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Cansado pero firme en ideas, un viejo guerrillero espera el abandono de armas

Cansado pero firme en ideas, un viejo guerrillero espera la dejación de armas

EFE

Conejo (Colombia) —

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Sentado en el único rincón de su carpa donde el frío de la montaña es menos implacable, el viejo guerrillero de las FARC “Argemiro Tamayo” pasa los días a la espera de recibir la orden para irse a una de las zonas donde comenzará el abandono de las armas.

Entonces, como el resto de sus compañeros, retornará a la vida legal y la guerrilla más antigua de Latinoamérica pondrá fin a más de medio siglo de conflicto armado con el Estado colombiano.

En su campamento, ubicado muy cerca de la frontera con Venezuela, en la Serranía del Perijá, a unos 1.300 metros de altura sobre el nivel del mar, “Curruco”, como lo llaman sus compañeros, asegura que “la lucha no ha terminado: la revolución seguirá cuando estemos como partido político legal”.

A sus 66 años de edad y a punto de alcanzar 37 en las filas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), “Tamayo” se nota cansado por la vida en la guerra; constantemente se queja en silencio del intenso frío que hace en la montaña que le cobija, donde solo hay una tupida selva tropical.

“Tamayo” confiesa que está enfermo y que le duele el cuerpo, sobre todo un tobillo donde recibió uno de los cuatro balazos que le han dado durante su tiempo en la guerrilla.

Aunque parece que cuenta las horas a la espera de la orden de “jubilación”, su espíritu combatiente se muestra intacto y explica a Efe que “es aquí donde comienza la gran batalla para alcanzar el triunfo de la revolución por el pueblo”.

“Curruco” no se desprende de una pistola de marca y calibre imposibles de identificar porque siempre la lleva dentro de una bolsa azul para protegerla de la humedad.

Tampoco deja su desconfianza hacia el Gobierno, que justifica mientras menciona que en Colombia “la oligarquía asesinó en 1987 a Jaime Pardo Leal”, el candidato presidencial por el partido de izquierdas Unión Patriótica.

“A nosotros nos van a comenzar a matar como lo hicieron con todos los de la Unión Patriótica”, sentencia.

A pesar de la certeza sobre la suerte que correrán algunos guerrilleros de las FARC cuando dejen las armas, “Tamayo” afirma que si se mantienen cohesionados y unidos como hasta el momento lo han hecho, saldrán adelante: “Ahí sí seremos invencibles y lograremos la victoria por el poder”.

Aunque no sabe muy bien cómo le podrá ser útil al nuevo partido político que surja después de que las FARC dejen las armas, “Curruco” dice que, si pudiera escoger, le gustaría “ser profesor” de temas relacionados con el cultivo agrícola.

“Quiero enseñarles a los jóvenes cómo se cultiva el banano, la yuca, el maíz, el cacao, el plátano o el fríjol, para que estos muchachos regresen al campo y puedan tener una vida digna alrededor con sus propios cultivos”, explica.

El veterano guerrillero ingresó en las FARC porque las vio como una solución a la extrema pobreza en que vivía, así como para salvar la vida, que asegura que estaba amenazada por el Ejército.

“Venían a mi casa. Muchas veces me amarraron en el corral de las vacas, y ahí me pegaban para que yo les confesara que era guerrillero”, rememora.

“Aunque ayudaba a los guerrilleros y al Partido Comunista, yo no era guerrillero, veía que esa vida era muy dura” recuerda.

Paradójicamente, cuando “Tamayo” decidió finalmente irse con la guerrilla es cuando tenía una mejor posición económica, ya que asegura que llegó a tener 200 cabezas de ganado y sembradas cinco hectáreas de cacao, cinco de maíz y cinco de arroz.

“No aguanté más y el 27 de junio de 1980 le dije a mi esposa: me voy para la guerrilla; salí a las 12 del día de la casa y mi hijito mayor me preguntó que cuándo regresaba, y le dije que ya no volvía más”, asegura, al explicar que no podía aguantar más abusos de los militares.

“Curruco” dice que ingresó bajo el mando de “Isaías Trujillo” y de “Efraín Guzmán” en una zona cercana a la frontera de Panamá.

Su primer fusil fue una carabina M1 que, según el argot guerrillero, “recuperó” en un asalto que hicieron a una patrulla de la Policía en un punto llamado Tié, en el municipio de Turbo, en la región del Urabá.

Tras esa prueba de paso, el viejo guerrillero participó en 19 combates, “pero de los de verdad, de más de un día dándonos plomo”, y en innumerables escaramuzas.

Mientras llega la orden definitiva de sus superiores, cuida su carpa en el campamento y piensa en cuál será su nueva ocupación en el seno del partido político de las FARC.

Ricardo Maldonado Rozo

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