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Benalla no despeja las dudas del Senado sobre sus funciones junto a Macron

Benalla no despeja las dudas del Senado sobre sus funciones junto a Macron

EFE

París —

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Las zonas de sombra del “caso Benalla” persistieron hoy después de que el asistente personal del presidente francés, Emmanuel Macron, compareciera durante casi tres horas en la comisión de investigación parlamentaria que trata de determinar su papel en el ecosistema del Palacio del Elíseo.

Alexandre Benalla, quien fuera hasta hace dos meses hombre de confianza de Macron, fue despedido después de que un vídeo le mostrara golpeando a manifestantes durante las protestas del pasado 1 de mayo, hechos por los que está procesado.

Convertido en un rostro popular en Francia desde que saltara a la luz el caso, mucha gente se pregunta cómo un personaje tan cercano al presidente asumió labores policiales durante las manifestaciones, empleándose con violencia contra activistas.

Pero las dudas se mantuvieron y el “caso Benalla” amenaza con seguir minando la popularidad del presidente que, sin embargo, puede respirar algo más tranquilo porque su exempleado, a quien se tiene por propenso a la ira, mantuvo la compostura.

Contra su deseo, se vio obligado a acudir al Senado, una cámara dominada por la derecha conservadora, mientras que la cámara de diputados, donde tiene mayoría el partido macronista, no consideró necesario interrogarle en otra comisión paralela.

Los legisladores vieron su labor muy limitada en nombre de la división de poderes: el judicial les impidió interrogar a Benalla por su presencia precisa en la manifestación del 1 de mayo, protegida por el secreto de sumario; y el Ejecutivo delimitó el ámbito del secreto de Estado.

Con esas cortapisas, los senadores se limitaron a tratar de determinar las funciones de Benalla, que trazó su recorrido junto a Macron, a quien comenzó a prestar servicios durante la campaña electoral antes de llegar al Elíseo tras su éxito en las urnas.

Allí, según su testimonio bajo juramento, nunca fue su guardaespaldas ni se ocupó de su seguridad; fue su asistente, el encargado de preparar sus desplazamientos en Francia, la coordinación de los servicios de protección, policiales y de la gendarmería, además de sus salidas privadas.

Benalla negó que hubiera colisión con los servicios oficiales de protección y se presentó como un elemento complementario que no existió bajo otros presidentes pero que, según su testimonio, facilitaba el funcionamiento habitual del Elíseo.

Se autocalificó de “director de orquesta” encargado de “poner en escena” las salidas del presidente, lo que justificaba su presencia pública junto a él, aunque precisó que los escoltas eran policías o gendarmes, como indica la ley.

Una presencia junto al presidente que le otorgaba una exposición pública y que, según su testimonio, le llevó a solicitar la tenencia de un arma para su propia seguridad, pero no para la de Macron.

Esas declaraciones no convencieron a los senadores, que consideraron que el exempleado del Elíseo no despejó su verdadero rol en el engranaje presidencial, ni su relación con él.

A ello se suman nuevas revelaciones sobre su caso, que han llevado a un sindicato policial, personado como acusación particular, a solicitar a los jueces instructores que amplíen el ámbito de la acusación al de ocultación de pruebas.

Según ese sindicato, durante la instrucción se produjeron diversas disfunciones que pudieron permitir a Benalla ocultar indicios.

En particular, dos cajas fuertes, una en su domicilio, que según el sindicato policial ha desaparecido, y otra en su despacho en el Elíseo, que los investigadores encontraron vacía.

En ambos casos, considera el sindicato, estuvieron al alcance de Benalla en los días siguientes a su imputación, por lo que pudo esconder pruebas a la justicia.

Lo mismo sucedió con su coche oficial y con su teléfono, que no fueron inmediatamente confiscados ni registrados.

En paralelo, el semanario “Le Canard Enchaîné” revela hoy que Benalla fue visto en Londres el pasado día 5 de septiembre en compañía de Alexandre Djouhri, un empresario fichado por los servicios de espionaje y sospechoso de vínculos con el tráfico de armas en África.

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