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“Es el mejor final posible: ETA ha decidido declarar su propia derrota”

Alfredo Pérez Rubalcaba, en una imagen de archivo

Gonzalo Cortizo

El último capítulo del final de ETA ha cogido a Alfredo Pérez Rubalcaba dando clases de Química Orgánica I en las aulas de la Universidad Complutense de Madrid. Entre clases y reuniones de departamento, el exministro se ofrece a responder a las preguntas de eldiario.es a través de un cuestionario.

Rubalcaba echa la vista atrás para quejarse del trato recibido por el PP cuando el Gobierno de Zapatero intentó una negociación para convertir en definitiva la tregua que ETA declaró en 2006. Sobre los errores cometidos en este tiempo, el exministro socialista se lamenta de no haber implantado antes la llamada Vía Nanclares que ofrecía beneficios penitenciarios a los presos que acreditaban pasos inequívocos de rechazo a la violencia.

El histórico dirigente es rotundo al asegurar que este “es el mejor final posible” para el terrorismo porque implica el reconocimiento de la derrota por parte de los terroristas.

Casi 7 años después del cese definitivo de la violencia, llega la disolución definitiva de ETA. ¿Qué siente una persona como usted en un momento como este?

Es una mezcla de sentimientos encontrados. Alegría porque es el fin de una pesadilla que ha durado casi 50 años. ETA se acabó del todo y para siempre. Y tristeza, cuando pienso en las más de ochocientas víctimas mortales, en los miles de heridos, en sus familias y en sus amigos, tanto sufrimiento inútil, porque al final ETA, estos patriotas de la muerte, no han alcanzado ninguno de sus objetivos, ninguno.

¿Esperaba que el final de ETA fuese así?

De todos los finales de ETA que imaginábamos, nunca se pensó en este y, si lo miras bien, es el mejor final posible. Siempre es tarde para el final de un grupo terrorista pero, al margen de eso, este tiene un lado bueno: son ellos los que se rinden.

He escuchado a mucha gente decir que ETA tenía que tener un final policial. Cuando me decían eso yo siempre preguntaba dónde está la línea exacta que marca ese final policial, cómo se puede tener la certeza de ese final policial.

Lo que ha pasado ahora no admite dudas: ETA ha decidido declarar su propia derrota.

¿A qué achaca usted que esto no se hubiera acabado antes?

Creo que la existencia tan prolongada de una banda terrorista como ETA solo es posible si mantiene un cierto apoyo social, en este caso, en el País Vasco. Por eso, siempre he sostenido que el fin de ETA tiene un origen policial, pero que sin la política de aislamiento social, nacional e internacional, y político habría tardado más en producirse.

En su comunicado, los terroristas dicen cosas como que surgieron del pueblo y ahora se disuelven en él, que desean cerrar un ciclo caracterizado por la “violencia política” o que sus exmilitantes continuarán con la lucha “con la responsabilidad y honestidad de siempre”. ¿Entiende algo de estas palabras?

Entiendo lo que quieren que crean los ciudadanos: que había un conflicto que, por cierto, no ha acabado, que justificaba la lucha armada y que, ahora, ellos, ETA, han decidido traer la paz. Dos mentiras.

El único conflicto que ha existido en el País Vasco, y en el resto de España, ha sido la propia existencia de una banda asesina, que mataba para imponer sus delirantes proyectos políticos; una banda que acosada policialmente y aislada social y políticamente tuvo que reconocer su derrota, hace ya casi siete años, el 20 de octubre del 2010. Esa es la verdadera historia la que los demócratas tenemos que explicar una y otra vez. Es algo que les debemos a las víctimas y a las generaciones futuras.

¿Le ha llamado mucha gente estos días?

Sí, bastante. Sobre todo de mi partido, pero no solo del PSOE.

En el PSOE ha habido titubeos en las últimas semanas a cuenta del acercamiento de los presos. ¿Cuál es su postura sobre esa cuestión?

Creo que es algo que debe decidir al Gobierno. Mientras fui Ministro del Interior defendí muchas veces que, tal y como recogen los distintos pactos antiterroristas que los partidos democráticos hemos firmado, la política antiterrorista la dirige el Gobierno. Y que si los que no estamos en él queremos discutir algo o proponer algo, se debe hacer en el seno de esos pactos. No tuve mucha suerte en la defensa de este principio, pero eso es ya agua pasada. Lo que no voy a hacer ahora es incumplirlo.

Rajoy estuvo puntualmente informado de los intentos de negociación que inició su Gobierno durante la tregua...

Yo informaba periódicamente a todos los partidos. También al PP, por supuesto.

¿En qué consiste una negociación con ETA?

La verdad es que ninguno de los tres intentos que los gobiernos hicieron para buscar una salida negociada a la violencia, pasó de eso, de intentos. Se podría decir que ni en Argel, ni en la tregua de Aznar, ni con el gobierno de Zapatero se pasó del diálogo inicial. Nunca se entró en una negociación, que en todo caso debería haberse limitado a los aspectos referidos al fin de la violencia, en ningún caso a temas políticos que, de acuerdo con el Pacto de Ajuria Enea suscrito por todos los partidos, quedaban reservados a los representantes de los ciudadanos.

Nunca se avanzó, nunca se pasó de los prolegómenos, porque ETA quería negociar lo que siempre fue innegociable para los distintos Gobiernos.

¿Recuerda cuando Aznar habló de Eta como “movimiento de liberación vasco”?

Nunca fui un buen exégeta de las frases de Aznar…

Mientras su partido se sentaba a la mesa de negociación, Rajoy organizaba manifestaciones en la calle en las que había carteles que decían que Zapatero era ETA. ¿Cómo se explica esto a los historiadores?

Seguro que los historiadores encontrarán buenas razones para justificar ese comportamiento. Hoy no creo que sea el día para que alguien como yo las busque. Si acaso, déjeme recodar lo difícil que me resultaba justificar algunas actitudes.El PSOE apoyó, sin dudarlo un instante al PP, cuando el Gobierno de Jose María Aznar intentó alcanzar un final dialogado para la violencia en nuestro país. Se da la circunstancia de que yo estuve en los dos procesos, primero como responsable del PSOE en política antiterrorista y después como Ministro del Interior. Solo me habría gustado recibir de la oposición del PP el mismo trato que nosotros les dimos cuando lo éramos. Pero, en fin, eso ya está, como se desprende de su pregunta, en la historia.

¿Han estado PP y PSOE siempre a la altura en la gestión del problema terrorista?

Todo el mundo comete errores. Por empezar por mí mismo, teníamos que haber puesto en marcha muchos antes la llamada vía Nanclares en materia penitenciaria. En cualquier caso, creo que hoy es el día para recordar los aciertos, los que han llevado a los demócratas a conseguir la desaparición de ETA.

¿Qué piensa usted sobre esa operación orquestada por el Gobierno de Aznar para apuntalar la tesis de que el 11-M había sido cosa de ETA?

Esa es una magnífica pregunta para otro momento…

Suena su teléfono. Alguien al otro lado le dice que ha estallado una bomba en la T4. ¿Cómo fueron y qué significaron esas horas?

Fueron unas horas horribles. Sobre todo, porque desde el primer momento sospechábamos que bajo los escombros podía haber víctimas. Son horas en las que repasas una y otra vez qué has hecho mal, porque como repito a menudo, ya sé que la culpa de los atentados es de quién los comete, pero al final, si eres el Ministro es inevitable responsabilizarse. Mucho más en un atentado que se produjo en las circunstancias que se daban en ese momento.

¿Ha hablado usted con un etarra alguna vez en su vida?

No. Pero he leído a muchos.

¿Acabará Otegi ostentando un cargo político?

No lo sé. Creo que en este momento está inhabilitado, pero no sé qué sucederá en el futuro.

¿Además de los asesinos, la política también debería pedirle perdón a las víctimas?

Sí, claro. Creo que lo he mencionado antes: la culpa de los atentados es de los terroristas pero no sentirse responsable de las víctimas es injusto, es imposible.

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