se puede convertir en un contratiempo en una posible segunda vuelta electoral, ya que muchos pastunes odian a Dostum y no lo votarán”, dice Rahmaní.

Por su parte, Abdulá Abdulá es considerado líder de la comunidad tayika por su ascendencia materna y por su estrecho vínculo con Ahmed Sha Masud, que murió en 2001 en un atentado de Al Qaeda solo dos días antes de los ataques del 11-S en EEUU.

Su opción ha sido buscar un contrapeso que le permita tener el apoyo de parte del 40% de la población pastún del país, y ha escogido como posible vicepresidente a Mohamed Khan, procedente de una formación islamista con implantación en zonas pastunes.

Una coincidencia de los tres favoritos en los comicios de mañana es que todos han elegido como candidatos a la segunda vicepresidencia a miembros de la comunidad hazara, que cuenta con cerca del 9% del electorado, pero es famosa por su alto nivel de movilización electoral.

“El factor étnico puede ser importante pero no es el único a tener en cuenta, ya que las lealtades electorales están marcadas por múltiples elementos. Es muy complejo”, advierte Martine van Bijlert, de la Red de Analistas Afganos.

El nuevo Gobierno deberá asumir como uno de sus primeros retos impulsar un agonizante proceso de pacificación con los talibanes, en guerra con el Ejército afgano y las tropas de la OTAN desde hace más de una década.

Las tropas aliadas llegadas en 2001 iniciaron su retirada en 2011 y, de acuerdo al calendario previsto, completarán su salida a final de este año, a falta de que se defina el grado de presencia militar internacional en Afganistán a partir de 2015.

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