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El Circo del Sol, al asalto de Europa con “Kooza” y su más difícil todavía

El Circo del Sol, al asalto de Europa con "Kooza" y su más difícil todavía

EFE

Londres —

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Cirque du Soleil (Circo del Sol), la multinacional de la acrobacia creada en Canadá en 1984, estrenó “Kooza” en 2007 y la ha tenido de gira por Norteamérica y Japón hasta enero de este año, cuando la ha estrenado en el Royal Albert Hall de Londres, desde donde dará, “ale hop”, el salto a España.

La que será la octava creación de la compañía que se vea en España -en Madrid entre el 1 de marzo y el 14 de abril y en Bilbao a partir del 16 de mayo- contiene números tan impactantes como la “rueda de la muerte”, a cargo de los colombianos Jimmy Ibarra y Ronald Solís, o el doble alambre de los españoles Quirós.

El número de la rueda es tan peligroso, explica el director artístico de la formación, Michael Smith, que los fisioterapeutas están al lado de la pista “por si acaso”, aunque lo cierto es que en los casi 30 años de historia de Cirque du Soleil solo han registrado un accidente mortal, hace dos años, y son contados aquellos en los que alguien se ha roto un hueso.

El objetivo de la formación, en la que tras su anunciado plan de recorte de 400 empleos debido al “bajón” del turismo en las Vegas, donde tienen varios espectáculos fijos, y la crisis, trabajan 4.600 personas de 52 nacionalidades, es provocar con “Kooza”, asegura Smith, “miedo y maravilla”, es decir “la esencia del circo de toda la vida”.

El director, “'padre', 'tío' y 'hermano'” de cada uno de los 152 miembros de la “troupe”, está convencido de que de los 18 espectáculos que ha creado la multinacional, es “Kooza” el que está “más cerca del circo”, por eso “tiene tantos números de riesgo” además de una importante presencia de los payasos.

La labor de Smith, dice, es “empujar” a los intérpretes hacia el desarrollo de su lado emocional y expresivo, porque la excelencia técnica -entre los 52 artistas de “Kooza” hay 8 gimnastas olímpicos- está “garantizada” en una compañía que es, según los Quirós e Ibarra y Solís, “el 'ferrari' del circo”.

Los madrileños Vicente (51), Ángel (49) y Roberto (42), los Quirós, quinta generación de artistas de circo aunque primera de “alambristas”, sostienen que para un artista Cirque du Soleil es “lo máximo”.

A ellos les vieron los “ojeadores” de la compañía en 2002 en Montecarlo -son los únicos españoles ganadores del gran premio de Montecarlo por un espectáculo- y desde entonces se suben en un doble alambre en el que encogen el corazón del público con sus difíciles acrobacias, que realizan sin red durante la primera parte.

“Nos gustaría hacer el número sin ella pero el Cirque no lo permite”, se lamenta Vicente y eso que Ángel se rompió al caerse de nueve metros de altura siete huesos, uno por cada año que estuvo luego retirado.

Su sistema contra “el respeto más que el miedo” es, dice Roberto, el ensayo, la concentración y “cuidarse” mucho; “ni fumamos, ni bebemos, ni trasnochamos”, enumera Vicente.

Dicen que Cirque du Soleil les “paga muy bien” y, sobre todo, les mima: “Menuda diferencia de cuando en tiempos de mi bisabuelo actuaban encima de una alfombra que sujetaban en el suelo con cuatro piedras”, compara Ángel, casado y padre de tres niños que viajan siempre con ellos y que acuden al colegio nómada de la compañía.

Ellos fueron pioneros en recorrer el alambre caminando y saltando, no deslizando los pies, y son la referencia en el mundo en esa especialidad, porque, precisan, han hecho de un número sinónimo de “pánico y lentitud” en algo “alegre y emocionante”.

También es un innovador Jimmy Ibarra (32), que desde que empezó a trabajar para el Cirque, hace seis años, con la “rueda”, un artilugio suspendido a diez metros del suelo que en el que los artistas juegan con la fuerza y la gravedad sin ninguna protección contra los accidentes, ha ido haciendo del “más difícil todavía” su mantra.

Él, tercera generación de circo, es “el volante”, el que hace los trucos, y Solís “el fuerza”, el que le da la estabilidad que precisa, aunque solo llevan cinco meses juntos, porque es, dice Ibarra, muy complicado encontrar una pareja que le siga en su carrera por “complicarse al máximo”.

“Estar en el Cirque es el tope de cualquier artista de circo. Era mi sueño desde que vi 'Alegría' -el primer espectáculo de la compañía- con 18 años”, recuerda Ibarra, al que eligieron entre otros veinte espectáculos de rueda de todo el mundo y que asegura que el suyo es “el más peligroso y arriesgado”.

Están encantados con estar en el “mítico” Royal Albert Hall, donde ya les han visto, entre otros 4.000 espectadores diarios, Kate Middleton y David Beckham, pero están deseando ir a España y actuar bajo su carpa -Grand Chapiteau-, porque “todo se ve mejor en ella”, según el portavoz del espectáculo, Adrián González.

Por Concha Barrigós.

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