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La Audiencia de Madrid condena a 31 años al parricida de Carabanchel

La Audiencia de Madrid condena a 31 años al parricida de Carabanchel

EFE

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La Audiencia de Madrid ha condenado a 31 años y 7 meses de cárcel a Jorge Diego Canepa Ábez, conocido como el parricida de Carabanchel, por asesinar a su hijo de 19 meses e intentar matar a su otro de 5 años a cuchilladas poco tiempo después de separarse de la madre de los niños.

La sentencia, a la que ha tenido acceso Efe, le aplica esa pena por dos delitos de asesinato, uno de ellos en grado de tentativa, por unos hechos que ocurrieron la medianoche del 28 de abril de 2014, cuando el hombre agredió a sus dos hijos en la casa de Madrid de su expareja con un cuchillo de cocina de 17 centímetros.

Canepa reconoció en el juicio la agresión, pero dijo que no recordaba cómo lo había hecho por la ingesta de alcohol y por una fuerte depresión.

Con estos argumentos, su defensa, y también la Fiscalía, pidieron que se le aplicara la eximente de trastorno psíquico al entender que padecía un trastorno psicótico derivado del consumo de alcohol.

Sin embargo, la sala considera que no es así y que planeó el asesinato ese día en vista de que su mujer, a la que reprochó en una carta cómo cuidaba a los niños, ya no quería estar con él.

El condenado, que estaba tomando antidepresivos, había salido con su expareja la noche anterior y regresado a dormir a casa de ella, tras lo que se quedó todo el día del crimen con los niños.

La madre, que fue la que encontró a los niños con varias puñaladas en el tórax, dijo en el juicio que no notó que su expareja estuviera bebido, lo mismo que los policías que acudieron a la casa.

Dos policías afirmaron que apreciaron “un poco de ironía” en su voz y que se reía en ocasiones, incluso cuando se le hicieron las fotografías, cuando “sonrió como si fuera algo agradable”.

En el hospital, el hombre explicó a los médicos que tenía otra persona dentro que le indujo a acabar con la vida de sus hijos y la suya, pero que no se suicidó porque se quedó dormido.

La sala cree en cambio “más que dudoso” que el condenado tuviera un trastorno de doble personalidad, ya que no le comentó este aspecto al médico que fue a visitar por su depresión y en el juicio dijo que antes del día del asesinato no había oído voces.

Una hora y media antes del asesinato, el acusado escribió mensajes a su jefa explicándole que al día siguiente no iría a trabajar y que debía abonar su sueldo a su padre en Uruguay.

También escribió una carta a su expareja diciendo que no quería que sus hijos tuvieran la vida que llevaban y que tendría “todo el tiempo del mundo para pensar por qué ha pasado esto”, y finalmente deseaba que “otro” le hiciera “feliz”.

Ese mensaje, la carta de “despecho” y una nota en una cartilla de ahorros nombrando herederos a sus padres prueban que el condenado “pensaba en su fallecimiento y el de sus hijos, a la vez que quería trasladar la responsabilidad moral del suceso a su expareja”.

La sala aplica una pena entre los 21 años de prisión que pedía la Fiscalía y los 43 que solicitaba la abogada de la familia de las víctimas, Gloria Carmona. También le condena a pagar 105.448 euros a la madre y 19.172 al hijo herido.

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