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Carmena y Colau, las alcaldesas del cambio, en apuros a un año de la precampaña

Colau y Carmena piden una alianza de ciudades para parar a Trump y al terrorismo

Fátima Caballero / Oriol Solé Altimira / José Precedo

Se convirtieron en fenómeno político tras las últimas municipales de 2015. Ada Colau y Manuela Carmena acapararon las fotos y portadas la noche electoral. Los gobiernos municipales de Madrid y Barcelona, por primera vez, gobernadas en manos de candidaturas de unidad popular.

Colau era sobradamente conocida por su etapa como portavoz de la PAH contra los desahucios en los peores años de la crisis. Carmena, una magistrada jubilada que había militado en el Partido Comunista en su juventud, era hasta entonces una desconocida para los madrileños, pero la confrontación personal en la que se empeñó Esperanza Aguirre -una líder ya muy debilitada que había abandonado la política en lo más duro de la crisis para luego regresar- y la campaña de Ahora Madrid que buscaba recuperar la ilusión de una capital en horas bajas, la encumbraron a la Alcaldía de Madrid tras 25 años de gobiernos de la derecha.

El cambio había llegado a las dos grandes ciudades españolas, donde solo habían gobernado los grandes partidos (CiU y PSC en Barcelona; Partido Popular y PSOE en Madrid, salvo los dos años de la alcaldía de Agustín Rodríguez Sahagún, del CDS) y trascendió a los propios ayuntamientos. Aunque Carmena se ha autodefinido como una dirigente política sin siglas y Colau ha formado su propio partido, Podemos ha insistido estos años en presentar la experiencia de ambas alcaldesas como la prueba de que existe otra forma de gobernar y de paso quitarse el sambenito de la falta de gestión que les atribuyen sus rivales políticos y mediáticos.

“Gobernamos a millones de personas”, ha repetido Pablo Iglesias en las últimas campañas electorales, refiriéndose a los gobiernos de Madrid y Barcelona, para presumir de algunas de las políticas puestas en marcha por Colau y Carmena, incluida la espectacular reducción de deuda, de más de 2.000 millones de euros, de Madrid estos dos años y medio a la vez que se han cerrado las cuentas con superávit de 1.000 millones.

La derecha y los sectores más tradicionales y reacios al “cambio” también han puesto el foco en Madrid y Barcelona, cuyas políticas municipales en este mandato han sido analizadas con microscopio: desde su política de tasas hasta el mismo atuendo de los reyes magos en las cabalgatas municipales.

Dos años y medio después de convertirse en el principal fenómeno político de los comicios de 2015, Carmena y Colau viven sus días más duros intentando gobernar en minoría y con sus equipos muy debilitados. Aunque con circunstancias muy diferentes: mientras Carmena no sabe si optará a la reelección y se centra en gestionar un Ayuntamiento con el presupuesto recortado por órdenes de Montoro; la repetición de Colau como candidata se da por descontada y los esfuerzos, tanto como en la propia gestión, se centran en los próximos comicios de 2019 tras la ruptura del acuerdo de Gobierno con el PSC.

El horizonte de Carmena: recortes y crisis de Gobierno

La alcaldesa de Madrid se ha tomado unos días de descanso en Navidad tras impulsar una crisis de Gobierno que todavía no está zanjada. El enfrentamiento con el Ministerio de Hacienda personalizado por Cristóbal Montoro a propósito de la regla de gasto ha puesto a prueba el delicado equilibrio sobre el que se sustenta el Gobierno de Ahora Madrid. Y se ha cobrado una víctima antes de sellar una paz que trae consecuencias de magnitudes inciertas. Carlos Sánchez Mato, el concejal de Economía y Hacienda del Ayuntamiento hasta el 17 de diciembre, cayó del Gobierno municipal por su negativa a defender en el Pleno municipal un plan económico con recortes pactado con Montoro. Sánchez Mato no es un dirigente cualquiera, era el hombre encargado de las cuentas y el máximo exponente junto a la alcaldesa de una gestión económica de Ahora Madrid marcada por la reducción de la deuda en más de un 40%, unas cuentas con superávit de más de 1.000 millones de euros cada año y el aumento del gasto social.

Las discrepancias internas entre la regidora y su concejal más beligerante contra la herencia recibida del PP pesaron más que las que mantenía con el ministro de Hacienda por la interpretación de la regla de gasto que llevó a Hacienda a intervinir las cuentas municipales. La destitución de Sánchez Mato, pese a no ser la primera (ya fueron destituidos Guillermo Zapata por unos polémicos tuits y Celia Mayer de Cultura), abre una crisis mayor en el Gobierno municipal y además puede condicionar la candidatura para las próximas elecciones.

Carmena ha dado por primera vez un puñetazo en la mesa para que su equipo de concejales se lo piense dos veces antes de rechazar en el Pleno medidas aprobadas anteriormente en Junta de Gobierno. En el próximo año y medio queda por delante la aprobación de dos presupuestos y la Operación Chamartín -muy contestada por un sector de Ahora Madrid- que la alcaldesa no está dispuesta a aprobar con discrepancias. A la vuelta de las navidades, además, le queda repartir los distritos, de Centro y Chamberí, que el nuevo concejal de Economía y Hacienda, Jorge García Castaño, dejará para sustituir a Sánchez Mato al frente de Economía.

García Castaño tiene ahora el reto de sacar adelante los presupuestos municipales que de entrada se han visto muy menguados debido a los recortes impuestos por Hacienda y algunas herencias del pasado. La partida más afectada es la de inversiones que se reduce hasta los 140 millones después de aplicar los ajustes y de pagar una sentencia judicial por la gestión de Alberto Ruiz-Gallardón que ha llegado este año. Carmena ha fiado la drástica reducción de esta partida a la buena voluntad del Gobierno de Mariano Rajoy, y por tanto Montoro, que debe aprobar una disposición para que los ayuntamientos puedan gastar su superávit, en el caso de Madrid de más 1.200 millones en este ejercicio.

Con el horizonte puesto en las municipales, están de momento en el aire muchas de las obras prometidas, entre las que se encuentra la reforma de la Gran Vía o la futura Plaza España, pero también la ampliación de la red Bicimad fuera de la M-30 o la compra de autobuses de emisiones cero. Y todo en un momento en el que Carmena aún debe resolver si repite como candidata a las elecciones de 2019, una incógnita que también mantiene en vilo a la oposición que espera la noticia antes de anunciar a sus propios cabezas de cartel. Mientras, la confluencia de unidad popular se ha visto dañada tras la crisis de Gobierno por el cese de Sánchez Mato, uno de los principales activos de Izquierda Unida. Los partidos tienen que empezar a sentarse a negociar las primarias de Ahora Madrid con el sector de Ganemos, muy reducido en este tiempo, en armas contra la alcaldesa y otros concejales reagrupados en la plataforma M129 que piden más democracia interna.

Colau intentará revalidar su mandato

En Barcelona, los 'comuns' han quedado tocados por el batacazo de Catalunya en Comú Podem, candidatura que, a diferencia de las catalanas de 2015, sí estuvo apoyada y formada por los dirigentes más cercanos a la alcaldesa. Al electorado no le ha convencido la idea de llevar a la Generalitat las políticas sociales progresistas impulsadas desde el consistorio. El contexto de unos comicios muy polarizados por la batalla entre independentistas y constitucionalistas tampoco ayudó a su partido que se quedó en tierra de nadie.

Unas semanas antes, la alcaldesa decidió someter a votación entre las bases su acuerdo con los socialistas catalanes y la mayoría se inclinó por la ruptura. Ahora y tras el fracaso en las autonómicas, los de Ada Colau lo tienen todavía más complicado para alcanzar la mayoría en el pleno –disponen tan solo de 11 de 41 concejales–, por lo que solo podrán plantear iniciativas que generen amplios consensos. Además, Bcomú estrenará el año con una declaración judicial como imputada de la concejal de Urbanismo, Janet Sanz, por su negativa a otorgar una licencia a un hotel de lujo.

Tanto BComú como el resto de partidos miran ya hacia las municipales de 2019, que serán una reválida a la gestión de la alcaldesa. Si en 2015 Colau ganó por solo 17.000 votos a la CiU de Xavier Trias, la pugna por la alcaldía de Barcelona en 2019 promete ser todavía más disputada. Los independentistas tienen entre ceja y ceja recuperar a Barcelona para el 'procés', pero de momento les falta candidato.

Los 'comuns' confían en el carisma de la alcaldesa, que casi con toda seguridad repetirá como cabeza de cartel, para que en las municipales no se repliquen los malos resultados de su marca en las autonómicas. A su favor tienen el apoyo de los barceloneses a la gestión de Colau. El PSC quiere recuperar el voto progresista que se fue a BComú en 2015. Y Ciutadans sueña con convencer a los votantes que apoyaron a Colau para alcaldesa y a Arrimadas como presidenta para ser decisivos en la capital catalana.

Las dos alcaldesas, que han protagonizado actos juntas y han hecho lo posible por acercar a las dos grandes ciudades españolas, afrontan su año más difícil con Gobiernos en minoría y unos rivales políticos que no les van a regalar nada en pleno año preelectoral.

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