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Arabia Saudí reivindica su apuesta reformadora en Oriente Medio

Arabia Saudí reivindica su apuesta reformadora en Oriente Medio

EFE

Riad —

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Los dirigentes de Arabia Saudí, hogar de los lugares más santos del Islam, se muestran convencidos de que podrán modernizar la economía y la sociedad, una de las más conservadoras de Oriente Medio, y que su transformación será beneficiosa para toda la zona.

Aunque la razón principal de las reformas emprendidas el año pasado es económica, y está ligada a la necesidad de reducir la enorme dependencia del petróleo, el liderazgo saudí persigue un objetivo de modernización social mucho más amplio.

“Es como un sueño hecho realidad”, resumía esta semana el ministro de Cultura e Información, Awwad Alawwad, durante un encuentro con un grupo de periodistas españoles invitados a visitar el país.

Para la mayoría de los saudíes, el programa de reformas iniciado en 2016 y bautizado con el nombre de “Visión 2030” no es un mero plan burocrático de liberalización económica que hay que acatar, sino una oportunidad de cambio en sus vidas cotidianas y una ventana abierta a mayores libertades.

Alawwad cree incluso que el experimento saudí es clave para el futuro de Oriente Medio, una región atormentada por el sectarismo religioso y guerras interminables en Siria, Irak o Yemen.

“El país del que hablamos es uno de los pocos en el mundo que se ha embarcado en una agenda reformista, y es el único en Oriente Medio que hoy se está reformando. Nadie más está haciendo reformas”, asegura el ministro saudí.

Aún más, “el mundo está presenciando la aparición de un gran reformador”, añade Alawwad en referencia al joven príncipe heredero, Mohamed bin Salman, quien impulsa la transformación de Arabia desde la cúspide de la monarquía absoluta.

En lo social, el gobierno ha comenzado a dar cierto margen de libertad a las mujeres, que estaban totalmente sometidas al varón, y ahora pueden acceder a algunos empleos. A partir de junio, al menos sobre el papel, tendrán derecho a conducir un automóvil.

También se ha autorizado la construcción de cines, que abrirán sus puertas a partir de marzo, y otros espacios de ocio.

Los cambios son ya visibles en la misma capital, Riad, una ciudad mucho más tradicional y encerrada en sí misma que, por ejemplo, Yeda, la urbe cosmopolita a orillas del Mar Rojo, puerta de entrada a La Meca y Medina para millones de peregrinos.

Esta semana se celebra en un hotel de Riad el primer festival de jazz del país, y por primera vez hombres y mujeres asisten juntos al multitudinario festival cultural de Yanadriya, el más importante de Arabia.

El turismo es otra de las prioridades recientes para el gobierno saudí.

“Hace quince años la palabra turismo no era tomada en serio en absoluto”, reconoce el príncipe Abdul Aziz bin Fahad, miembro de la junta directiva de la Comisión Saudí para el Turismo y el Patrimonio Nacional.

Ahora, declara, “queremos que el turismo sea uno de los tres motores del desarrollo del país en el futuro”.

Todos los responsables políticos consultados coinciden en que no hay marcha atrás, y su convicción proviene, según argumentan, del hecho de que tanto la monarquía como la ciudadanía desean los cambios.

El príncipe Jalid Al Saud, miembro del comité de Educación e Investigación del Consejo de la Shura, la asamblea consultiva, afirma que Arabia Saudí ha conseguido, en menos de 70 años, “un desarrollo y unos cambios que tomaron más de 300 años en Occidente”.

“Merece la pena mencionar”, añade, “que no hay en Arabia Saudí dos escalas de salario, sino solo una. Las mujeres y los hombres reciben el mismo salario por el mismo trabajo, incluso en el sector privado”.

“En este tema”, explica Al Saud, “vamos por delante respecto a lo que ocurre en Europa”.

Por otro lado, advierte, “somos conscientes de los desafíos”.

Y describe en qué consisten: “Queremos conservar nuestros valores, especialmente los valores sociales y religiosos, y al propio tiempo alcanzar nuestros objetivos de desarrollo, para tener una mejor economía, educación, sanidad y mejor calidad de vida”.

En privado, los responsables saudíes admiten ser conscientes del reto que representa cambiar la imagen del país en el exterior, especialmente en Occidente, donde se asocia a Arabia con autocracia y fundamentalismo religioso.

Pero el gobierno está convencido de la sinceridad de su nuevo relato y planea difundirlo activamente.

“Este es un país hermoso, uno de los más importantes del mundo, es miembro del G20, es la economía más grande de la región, uno de los más extensos, y no nos podemos permitir no ser vistos, o no jugar un papel”, deja claro el ministro de Información, Alawwad.

José Manuel Sanz

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