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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

De los “exámenes de honradez” de Aguirre al control de los aspirantes a cargos públicos de Ciudadanos

Albert Rivera en Santander, junto a Carlos Pracht, apartado de la candidatura

Carmen Moraga

Ciudadanos no quiere tropezar con la misma piedra del pasado. Tampoco caer en los mismos errores del PP, en donde los casos de corrupción, de falsos currículos o de dirigentes que al final no son lo que parecen han terminado destrozando la imagen del partido.

La ambición de los de Rivera es gobernar en 2019 y para ello están decididos a extremar los controles internos para intentar, en la medida de lo posible, evitar que se les cuele en sus filas afiliados que les provoquen luego dolores de cabeza. Ya les ha pasado con algunos. Las prisas por configurar en 2015 las candidaturas a las municipales, autonómicas y luego generales les dio más de un disgusto.

En Cantabria, tuvieron que prescindir del que fuera cabeza de lista al Congreso de los Diputados, Carlos Pracht, médico de profesión. En aquella breve legislatura tras el 20D fue portavoz adjunto en las Comisiones de Sanidad y Servicios Sociales y en la Mixta de Relaciones con el Defensor del Pueblo. Y vocal de la comisión para las Políticas Integrales de Discapacidad.

Unas declaraciones suyas, en plena campaña, en la que aseguró que “hay violencia de mujeres, como las yihadistas; y también hay cárceles de mujeres” y añadió que “el aborto también es violencia”, dieron al traste con su carrera política. Pese a pedir posteriormente disculpas por las desafortunadas comparaciones, el partido decidió que no volviera a concurrir en las siguientes elecciones generales del 26 de junio de 2016. Aunque lo revistió como una renuncia voluntaria.

Tras las municipales, Ciudadanos tuvo que expulsar a varios ediles por considerar que habían traicionado al partido, votando a favor de propuesta de grupos rivales, o por haber desoído las directrices dadas por la formación. Lo peor fue asumir que tras ser expulsados no dejaban el acta y se pasaban al grupo de 'no adscritos', mermando la escasa representación que había logrado en algunos municipios.

En las pasadas elecciones del 20D, el candidato por A Coruña, Antonio Rodríguez, fue escondido en campaña tras protagonizar un episodio que no dejaba en buen lugar a la formación. Durante una entrevista en televisión no acertó a explicar sus propuestas para Galicia, y para salir del paso señaló que las explicaría a partir del día 20, una vez que se celebraran los comicios.

Uno de los casos más chocantes es el de Carmen López, concejala de Castilleja de la Cuesta (Sevilla), que decidió irse a vivir a Estados Unidos y exigió al Ayuntamiento que le abonara el coste de los billetes de avión para poder seguir ejerciendo sus funciones. El partido, indignado, anunció un expediente de expulsión y baja como militante pero López sigue ahora figurando como edil de Cs en el municipio.

A partir de ahora, el departamento de Recursos Humanos del partido se encargará de la caza de “talentos” a través de “un gran proceso de selección de los mejores en cada área y territorio”, según concretó el secretario general, José Manuel Villegas, a la Cadena Ser.

Este proceso anunciado por Villegas de captación de nuevos fichajes a través del departamento de Recursos Humanos es similar, según ha reconocido el número dos de Rivera, “a las técnicas que se aplican en cualquier empresa privada para adaptarlas al funcionamiento de un partido político”. A su juicio, se trata de “gestionar el talento interno que tiene el partido para favorecer que tengan sus oportunidades dentro de él aquellos que tengan más valía”.

Por su parte, la secretaría de Organización que dirige Fran Hervías, continuará controlando el proceso de afiliación y el registro de “simpatizantes”, que sigue creciendo a un fuerte ritmo -más de 50 diarios, aseguran en el partido- tras el triunfo de Inés Arrimadas en Catalunya y las buenas perspectivas que les dan ahora las encuestas.

El caso del fraude del máster de Cristina Cifuentes o de las falsedades descubiertas también en los currículos de numerosos dirigentes políticos -también de sus propias filas-, les ha puesto también en alerta. No quieren volver a ser protagonistas ni de una sola polémica más.

Así que cualquiera que aspire a algo a partir de ahora en Ciudadanos sabe que la dirección va a examinar con lupa su expediente y su declaración de bienes para comprobar si es “apto” para formar parte de una candidatura.

Los “exámenes de honradez” de Esperanza Aguirre

La súbita preocupación por extremar los controles internos en los partidos de cara al futuro trae el recuerdo de los “exámenes de honradez” que a finales de 2014 puso en práctica la expresidenta del PP de Madrid, Esperanza Aguirre, para los candidatos a alcalde después de destaparse el escándalo de la operación Púnica.

Aguirre anunció entonces que iba a someter a una “evaluación” a los aspirantes a ediles como una medida “de regeneración y contra la corrupción” y puso como ejemplo el interrogatorio al se sometió al ex ministro de Agricultura Miguel Arias Cañete en el Parlamento Europeo para ocupar la cartera de Energía y Cambio Climático, examen que, por cierto, provocó que cambiara su declaración de bienes el día anterior, según desveló eldiario.es.

El periódico El Mundo decubrió después que el invento de Aguirre tenía truco, ya que estaba ensayado de antemano. En esos “ensayos” el equipo de telegenia del Partido Popular -que dirigía Jorge Rábago, implicado en el escándalo de las 'tarjetas black'- proporcionaba a los candidatos consejos sobre cómo enfrentarse a las cámaras, así como cuál sería el contenido y la temática de las preguntas del día siguiente.

El pasteleo fue confirmado por los candidatos de Villalba y Valdemoro, Mariola Vargas y David Conde, que reconocieron haberse sometido a esta preparación el día anterior a la realización pública del examen. En esos preparativos habría participado también el edil Fernando Martínez Vidal, hombre de confianza de Aguirre.

Pese a tanto ensayo, la dirigente madrileña no pudo evitar algunas salidas de tono, como la pronunciada por la alcaldesa de Collado Villalba, Mariola Vargas. “No soy un perro judío”, expresó tras ser interrogada por la pérdida salarial que supone entrar en el Ayuntamiento. No fue la única respuesta polémica de Vargas, que aseguró que convertirse en corrupto/a era “una opción personal” y lo comparó con elegir entre beber “vino o cerveza”.

El invento causó malestar en el PP que lo consideró “una ocurrencia” de la ya exdirigente madrileña. Pero lejos de arrinconar la idea, poco después Aguirre volvió a anunciar una serie de “audiencias públicas” con los candidatos a formar parte de su lista al Ayuntamiento de Madrid.

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