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El cerco al Congreso evidencia el rechazo de los guatemaltecos a la corrupción

El cerco al Congreso evidencia el rechazo de los guatemaltecos a la corrupción

EFE

Guatemala —

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Dentro del estacionamiento del Parlamento de Guatemala varios diputados eran escépticos del alcance de una protesta que pedía la renuncia del pleno de 158 legisladores, aunque solo estaban 130 que habían participado en una sesión para anular la especie de “pacto” para procurar la impunidad aprobado un par de días antes para el hartazgo de la ciudadanía.

Pasaban las 15.00 hora local (21.00 GMT) del viernes cuando terminaron de votar para archivar en definitiva dos decretos que reformaban el Código Penal, sobre delitos electorales y conmutación de penas, a lo que se vieron obligados ante la reacción airada de la gente y de varias instituciones, incluidos los empresarios.

Aunque el presidente del país, Jimmy Morales, había anunciado que “podría” vetar las reformas al Código Penal y que la Corte de Constitucionalidad (máximo tribunal) había aceptado recursos de amparo para detenerlas, el Congreso hizo un espectáculo que caló aún más hondo en la población.

Una población que ya estaba frustrada porque una de las reformas, la que eximía de toda responsabilidad a los secretarios generales y candidatos de los partidos políticos por la financiación electoral ilícita, fue aprobada la misma semana en que los diputados impidieron que Morales fuera investigado por ese delito.

Antes de votar en consenso para archivar las polémicas modificaciones con 130 votos a favor y 28 ausentes, los diputados, en su mayoría quienes las habían aprobado, decidieron ofrecer discursos para tratar de rectificar ante las cámaras que apuntaban a ellos desde el palco de prensa.

De ahí que legisladores del gobernante Frente de Convergencia Nacional (FCN-Nación) o de partidos conservadores como el bloque Todos, el Partido de Avanzada Nacional y hasta socialdemócratas como la Unidad Nacional de la Esperanza, se dijeran arrepentidos.

Los dimes y diretes abundaron. El diputado oficialista Estuardo Galdámez acusó de “terroristas” a los manifestantes que asediaban la sede del Parlamento pacíficamente.

“Debimos hacer todo rápido, pero al contrario, muchos querían figurar y hacer un 'show' siendo hipócritas”, mencionó un legislador del bloque Todos que se había desmarcado en ambas reformas.

Cuando los diputados quisieron salir, la gente cantaba afuera del Congreso con vigor: “que renuncien, que renuncien”, “el pueblo unido jamás será vencido”, “somos más”, “esto no es violencia, es pacífica resistencia”, entre un sinfín de consignas.

En su escepticismo, los diputados aguardaron hasta que anocheció en el estacionamiento descubierto, desde donde escuchaban atentos la fiesta ciudadana, iniciada a primeras horas del día por estudiantes de la universidad estatal de San Carlos.

En la oscuridad decidieron trasladarse al Hemiciclo y recrear una sesión ordinaria a oscuras. “Estamos secuestrados, sin agua ni alimentos”, decía la presidenta de la Comisión de Derechos Humanos, Patricia Sandoval, quien tras hacer estas declaraciones bromeaba con otros diputados y se tomaba retratos y fotografías en grupo de la “aventura” nocturna.

Otros congresistas asumían el error y pedían escuchar el reclamo de la gente, como el bloque en conjunto de Encuentro por Guatemala, liderado por Nineth Montenegro.

La salida de algunos manifestantes habituales no minó la moral de otros cientos de personas que seguían tapando las entradas y salidas del Legislativo, custodiadas por 400 agentes a lo largo de la jornada.

Hasta que, entre las 22.30 hora local (05:30 GMT) y los primeros minutos de este sábado un operativo de 200 agentes antimotines disolvió la protesta en una de las avenidas, en la entrada principal del Palacio Legislativo.

Los uniformados lanzaron lacrimógenos a los manifestantes que, permanecían sentados en el suelo, esperando que los congresistas, en un arranque de conciencia, renunciaran de sus escaños y así lograr una limpieza del Estado.

Emiliano Castro Sáenz

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