Calvo Poyato declara que Mariana de Pineda no atiende a los moldes de su época

Tras inmiscuirse en las vidas de dos mujeres como Caterina Sforza e Hipatia, el escritor cordobés José Calvo Poyato cierra el tríptico con “Mariana, los hilos de la libertad”, una novela protagonizada por la liberal granadina Mariana de Pineda, “una mujer que no atiende a los moldes de su época”.

En una entrevista con Efe, el también historiador ha reconocido hoy que entró con ciertas reticencias en la peripecia vital de esta mujer porque creía que ya se habían escrito otros títulos narrativos sobre ella, pero se encontró con la sorpresa de que solo había la obra de teatro de Federico García Lorca, varias biografías y canciones populares.

Enfrascado en la Granada de los años treinta del siglo XIX durante meses, el autor de Cabra recrea en el libro, publicado por Plaza & Janés, ese momento con Mariana de Pineda encabezando la lucha contra el reinado absolutista del monarca Fernando VII, que considera “el peor rey que ha tenido España, sin ninguna duda”, y lo mezcla con una trama policíaca con truculentos asesinatos.

Calvo Poyato defiende la teoría del intelectual húngaro György Luckas, quien sostenía que en una novela histórica pueden haber personajes de ficción que no rompan para nada la estructura.

En su opinión, estos personajes de ficción pueden perfectamente quedar insertados con otros históricos como el llamado Alcalde del Crimen de la Real Chancillería de Granada Ramón Pedrosa Andrade o el abogado José de la Peña y Aguayo.

“En una novela -argumenta- más allá de los personajes, la construcción de una trama permite explicar, desde un punto de vista más atractivo, aspectos históricos importantes de un determinado momento, como el debate abierto hacia 1830 sobre si debía restablecerse o no la Inquisición”.

Sobre lo que ha descubierto de Mariana de Pineda, el escritor abunda en que fue una luchadora, de la pequeña nobleza granadina, con una vida de novela, ya que fue hija natural, se casó embarazada a los quince años y volvió a ser madre siendo viuda, que, además, participó en política, un ámbito entonces vedado a las féminas.

Asimismo, remarca, fue siempre “fiel a sus ideas en favor del sistema constitucional y perdió su vida por no convertirse en una delatora”. “Esa lealtad es algo sublime”, apostilla.

Por otra parte, entiende que es un personaje que desmiente aquello de que los héroes no son de carne y hueso, porque antes de morir en el patíbulo “tiene un último pensamiento para sus hijos, mostrando su preocupación por su futuro”.

Preguntado sobre lo que puede aprender el lector del siglo XXI de su actitud ante la vida, Calvo Poyato asevera contundente que “hay valores que van mucho más allá de los objetivos puramente materiales que configuran el mundo de nuestro tiempo”.

A su juicio, “el deseo de libertad, de lealtad, de llegar a ofrecer una vida por una causa deberían seguir presidiendo para siempre los valores humanos, muchos de los cuales se han perdido”.

A pesar de que la historia tiene un final trágico y ya conocido, el novelista ha querido infiltrar en algunos pasajes un sutil sentido del humor que le sirve para ridiculizar la actitud de algunos personajes “incapaces de aceptar la realidad de otras personas”.

A la vez, con el personaje de Antonio Buriel, el criado de Mariana y que también tiene su peso en esta historia, ha querido “simbolizar a los militares que perdieron su empleo por ser liberales”. “La intransigencia es cosa muy mala en cualquier circunstancia”, concluye.

Respecto a nuevos proyectos, José Calvo Poyato avanza que después de que algunos le hayan echado en cara que ninguna de sus novelas transcurra en Córdoba, “probablemente ha llegado el momento de que corrija eso”.

Por Irene Dalmases.